Atrás queda ya la Semana Santa y los festejos del disfrute de la celebración del título de la Eurocup, la cual aunque haya sido lejos de Málaga, todos los damos por buenos, prefiriendo por mi parte tener que vivir los títulos lejos de Málaga y seguir ganando, porque a las cosas buenas se acostumbra uno pronto, cuándo además no se tienen muchos éxitos, éstos se valoran más.
El partido del pasado domingo frente al Morabanc Andorra, lo esperaba con todo el recelo del mundo por esa superstición que se tiene contra las celebraciones que habitualmente no suelen traer finales felices, pero ahora, viendo sólo un par de encuentros del Unicaja post título, me parece otro conjunto. Eso de la facilidad que tiene el ser humano para hacer cualquier cosa con el viento a favor, tiene plena constatación en esta versión que ofrecen los chicos de Joan Plaza, pareciendo un plantel completamente distinto a lo que se vio a principio de temporada.
La victoria en Santiago fue de oficio, de un equipo sufriendo las consecuencias lógicas de las celebraciones del título y ante un rival necesitado pero bien resuelto, el del domingo, ante los de Joan Peñarroya, fue un partido que estamos habituados a verlo en otros equipos, más poderosos, que terminan dominando el encuentro cuándo les viene bien o aprovechando una debilidad del contrario. No me creo que el Unicaja ahora esté en el mismo plano que Real Madrid o CSKA Moscú, pero lo que transmite al exterior de la cancha no tiene nada que ver con el de principios de curso.
Aunque el principal objetivo ya esté cumplido con la consecución del título europeo, aún hay en el horizonte la posibilidad de hacer un final de liga destacable y que se alargue todo el tiempo que se pueda, completar un playoff brillante y que de manera inmediata se vaya a intentar quedar entre los cuatro primeros.
Aunque esta temporada tiene la particularidad de los problemas del FC Barcelona, la buena trayectoria del Iberostar Tenerife, la solidez del Valencia Básket o del Baskonia… lo único que parece definitivo es que el intocable sólo está el Real Madrid, así que lo suyo es intentar evitar el cruce directo con los capitalinos.
No tiene mala pinta, porque veo al equipo con otro aire, marchando hacia arriba, aún con seis partidos por disputar, que no es que vayan a ser fáciles y cuyo final puede ser incierto, pero al igual que al principio del curso, todo lo que veíamos era una ingente cantidad de inconsistencia y un no saber qué rumbo tomar, ahora parece que el equipo ha mudado de manera radical y que, por suerte, está capacitado para poder pelear y competir con los de arriba.
Siendo sinceros, ni la plantilla ahora es de cine, ni antes era de risa, pero ahora entre la virtual clasificación para la Euroliga y el premio ya conseguido, se está en la dimensión de tenerlo todo por ganar y nada que perder, con la oportunidad de ir trabajando desde dentro del club para poder encarar la apasionante próxima temporada y de mejorar prestaciones y “ponerse en el escaparate” para el grueso de los jugadores.
Ahora mismo todo es esperanzador y los mensajes que se reciben son la mejor noticia en los últimos tiempos, se reafirma al entrenador y se habla de aumentar el presupuesto, parece que en algún momento va a sonar el despertador y vamos a comprobar que hay que salir corriendo para el trabajo, y entiendo que algunos no se lo crean, porque el desierto atravesado es tan grande que no se sabe si se terminaría.
Queda tiempo, pero a la vista, lo que se divisa es interesante, los partidos previos al playoff, las eliminatorias, el verano con sus dudas y rumores, puede parecer mentira, pero si ahora tenemos la suerte de disfrutar de esto, no hay motivo para poner mala cara.
La realidad de un sueño
18
Abr