Cuando llega el verano, se ha parado la temporada y la información vira hacia la confección de las plantillas para el curso venidero, se nos cuelan los partidos de selecciones, algo que a España lleva ya tiempo sintiéndole bien, nos han acostumbrado tan rápido a disfrutar del caviar, que no sé yo el día que nos falte y nos tengamos que contentar con un simple y delicioso campero ¿osaremos a ponerle mala cara?
Hay una variación sustancial para la temporada próxima, aunque en el mes de septiembre tendremos el Eurobásket de turno, durante un tiempo que era coto cerrado de las competiciones de clubs, las llamadas “ventanas de selecciones” serán parte del menú, o sea, parones en la competición para que los equipos nacionales diluciden la clasificación para los siguientes eventos, el problema viene cuando hay que pensar en aquellos que tienen que jugar en ambos lados: los jugadores.
No recuerdo la última vez que se jugaron competiciones clasificatorias de selecciones en mitad de la temporada, y tengo muy claro que esto no es más que la guerra silenciada FIBA-Euroliga que a este paso va camino de ser más dañina que la precariedad en el empleo, pero sólo una curiosidad malsana me hace esperar que llegue el primer compromiso del Equipo Nacional durante el curso 2017/2018 para ver quiénes son los que vistan de rojo a las órdenes de Sergio Scariolo.
Hombre, digo curiosidad malsana, porque está claro y es palpable que la NBA no va a dejar que asistan sus jugadores a los partidos que tengan que disputar y si la Euroliga sigue siendo fiel a la idea ya mostrada, a día de hoy, los que defiendan la camiseta de España no será ninguno de los que asistieron a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro del pasado verano.
A Brasil acudieron JM. Calderón, S. Llull, R. Rubio, JC. Navarro, Á. Abrines, R. Fernández, V. Claver, F. Reyes, N. Mirotic, G. Hernangómez y P. Gasol, repartidos equitativamente entre NBA y equipos que disputarán Euroliga, hay seis miembros en cada bando, y me hago una pregunta: ¿si la FIBA no se va a atrever con la NBA, por qué se va poner chula con la Euroliga? Alguno puede pensar que me he metido a abogado del diablo y que estoy defendiendo a Jordi Bertomeu y sus seguidores, es más alguien hablará de parcialidad porque el Unicaja está ahora entre los amigos de los que mandan en el patio del cole de los mayores, pero no es nada de eso, simplemente lo que pide la FIBA no tiene ninguna razón de ser y por tanto no se sostiene.
Por parte de los defensores de la idea hablan de la petición de más partidos de selecciones, y ponen la comparación del fútbol y el baloncesto a nivel continental, estableciendo paralelismos entre la Champions y la Euroliga, pero pasan por alto un detalle nimio, que por fuerte que sean las ligas grandes de Europa (España, Inglaterra, Alemania o Italia) ese tirano llamado fútbol no tiene frente a sí un competidor del calibre de la NBA, y eso es como estrenar cualquier serie española el día de la última temporada de “Juego de Tronos”: un combate tremendamente desequilibrado.
Ni hay jugadores suficientes, ni se le hace ningún favor al baloncesto, todo esto sin meterme a preguntar cuánto dinero han puesto la FIBA o las federaciones nacionales a la hora de pagar sueldos a los que dan espectáculo mientras hacen caja en mundiales, europeos u olimpiadas, eso sí, tras haber visto el filón que supone los enfrentamientos entre equipos nacionales con jugadores NBA en sus filas. No contentos con lo que hay, la respuesta ha sido querer ganar más aún a costa de los competidores (jugadores), empleados (jugadores) o clientes (aficionados), visto así, aparte de la Euroliga, también tendría en su contra a Lenin, porque suena a capitalismo salvaje.
No tengo idea de cómo terminará todo esto, pero el desprecio que sufre el aficionado, con un continuo combate entre unos y otros (y me podría referir también a la pelea ACB-FEB), es tan brutal que creo que sólo la belleza y la grandeza de nuestro deporte hace que no se le dé de lado. No me hacía falta que alguien con tan buena reputación como Zeljko Obradovic, y del cual siempre me he confesado seguidor, haya recordado que la salud de los jugadores ha de ser lo primero y no parece que importe a nadie que mande. No me vale que vuelvan a traer al baile a la NBA, comparando los partidos jugados por Milwaukee Bucks o el Real Madrid, pero si piensan simplemente en las condiciones de viaje entre un equipo u otro, la cosa cambia, o cuántos son los días de vacaciones que disfrutan los chicos de Jason Kidd o de Pablo Laso.
Al final, lo único que veo aquí son ganas de salvar la cabeza por parte de uno y otro, haciendo ganar más dinero a costa de la destrucción del contrario y sin importar hasta dónde llegan los tristemente conocidos daños colaterales, la duda que tengo es hasta que sitio llegará la fortaleza de nuestro deporte, ojalá nunca veamos que no es indestructible.
Capitalismo salvaje.
11
Jul