Bueno, y también que lo oigan. No me duele confesarme seguidor del músico catalán, quizá el que más claramente ha manifestado seguir nuestro deporte, pero ahora me refiero a un pasaje escrito por él en un libro que para muchos de nosotros es una joya y que se hizo famoso involuntariamente al ser regalado por Pablo Iglesias a Pedro Sánchez. En la obra «Historia del Baloncesto en España» de Carlos Jiménez Poyato (Co-Fundador y Director de la web puntera solobasket.com), el rockero escribe el epílogo y recuerda todos los valores que a él le aportó nuestro deporte y que seguro que aún perduran en todos los sitios donde hay chicos, balones y canastas. En un año en el que el Unicaja tiene que dar la talla con una gran cantidad de inconvenientes, esos valores a los que se refiere José María Sanz han de servir de apoyo para poder encararlos y hacerles frente.
Tenemos en la cabeza la salida de la Euroliga, la incertidumbre palpable y más que presente ante una Eurocup que deportivamente va a ser más que complicada y que de entrada presenta una incógnita de dimensiones brutales sobre la respuesta que va a tener entre la afición malagueña, la plantilla que está sin cerrar y que aún necesita alguna pieza que solidifique al grupo y genere una ilusión que de momento no ha transmitido a tenor de lo visto hasta ahora y obligatoriamente he de incluir aquí las noticias sobre la nueva redimensión de la cantera. La pasada semana, a través de la Cadena Cope, Manolo Rincón confirmaba lo que ya sabíamos, que el Clínicas no saldría en ninguna de las LEB y que su relación con nuestro deporte se encauzaba ahora a patrocinar a la cantera de Unicaja. Que el júnior de Los Guindos, jugando en la cuarta categoría, pase a ser el escalón inmediatamente inferior a la plantilla ACB no es buena noticia para el baloncesto malagueño, pero si es la única solución que ha visto Manolo para la temporada próxima no hay mucho que decir.
La imposibilidad de afrontar en solitario una temporada por parte del Clínicas, que no haya recambio generacional en la cantera cajista y el cambio de gestión sobre los refuerzos foráneos en categorías inferiores, cierra de momento la aportación de jugadores por parte de Unicaja, así pues, no uno, sino dos lujos que hemos disfrutado en Málaga durante mucho tiempo pasan a ser un minusvalorado recuerdo. Nueva realidad que puede gustar más o menos, pero es la que hay.
Este verano que estamos viviendo, de noticias con tonos más oscuros que claros, con una continuidad del entrenador que lejos de significar una alegría suena a que no había nada mejor para ninguna de las partes; una campaña de abonos que no ha suscitado precisamente parabienes entre gran parte de la masa social; el afrontar las salidas –como la de Fran Vázquez–, que sigue siendo una asignatura pendiente mal gestionada y que una oportunidad tras otra no se mejora; renovaciones y fichajes que salvo en la oportunidad, bastante obvia por cierto, de Alberto Díaz, no terminan de cuajar; y una gestión de la cantera cuyo funcionamiento siempre va a suscitar controversia (sobre todo porque se habla desde el sentimentalismo), pero que ahora no sólo flojea en aportación de jugadores al primer equipo, sino también en galardones de equipo.
Motivos que te pueden deprimir o hacer pensar que lo que queda de verano sólo puede mejorar, o al menos eso espero. La situación actual transmite más sensaciones de estar capeando el temporal que atacando con ambición los problemas planteados, sobre todo porque la temporada 2016/2017 tiene todos los inconvenientes sabidos, pero es un reto que tiene una plaza para la Euroliga en juego, por lo menos a día de hoy, se compite en una Eurocup que puede dar alegrías o puede ser un soberano dolor de cabeza si no se encara –y tomo prestada la frase del Joan Plaza más enfadado- con ganas de «comerse el puto parquet». Por ello, para todos creo que sería bueno recordar el mensaje que transmite Loquillo en su aportación al libro de historia de nuestro deporte bajo el título de «Basketbol actitud» algo que no es ni más ni menos lo que sabemos todos los que formamos (en presente o en pasado) parte del mismo: lo importante va a ser que siempre tengamos esos valores presentes y no tengan que recordárnoslos, sobre todo, porque son los nuestros.