Enganchar el final de una cosa con el principio de otra es cuestión de tiempo. A nuestro Unicaja se le acaban los partidos de preparación y sólo le queda uno, el que tiene que disputar frente al Real Betis Energía Plus (vaya tela el nombrecito, pero bienvenida sea la salvación del Baloncesto Sevilla), el domingo próximo en Benahavís, último test antes del comienzo oficial de la temporada 2016/2017 frente al Real Madrid en la capital.
Ahora cabe el análisis. Pensar en que lo importante de esta fase sean los resultados está claro que es un grave error, no sólo por darle la razón al conocido Sergio Scariolo, que tenía la costumbre de recordar que no conocía estadísticamente al campeón del mes de noviembre, sino porque de lo que se hace ahora, tendremos el recuerdo que nos convenga a medida que discurra el calendario.
Los partidos que ha disputado el equipo de Joan Plaza en la provincia han mostrado la cara de un equipo al que el avance de su preparación le ha servido para cuajar momentos de ser competitivo, pero no lo suficiente para poder vencer en Málaga.
La propuesta de juego de este Unicaja ha mostrado algo que se pensaba viendo la configuración inicial de la plantilla, con mucho peso específico del juego exterior en ataque, porque se supone que la batería que forman los bases y aleros han de producir muchos puntos desde lejos. Ahora, con la baja de Mbakwe, mucho más, porque el sustituto por el que a priori apuesta el Unicaja, Hamady N’Diaye no va a ser, ni mucho menos, la piedra angular del ataque.
Aunque el jugador senegalés no está fichado (hoy se informa en La Opinión que el acuerdo está prácticamente cerrado) y aún queda tiempo para poder verlo en Málaga, el entrenador dejó bien claro que era el objetivo para completar el plantel. Y especificó que aún con los condicionantes que tiene –jugador con poco repertorio en ataque, que no ha tenido experiencias largas en ligas de renombre y que suena más a complemento que al jugador importante que se esperaba que liderara el juego interior–, merecía la pena esperar por él. Si ficha y confirma ese merecimiento sólo es cuestión de tiempo.
Que la solución para el juego interior de este Unicaja sea una versión de Kenny Miller con diez centímetros más tiene su lógica si se piensa en los otros ocupantes de la posición de pívot. Al novel Viny Okouo se le va a aplaudir todo lo que haga, por la sencilla razón que se espera de él lo que hay que exigirle al quinto pívot, aunque lo que ha mostrado en los partidos frente a Fenerbahçe y Real Madrid es algo digno de aplauso de un jugador con un físico privilegiado, pero con graves carencias en cuanto a conocimiento del juego y que está progresando a un ritmo insospechado hace muy poco tiempo. Si sigue en esa senda de trabajo y avance será una más que grata noticia para el equipo.
El otro ocupante de la posición de «cinco», el serbio Dejan Musli ha mostrado un gran talento ofensivo, pero una falta de dureza que puede ser muy peligrosa, porque esa circunstancia es algo que los rivales van a explotar sin remisión. De clase anda sobrado: si se parece al jugador del año pasado en Manresa o al que dominaba en categorías inferiores será magnífico, aunque hay tantos casos de «reyes en la guardería» que no se adaptan al «patio de los mayores» que todo el historial bajo el paraguas de la edad hay que ponerlo en una lógica cuarentena.
Ante una perspectiva de un juego interior que puede tener solidez, pero que no tiene por qué asegurar puntos (al menos si se confirma la llegada de N’Diaye), el equipo de Joan Plaza ha ofrecido momentos de frenesí anotador desde el perímetro. Como he referido más arriba, la batería exterior a poco que esté inspirada va a generar mucho peligro, lo cual vendrá de lujo para los hombres alto. No sé si conjuntar al Nedovic de final del año pasado con el Fogg de pretemporada puede ser posible, pero es algo que seguro es uno de los objetivos principales del entrenador.
Se va acercando el principio de la temporada y al equipo le queda aún mucho que confirmar, aún está lejos –no sólo de la definitiva– sino además de una versión mínimamente sólida y realmente me pregunto si el elegido N’Diaye va a merecer hipotecar una parte tan capital de la preparación del curso, porque llegará en el mejor de los casos en el final del mes, con la ACB y la Eurocup a punto de empezar. Aunque sobre esto último, y teniendo en cuenta los cambios de rumbo que observamos, sé que más que por optimista estoy quedando como un iluso.
Va a ser un año difícil y complicado, las circunstancias que se manejan son una prueba tras otra que va a obligar a todo el mundo a rendir al máximo de sus posibilidades: los jugadores a darlo todo en la cancha, al entrenador a que de cada uno de ellos saque el mejor baloncesto que pueda y a los que están en los despachos a que este club sea más grande, sólido y reconocido que antes de empezar esta temporada, porque la supervivencia de los rivales pasa por empobrecer la existencia propia.