Me gustaría decir que tenía algo preparado para una ocasión como ésta, pero sería una gran mentira. No me había atrevido, no tenía nada previsto nada y creo que era más por costumbre que por desconfianza en el equipo. A lo mejor ha sido por no gafarlo, por no pensar que el triunfalismo te pueda, pero lo cierto es que ahora, al pasar el tiempo y ese sopapo de euforia y de alegría que te has llevado el miércoles, te queda intentar querer analizar lo que has visto.
Y al fin y al cabo, hemos visto lo que queríamos. Teníamos unas ganas tremendas de ver el triunfo del equipo de Unicaja, queríamos disfrutar de un título, de un premio que estábamos locos por que nos tocara y que la realidad nos decía que estaba lejos.
Con el transcurso del año, está claro que el rendimiento del equipo de Joan Plaza ha subido de rendimiento y de calidad, los problemas, que los ha habido y la irregularidad manifiesta en muchos momentos de la temporada han sido un lastre que este grupo, que paradójicamente ha ofrecido mejores resultados que sensaciones durante gran parte del curso, ha ido a superar cuándo más lo necesitaba.
Hay una constante en las eufóricas declaraciones tras la conquista de Valencia, y es la referencia a la gran cantidad de trabajo duro desarrollado para poder alcanzar el nivel, al final, está claro que la elección en los tiempos para conseguir los picos de rendimiento por parte del Unicaja han sido los correctos, se ha llegado a este momento de la temporada, ha estado muy por encima de lo que podía esperarse y ha dado la respuesta adecuada a todos los problemas propuestos.
Me refería a que las sensaciones que ha dado el equipo de Joan Plaza han sido menos buenas que los resultados en esta Eurocup, no ha pasado por problemas clasificatorios en ningún momento, no ha sido necesario recurrir a actuaciones vinculadas a la épica hasta las eliminatorias directas, realmente cuando lo necesitaba. Nadie va a acordarse ahora de la buena primera fase que realizaron Valencia Básket, Bayern Múnich, Lokomotiv Kuban o Hapoel Jerusalén, cuatro campeones de grupo de los cuales tres han sido las víctimas cajistas, todo además con el factor cancha en contra y la presunción de una derrota más o menos cierta de los de verde.
Tal vez este título, tan necesitado y tan deseado ha tenido una constante, el plantel se ha ido creciendo desde muy abajo, desde una gran decepción que fue el partido de la Copa del Rey que hacía buenos todos los malos presagios que se tenían cara a los partidos importantes que tenían que venirle a un grupo daba sólo breves señales de poder ser competitivos. A partir de ahí, un mes de marzo que hizo gala a su raíz, su dedicación a Marte, dios de la guerra, que ha disputado batalla a batalla el ejército de Joan Plaza hasta conseguir la victoria final en esa particular prórroga del mes que fue el partido del miércoles.
Tres derrotas en diez partidos en marzo, uno de ellos por no gestionar la resaca (ante Movistar Estudiantes), cosa que se les perdona porque lo importante fue antes frente a Lokomotiv Kuban y dos frente a los de Pedro Martínez, el “ensayo general” que fue el encuentro de ACB del sábado 25 y el primer partido de la eliminatoria.
En esa guerra particular ante los de naranja, el partido de liga creo que se aprovechó de la mejor manera posible por el entrenador ahora campeón, gestionando incluso una derrota de manera adecuada, sirviendo de punto de apoyo para la serie decisiva que iba a disputarse. Aquel partido que terminó 81-77 para los locales seguro que tuvo el mensaje de “nos ha faltado casi nada” en el vestuario, la mejor noticia para dejar atrás todas las derrotas cosechadas, y sobre todo, otra idea más a hacer calar en el grupo reforzando eso que ya se había esculpido en mármol: sí que se podía.
Y después, lo que nos sabemos de memoria, Dejan Musli, sin aparecer siquiera en el tercer partido que era lo que vaticinaba Joan Plaza, Nemanja Nedovic lejos de su rendimiento por mermas físicas, bajas importantes, como tuvo el rival, pero en una plantilla que sobre el papel estaba por detrás, que te falten los dos mejores en cuanto a calidad ofensiva no era buena noticia. Al final, aparece el grupo, aportando cada uno todo lo que puede, intentando ser útil aunque sea un poco y por encima de todos la figura de Alberto Díaz, el cual creo que a día de hoy lleva cumplidos muchos sueños de los que se tienen de niño.
Si todo esto que ha ocurrido es merecido o no, puede que cada uno tengamos una idea propia, pero creo que ambos finalistas podrían haber sido perfectamente campeones, pero uno de los elementos a usar es hacer que el rival se comporte peor de lo que sabe a causa de tu juego y ahí, Unicaja ha sido muy superior, y el merecimiento del galardón de MVP a Alberto Díaz es algo que no vamos a discutir, era el preferido de todos nosotros y como no hay duda sobre eso, no cabe decir otra cosa.
Momento para que todos disfrutemos, desde el sitio que se ocupe, aunque sea como simple aficionado, para ti o para recordar a gente que te hubiera gustado que también hubiera vivido esto, pero sobre todo para que este título, sea la base para todo lo bonito que aún queramos que esté por venir para vivirlo, y es porque es merecido.
Marzo: El mes de la guerra.
7
Abr