Acabó la final ACB y la temporada 2016/2017, la que ha traído un título para Unicaja tras mucho tiempo, con un final atípico, cinco equipos españoles distintos han quedado campeones entre Liga, Copa y Supercopa de España (Real Madrid, Valencia Básket y Herbalife Gran Canaria) y Eurocup y FIBA Champions League (Unicaja e Iberostar Tenerife) y la conclusión final, me dice que ésta temporada que ha pasado, ha sido una gran oportunidad para ganar.
No diré yo que se ha perdido una ocasión para hacer algo más, pero lo que desde luego ha quedado claro es que las temporadas son cada vez más exigentes y que el orden nuevo del baloncesto continental, con la Euroliga según el formato de único grupo y treinta partidos como mínimo, pone el listón muy alto y no sé si es posible mantener el estatus habitual en la forma que hasta ahora estaba establecido.
El detalle de los campeones, que he señalado en el primer párrafo, aparte de hacernos sentir orgullosos como españoles, nos transmite la idea del cansancio acumulado y lo problemático que es afrontar para club la temporada teniendo en cuenta lo que la competición demanda.
Será por diferentes razones, por coincidir con picos de forma, por bajones de los contrarios, por focalizar el esfuerzo en tal o cual momento del curso o por coincidir con el momento alto de rendimiento mental y creer en la fortaleza del grupo, pero nadie ha repetido triunfo pese a que algunos han jugado más de una final, como ocurre con Real Madrid y Valencia Básket, aunque los participantes en la Euroliga han pagado con creces el esfuerzo desarrollado.
Tan sólo Real Madrid, con el título de Copa del Rey ha conseguido algo entre los que jugaron la máxima competición, del FC Barcelona y del Baskonia no hay mucho que decir, de los catalanes, si se puede elegir un “annus horribilis” del calendario, quizá sea la temporada pasada y de los vascos, que empezaron muy bien, pero no han sido capaces de alargar el rendimiento a medida que la carretera se iba empinando. Al final, la propia exigencia de la Euroliga, ha lastrado el rendimiento en la Liga ACB, algo que, aunque el nivel haya bajado aquí, no le confiere ningún respiro a cualquier contendiente en España.
Resúmenes aparte, calificaciones que se quieran hacer sobre tal o cual equipo, pensar que unos u otros han podido fracasar o han cubierto el expediente mejor o peor, lo que saco en claro de todo lo vivido del último curso es que nada de lo experimentado hasta ahora va a servir a los clubs a menos que se preparen a conciencia para la batalla más cruel por la que quieran pelear. Ante una temporada 2017/2018 con cinco equipos españoles en la Euroliga, toda estadística pasada va a servir para rellenar artículos o servir de apoyos a tertulias en los medios o en los bares, pero no serán suficientes para adivinar el rendimiento de los equipos ante la mayor exigencia que se van a encontrar. A lo conocido de lo difícil de la competición nacional, añadir unos viajes por Europa teniendo que rendir a tope desde el primer balón al aire, y en medio, las ventanas de selección para que los jugadores sean puestos a prueba varias veces por semana y con cambios de registro por los que se les va exigir de una manera nunca antes conocida.
Sería más justo por mi parte decir que el examen será para jugadores, entrenadores y clubs, también para los aficionados, porque estar al nivel que requiera el campo de batalla donde se ubican los equipos como el Unicaja no será fácil, y lo que es un gran premio se puede traducir en un largo, despiadado e impío periplo que se puede hacer muy largo. Metido en informaciones que lo sitúan en el furgón de cola de los presupuestos de la mejor competición europea, y con la necesidad de ir rindiendo desde el principio, o todo el mundo está preparado para rendir de inicio, o no sólo nos parecerá largo el verano, así que, felices vacaciones para los que las tengan, y a prepararse convenientemente para lo que llegará a la vuelta de ellas.
Cierre de temporada.
20
Jun