Las paradas de esta semana en el viaje que el Unicaja realiza en esta temporada 2017/2018 nos ha traído algo habitual en los últimos tiempos: una buena noticia en una parte de la competición (Euroliga) y una decepción en la otra parte del cuaderno que el equipo está escribiendo (Liga ACB). El conjunto que entrena Joan Plaza cierra con el partido de Bilbao un año 2017 inolvidable para el club y todo lo que hay alrededor de él, con la consecución del título de la Eurocup y la vuelta a la Euroliga, aunque para llegar a ese éxito, el camino recorrido ha sido como poco, complicado.
Y es que el final de este año y la temporada actual tiene esto, acumulando competiciones, la racha mayor de derrotas ha llegado a seis, pero la de victorias sólo a tres, con el triunfo que el plantel de Joan Plaza consiguió en La Mano de Elías, pero el problema viene al no tener la regularidad necesaria para completar de momento el objetivo que viene exigiendo participar en ambas competiciones.
La buena cara que el equipo muestra en Euroliga en los últimos compromisos no tiene el reflejo en la ACB. El partido ante el RETAbet Bilbao no deja de ser un ejemplo repetido demasiadas veces, ante equipos que tendrían que estar lejos del rendimiento del equipo malagueño, pero aunque se pueda caer en sitios como Andorra, San Sebastián, Fuenlabrada o Bilbao, y por muy competitiva que sea la Liga española, si el equipo se queda fuera de la Copa del Rey no nos puede extrañar. Sobre todo porque a día de hoy, sólo ha vencido a equipos que están detrás de él en la tabla clasificatoria, y el puesto undécimo que ostenta no es para presumir precisamente.
Esto es así, un lamentable partido en Bilbao aleja de la memoria a las buenas actuaciones frente a FC Barcelona, Olimpia o Maccabi de la Euroliga. Aunque la clasificación para el torneo de Gran Canaria aún esté a la vista, no hay que dejar de lado que si se mantienen las esperanzas es en gran medida por los deméritos de los contrarios. Se podría decir que la aritmética es algo que aún sigue de lado del equipo, pero el potencial y lo que muestra, aunque no sea con la regularidad deseada, hacen que no haya que tirar aún la toalla.
En serio, esto es algo más que un deseo o un acto de fe, pero para ello el equipo ha de ofrecer algo más. Perder frente a un rival que ofreció tan poco descorazona. El equipo vasco, tras cambiar jugadores y entrenador, va a necesitar algo más que lo expuesto el sábado para no pasar apuros, porque los dos descensos seguros a LEB de esta temporada hace que pocos equipos vayan a no luchar hasta el último aliento, y no veo que puedan estar tranquilos, porque al igual que entiendo que Unicaja puede entrar en la Copa del Rey porque el resto no esté bien, el partido del pasado sábado está en la galería de partidos perdidos, no en la de partidos en los que el contrario vence por méritos propios.
La necesidad de mejora pasa por muchos aspectos, pero me centraré sólo en lo último que mostró el equipo: la pésima gestión de los ataques finales. Eso de jugadas especiales parece que pasó a la historia. Ni por falta de elaboración ni por piezas para poder ejecutar las que se supone que estaban en el guión. Digo se supone, porque está claro que cualquiera de los cinco de cancha puede realizar un tiro. Es más, el que los haga Alberto Díaz no está mal si los convierte. Los más expertos recordarán una Copa Korac conseguida por el Joventut de Manel Comas en el Palau en 1981 ante Carrera Venecia de Drazen Dalipagic y Spencer Haywood por un tiro de seis metros de Joe Galvin que era el último que tenía que tirar, pero lo metió. Una vez puede ocurrir, pero si pido que se mejore algo ya, pasa porque los importantes en el plantel sean los que decidan en los momentos decisivos. O al menos reciban el balón para hacerlo. El año que acabó tendría que servirnos de ejemplo, y que pensáramos que todo es reconducible. Es más, aquí durante la época de Sergio Scariolo, terminamos aceptando a regañadientes que el equipo tardaba en coger el paso cada temporada, pero la competición, los jugadores, el presupuesto o el entrenador no eran el mismo. No es cuestión de paciencia, pero o se produce el cambio, o la propia competición te va a dejar fuera. Mis mejores deseos para todos en este 2018.
Un año ilusionante.
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Ene