Antes de plantearse nada, la vuelta del Unicaja a la Euroliga, -euforias aparte-, es algo que tenía la exigencia máxima, todo de acuerdo y perfectamente normal. No en vano, se estaba ante la mejor competición mejor, dejando aparte la NBA. Si a todo esto se le une la participación en la ACB, queda claro que es todo muy duro, difícil y complicado. Dejando a un lado la calidad que pueda tener o no la plantilla actual, lo cierto es que de lo que hemos visto se puede sacar una conclusión: la puesta en escena en cada partido, no sólo va a ser diferente, sino que de la actitud que demuestre el equipo va a depender gran parte del desarrollo del partido.
No sé si tal y cómo salgan los jugadores se podrá adivinar cómo va a discurrir la contienda, pero hay tal diferencia entre lo transmitido en las victorias y las derrotas que tal vez lo simple sería quedarse con la poca dureza de según qué rivales en la competición nacional. Pero los partidos perdidos están compartiendo situaciones que hacen complicadas las justificaciones, vengan del estamento que sean. Hay tantos partidos en poco espacio de tiempo que analizarlos cada siete días conllevan el gran error de solapar motivos, dejarlos de lado y errar en la visión que se pueda tener de ellos.
Quedándonos sólo con los vistos la última semana, esa que hacían llegar al equipo con una fila de cuatro derrotas consecutivas ante Olympiacos, Real Madrid, Brose Baskets y Valencia, se puede observar que una vez en la senda de la derrota, el equipo ha enseñado una cara que ha ido afeándose con respecto iban pasando las jornadas. Dando una sensación peor que la anterior, llegando al culmen (espero) en la derrota ante el Valencia Básket, el verdadero enemigo de este año, porque no hay que olvidar que el objetivo pasa por quedar por encima de los de la capital del Turia, al menos en Liga ACB.
Vencer a Movistar Estudiantes, no hace olvidar el penoso espectáculo que se vivió el viernes pasado en Euroliga, pero tal vez puede servir para la mejora continua. Aunque estemos en el principio de la temporada, este Unicaja ofrece un dato que ha de tomarse en cuenta: cuando pierde, el equipo de Joan Plaza encaja 85 puntos de media, siendo la máxima puntuación los 99 puntos que el Real Madrid endosó a pesar de las bajas que presentaba. Y y quizá, lo que más me esté sorprendiendo es un denominador común: la imagen que viene transmitiendo el equipo en las derrota es significativamente más triste que en los últimos tiempos.
Puede sonar a risa, porque pensar que una derrota puede positivizarse es casi digno de estudio, pero en Málaga somos especialistas en sacar buenas lecciones de un partido perdido. Hagan memoria, seguro que hay algo aprovechable por ahí. Sin caer en la trampa que significaría decir que el equipo se ha dejado ir en las derrotas, el nivel de concentración mostrado tiene demasiados altibajos.
Otro dato que quizá lo corrobora: el acierto en el tiro libre. En Liga ACB un 88,1% frente al 61,1% de la Euroliga. No hay absolutamente nada que justifique este Jeckyll & Hyde que muestra el grupo que comanda Joan Plaza desde la línea del 4,60 en el continente y además justifica las dificultades que se adivinaban.
Sin tiempo para poder deleitarse analizando más datos que nos hagan sacar más conclusiones, esta semana pone en puertas de dos citas ante rivales que seguro que verán al equipo malagueño como el punto de partida ideal para alterar las rachas negativas que ostentan, el Anadolu Efes y el Baskonia. Tanto estambulíes como vitorianos entenderán como probable y necesaria conseguir el triunfo, cosa que el Unicaja ha de conseguir para ahondar en la crisis de dos de los rivales que se reconocen como cercanos en cuanto a los objetivos a pelear en cada competición. No hay nada definitivo aún, pero la cosa mejoraría si algo se saca en positivo, por favor, que sean los resultados.
Positivismo y dualidad.
31
Oct