Él siempre será el número 5

25 Jul

El día es el mismo para todo el mundo, llega el final cuándo se ha terminado, ese día ya está aquí para Bernardo Rodríguez, acabándose su trayectoria como jugador profesional.

Se sabe complicado afrontar el día de la despedida profesional, mucho más cuándo tu trabajo es algo que comenzó siendo tu afición, luego tu vocación y más tarde una devoción que te ha mantenido en un entorno privilegiado con respecto al resto de mortales, pero que te ha exigido una serie de esfuerzos y sacrificios que muchas veces están por encima del premio que al final se recibe.

Bernardo ha tomado la decisión de retirarse a la vez de su compañero de generación Raúl López, otro de los ilustres del grupo de jugadores más brillante del baloncesto español, ciñéndonos a nuestro entorno, con el pase a los despachos del Baloncesto Sevilla, se le dice el adiós definitivo a una figura que está de forma obligada en nuestra memoria para poder entender el baloncesto de Málaga en los últimos años.

La vida deportiva de Bernardo Rodríguez ha sido casi de ensueño, no sólo por el currículum personal que ha conseguido, sino porque además ha sido en el club que, gracias a los vínculos familiares, era su casa incluso antes de nacer. No creo equivocarme si digo que él ha sido uno de los pilares para identificar al club con el entorno, y que además fue uno de los principales símbolos que contribuyó a identificar a la institución con la masa social.

No sé cuántos aficionados al baloncesto han envidiado todo lo conseguido por el capitán mientras que vestía la camiseta del abanico, pero creo que salvo el detalle de retirarse con esa misma camiseta, el que en principio siempre fue el hijo de Bernardo (ahora su padre para mucha gente es el “padre de Berni”), ha visto cumplido todos los sueños que pudo tener el primer día que entró a las canchas de Los Guindos para algo más que para acompañar a su padre.

Ahora, ante él se muestra la cruda realidad vista desde otro prisma, desde los despachos del Baloncesto Sevilla o del Betis Energía-Plus (si termina llamándose así) se enfrenta a lo complicado que va a ser cuadrar las aspiraciones del entrenador de turno con el presupuesto disponible para tener una plantilla competitiva y que rinda como se pretende, ojalá todo le salga como espera y planee, personalmente, será una alegría.

En la carta de despedida del baloncesto profesional como jugador, Bernardo Rodríguez ha dejado clara su alegría por la trayectoria desempeñada y ha agradecido especialmente su paso por Málaga, aunque haya terminado jugando los cuatro últimos años con otras camisetas. Ahora, cuando el Unicaja retire definitivamente el número 5, le pertenecerá para siempre, algo de justicia, ya puse aquí en su momento que me resultaba extraño verlo con otros colores, igualmente, tras verlo a él y a otro ilustrísimo de este club como Dani Romero, ver el número 5 sobre la espalda de otro jugador me provocaría un sensación rara.

Si de cartas de despedida y de canteranos hablamos, también esta semana se ha producido la de Álex Abrines camino de Oklahoma City Thunder, ¿qué decir sobre ésta?, ha quedado claro que al talentoso alero mallorquín los cuatro años en Barcelona le han influido mucho más que los tres que pasó en Málaga, que el periplo en el Unicaja ha tenido mucho menos valor para él que lo que ha supuesto estar en el todopoderoso imperio futbolero, y para mí, como malagueño y cajista es una gran pena, se podrá simplificar llamándolo pesetero y todo eso, pero está claro que su colocación en el mercado no fue sólo por el sueldo y que la labor de integración e identificación con el club que lo estaba cuidando y haciéndolo crecer como jugador y persona no fue todo lo buena que se necesitaba, quedando en la práctica como una pura relación mercantil, entre la empresa y un profesional de menos de 20 años… demasiado simple para esperar que salga bien.

Hoy he hablado de canteranos, aunque poner en el mismo plano a Rodríguez y a Abrines me parece darle un valor al balear que no se merece ni alcanzará para la afición del Martín Carpena, ya querrá recibir las ovaciones que ha recibido siempre el malagueño en su casa cuando él vuelva al Palau. De otro canterano que no viste de verde tengo que hablar también, de Francis Alonso. Brillante campeón europeo con la selección Sub20, hace un par de temporadas tomó la decisión de marcharse, todos nos lamentamos en su día de esto, pero no por el presente esplendoroso y el futuro brillante que se le adivina se eleva el nivel de enfado que produce que no siga en Málaga, simplemente, que un jugador del club quiera marcharse porque estime que aquí no es el mejor sitio para progresar, es una muy mala noticia.

Las fugas de Abrines y Alonso ya quedaron atrás, lo que hay que procurar es que no se repitan, porque al final, tanto el nivel de juego, como la exigencia o la realidad del equipo es la que provoca que sea el club la que termina no contando con el jugador, como ocurrió en el caso de Bernardo, pero al final, el trabajo por hacer está en que aquí esté la casa de todos aquellos que son nuestros y que no se sientan extraños.

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