Este equipo al que seguimos, nuestro Unicaja, lleva un tiempo que no sabemos de qué manera calificar. Tengo muy claro de dónde venimos, sé de sobra cuáles son las raíces de este club y de qué manera se llegó a colocar en su momento entre parte de la élite admirada del continente. Además de todo eso, en lugares señalados de mi casa tengo recuerdos que me mantienen enganchados a sus orígenes.
He visto partidos en la segunda categoría, he sufrido como el primero la decepción de un descenso, la amargura de fallar al querer volver a la élite nacional y la desilusión de no conseguir un título cuando las aspiraciones eran más que humildes.
La realidad dice que tengo demasiado cerca en la memoria situaciones preciosas que quedan muy lejos, objetivos por los que se peleaban y que ahora sólo se pueden ver por televisión, rivales que antes eran mirados de tú a tú, peleados y vencidos y que ahora sólo están en los ejemplos que se ponen para decir que no se está en condiciones de competir contra ellos.
Tras temporadas realmente depresivas, reconozco que hubo una recuperación del estatus y sobre todo de la autoestima. De ello el culpable fue como siempre el entrenador. Joan Plaza, en su momento, fue señalado responsable de esa recuperación, coincidiendo con otras épocas, en las que el impulso del club dependía del intervencionismo del ocupante del banquillo. Casualmente, las de mejor recuerdo. Pero ahora parece que estamos en otro plano y me va cansando que sólo se pongan las cartas boca arriba cuando, tras una derrota decepcionante, se sacan a pasear los motivos de la misma y se nos intenta dejar claro que no somos tan estupendos como se creía antes de empezar la temporada.
Pero sobre todo, me cansa que siempre sea Plaza el que hable, que visto desde fuera parezca que es el principio y el fin de todo. Pese a ser una situación repetida, me niego a acostumbrarme porque interpreto como un error que el entrenador sea quien tiene que dar la versión de los hechos. Porque no deja de ser un empleado con una cuota de responsabilidad limitada, y el porcentaje de la misma queda distorsionado al no poder contrastarse. El paso de la competición y los resultados refrendan que la pérdida de estatus y de peso específico entre el resto de clubes sólo respalda y da la razón a la Euroliga por dejar fuera de los elegidos al Club Baloncesto Málaga. Pero lo que más raro resulta es que nadie diga antes de empezar la temporada que entre los objetivos a cumplir están clasificarse para la Copa y la segunda fase de la Eurocup, con la sustancial rebaja en ambición que ello supone.
Siendo así la realidad –como parece que se deduce de lo que se verbaliza con el desarrollo de la temporada– no andaría uno metiendo la pata, pidiendo la luna, entristeciéndose tras algún resultado (inesperado para uno y natural para otros) y evitaría decepcionarse cuando se ve el juego del equipo a ratos o el rendimiento de según qué fichaje que no entiendo.
Confieso que no me gusta ver a un entrenador a la defensiva, no me gusta hacerme una idea de la rueda de prensa del inquilino del banquillo cajista, llámese Plaza, Scariolo, Aíto o Repesa y dependiendo de lo ocurrido durante la semana y en el partido esperar que declare tal o cual cosa y acertar en lo imaginado, sobre todo cuando parece que el único objetivo es justificarse tras una derrota. No me gusta el silencio del resto del club, dejando que nos imaginemos qué pueden parecer en la zona noble las cosas buenas o malas que se hagan en la cancha. Sacar la baraja del tema presupuestario para justificar la inferioridad en ciertos encuentros conlleva inevitablemente reconocer que perder frente a según qué rivales no ha de producirse.
Cualquiera, simplemente con un teclado a su alcance, puede ver cuánto dinero cobra hasta el último suplente de cualquier equipo de la NBA. Aquí en España es más fácil conocer al primer marido de la Reina Letizia que saber qué presupuesto manejan los equipos de la Liga ACB. Si eres un poco friki terminas enterándote de algo, pero claro, sin nada que respalde lo que estás leyendo (y creyéndote, claro). Así, además de poder cometer todos los errores del mundo a la hora de evaluar a los rivales, desde fuera entiendo como lógico que haya ideas equivocadas sobre las aspiraciones, ya que el discurso sobre los objetivos del equipo viene siendo el mismo desde hace años. Entiendo que tengamos una idea equivocada, lo que no entiendo es que la respuesta ante un resultado adverso que decepcione al entorno venga siendo una continua posición a la defensiva, porque estoy echando de menos al entrenador que a base de ambición, trabajo y dureza agrandaba su currículum colocando al club en un lugar mejor. Eso pasó con Maljkovic, Scariolo o Plaza, por encima de ellos sólo ha estado el propietario en importancia. Y de la aportación presupuestaria de uno y de los éxitos del otro en el banquillo hemos dependido para crecer, lo único importante, porque este club es así.