La destrucción de algo puede llegar de varias maneras, pero catástrofes aparte, lo habitual es que llegue poco a poco, a base de repetir errores y de no reconocer los problemas que se llevan de la mano.
De esta forma, aunque sea poco a poco, se va desmontando lo bueno que hay y se va cayendo en un error tras otro. Algo que puede pasar, pero aunque sea por recordar lo que decía Sergio Scariolo, el problema no es equivocarse (no deja de ser humano), lo verdaderamente perjudicial es perseverar en el error.
Recuerdo al seleccionador, porque nuestro Unicaja parece empecinado en repetir errores que más que seculares tienen tinte de perpetuos. A base de repetirse, hay situaciones que son pesadas y que hacen muy complicado seguir manteniendo ilusiones de creer en esto. Hablo de repetir, porque esta situación que atraviesa el equipo a día de hoy no es la primera, con mejores resultados que sensaciones. Ahora se vive el divorcio con Joan Plaza y se atisba el final de trayecto en una fecha más que prematura en esta temporada. Pero antes ya se vivió con otros entrenadores. Si miro hacia atrás, recuerdo cómo acabaron las épocas de Bozidar Maljkovic, Sergio Scariolo, Aíto García Reneses o Jasmin Repesa. Cíclica y periódicamente ocurre, tras una llegada entre «palmas y olivos» como si del mesías se tratase, el inquilino del banquillo se hace con algo más que las riendas del banquillo y acapara mayor parcela de poder. Los resultados refuerzan o empobrecen el estatus que ocupa dentro de la organización del club y se ahoga -o se deja que se ahogue- antes de finalizar el contrato a causa de abarcar una serie de parcelas que el entrenador ha de tener vetadas. El resultado, el de siempre: salida por la puerta de atrás tras finalizar el último año de contrato de manera agónica y desperdiciar de largo la gran mayoría de esa temporada. Todo esto lamentablemente ha sido aplicable para los entrenadores de éxitos o las decepciones: entrenador nuevo, dos tercios o más de jugadores nuevos en plantilla y manifestación de reciclaje por parte de la clase dirigente del club para seguir optando a las mismas cosas. Repetir frases como «competir por todo», «pelear por todo» y vender las mismas aspiraciones desde los años gloriosos sin importar ni el presupuesto ni los jugadores con los que se cuenten.
En todo este tiempo, tras la llegada a la presidencia de Ángel Fernández Noriega y al banquillo de Boza Maljkovic, han cambiado jugadores, entrenadores, directivos, presidentes; ha cambiado de todo salvo el propietario (¡menos mal!), y la situación sólo ha ido empobreciéndose, habiéndose perdido el alma del club a base de dejar fuera a gente que lo ha sido todo en su historia. Con una expulsión de facto de la primera línea del baloncesto europeo con la salida de la Euroliga, pérdida más que sensible en cuanto a peso específico dentro del baloncesto nacional a nivel ACB, a nivel cantera y un retroceso y estancamiento más que palpable en cuanto a la relación con el aficionado.
La actitud tomada desde la zona de despachos de Los Guindos imita terriblemente a la del presidente Mariano Rajoy cuando hay un problema: dejar que el tiempo pase. Responsables directos de que la gestión de uno de los mayores presupuestos de nuestro deporte a escala nacional y dejar que éste lo gestione el inquilino del banquillo es un error de libro.
Porque sea quien sea el entrenador es el único de la entidad que tiene la fecha de caducidad marcada, ya que depende del rendimiento deportivo. Pero es asumido y repetido, porque así traspasan responsabilidades; ese dontancredismo convertido en tara genética provoca que, tras situaciones penosas como la vivida en Valencia, se podría esperar una declaración oficial sobre la situación del equipo… pero no la ha habido. Tal vez a la espera del cómodo triunfo ante el Montakit Fuenlabrada y del apaciguamiento de los ánimos de una masa social estancada en un número similar al de los fieles de Ciudad Jardín, y que observa a una clase dirigente cada vez más enrocada en su postura de ver cualquier opinión diferente como una agresión personal, cosa que es rotundamente falsa.
¿Qué tenemos a día de hoy? Lejos de pelear por volver a la Euroliga, objetivo que creíamos lógico, está la entrega de Alberto Díaz, que ha resultado el heredero de los júniors de oro a base de constancia y suerte, porque la cantera está muy lejos de volver a surtir de jugadores al primer equipo. Que nos toque la lotería y el equipo sorprenda siendo fiable y sólido, y al llegar el final de temporada a fichar entrenador y siete u ocho jugadores nuevos… y vuelta a empezar. Con el mismo problema, viendo enemigos donde no los hay, echándose en brazos del entrenador de turno y esperando que se acierte con los fichajes, sin definir objetivos reales ni en cantera ni en ACB. Aunque sólo sea por el propietario y los fieles que aún no han abandonado al equipo tendría que intentar cambiar. No veo la acción necesaria para enderezar un rumbo errático que lleva demasiado tiempo instaurado aquí.
Una vez mas dando en el clavo, un articulo que dice muchas cosas de las que pensamos nosotros del club, a seguir así, el miercoles hay que ir todos al carpena despues del partido podremos expresar nuestras opiniones pero hay que animar.
Saludos desde el palo.
Muchas gracias por tus comentarios y por seguirme, aunque a veces no coincidamos, es imprescindible que sigas ahí. Un saludo.
Pues totalmente de acuerdo. Una pena que que García sea, efectivamente, un don tancredo al que este artículo le entrará por una oreja y le saldrá por la otra sin inmutar ni una sola de sus neuronas. A unicaja hace mucho, mucho, que le falta un director deportivo. O mejor, un proyecto. A menudo me gusta comparar un club de baloncesto con un equipo de fórmula uno. La marca es la que decide los objetivos a corto, medio y largo plazo. Eso debería ser la presidencia como representación de los dueños, es decir, el señor García. este, para conseguir esos obejtivos contrata a un jefe de equipo. En este caso, sería nuestro director deportivo: el señor jimenez. Se encarga de, con el presupuesto que la marca da, intentar conseguir el objetivo marcado. Para ello ficha y contrata y a los jugadores pertinentes; que en la comparación resulta el coche, el F1. finalmente, para ese coche, un entrenador, un piloto. Obviamente, el coche debe adaptarse al piloto, y este tendrá algo que decir en cuanto a determinados aspectos del vehículo, pero no al revés. Estas divisiones permiten afinar las responsabilidades. Puede haber un presupuesto mínimo para unos objetivos demasiados ambiciosos, y entonces la culpa es de la marca; puede haber un buen presupuesto paraunos objetivos asequibles, un buen piloto, pero un mal diseño del vehículo, y entonces la culpa es del director deportivo… ¿Qué pasa en unicaja? Pues lo que usted describe claramente: la directiva delega toda la responsabilidad en el entrenador, lo que implica una falta toal de identidad (caso contrario es el baskonia y su famoso «caracter») ¿Tienen algo que ver Maljkovic, Scariolo, Aito y Plaza? los bandazos son evidentes. Hace años ya que no existe una política real de cantera… Y nadie, nunca, asume responsabilidades. Poco a poco el Carpena se vacía y esa frase de «y yo estuve allí» empieza a ser una triste descripción de lo que pasa.
Muchas gracias por un comentario tan acertado y que ha captado el núcleo que quería darle a la columna, no se trata de personalizar ni de señalar a nadie, pero ya que el propietario pone de presidente a quien quiere (normal, para eso paga), un presupuesto de ese calibre no puede dejarse en manos de aficionados, basándose en un criterio al menos discutible para elegir a los responsables deportivos que lo único que que terminan poniendo son excusas para justificar según que actuación, eso se traduce en proyectos de «usar y tirar» que duran lo que los buenos resultados respaldan al entrenador, y eso es un error gravísimo que se torna mortal a base de repetirlo, y es lo único que sabemos que va a terminar pasando aquí. Encantado de tenerlo aquí, un saludo.