Pues sí, el año 2015 pasó a la historia, estamos en la mitad de esas fechas de grandes propósitos, sentimientos en ebullición e innumerables declaraciones de intenciones para lo que tenemos que encarar de inmediato, sobre todo para ir cumpliendo las expectativas que en gran medida hemos autogenerado.
Realmente no estoy hablando de aprender a bailar, hablar otro idioma, poner de acuerdo a políticos de signos opuestos o subir al Peñón de Gibraltar sin pasaporte, pero en lo que ocupa en esta columna, lo que le viene ocurriendo a nuestro Unicaja, seguro que los propósitos se parecen de un año a otro, pero en este caso, el escenario es muy diferente. Propósitos tales como ser competitivos, jugar semifinales en todas las competiciones, ser duros y solventes, seguir enganchando a los aficionados que están, hacer volver a los que se fueron son habituales y atemporales.
Lo que sí veo diferente es el escenario, puede pensarse que sí que ha cambiado el territorio en el que se mueve el Club Baloncesto Málaga, o al menos va camino de cambiar. Aunque el conflicto con la Euroliga y su redefinición para la temporada próxima no está cerrado, y realmente no se sabe en qué punto se encuentra, lo último que tenemos de forma certera es la expulsión de manera efectiva del club según lo acordado por la Euroliga y las declaraciones aclaratorias que se han hecho por parte de Jordi Bertomeu y Joan Plaza (cada uno desde su ámbito, claro está) en la que no han dejado sensación alguna de reinserción en la edición 2016/2017 de la primera competición europea.
Así pues, no sólo vale la incertidumbre al estar en peligro la clasificación para la Copa del Rey de La Coruña, sino que a esta fecha, no tenemos idea alguna sobre los requisitos a cumplir para poder acceder a cualquier competición continental para la próxima temporada.
Cualquiera, viendo la trayectoria irregular que mantiene el equipo podría decirme que suena a quimera hablar de Europa, pero yo voy algo más lejos, ¿cómo se estructura el trabajo del club más allá de la inmediatez diaria?, pensar en un futuro, por cercano que sea, parece una pérdida de tiempo. Lanzo una duda, ahora que es sabido que Mindaugas Kuzminskas acaba contrato, ¿qué se le ofrece al jugador para poner en valor su continuidad en Málaga?, no hay que olvidar que la época de ir pagando más dinero que los demás por jugadores de valía real pasó a la historia, si además no se sabe si el equipo jugará tal o cual competición europea, ¿se le ofrece playa, buena temperatura y un ambiente acogedor y divertido?, está claro que así podemos fidelizar a los jugadores para que vengan de vacaciones o cuando se retiren, de otra forma, la situación real se pone muy cuesta arriba.
He sacado el caso del jugador lituano por ser la pieza del equipo que ya está en el mercado, y que con toda seguridad está moviendo más Arturo Ortega, su agente, pero es tan simple que cualquier nombre de la plantilla puede ponerse en estas líneas, haber jugado Euroliga ha sido un plus que ha provocado que jugadores de primera línea vengan al Unicaja, el cual habrá de reinventarse en la forma de funcionar para atraer a jugadores que, o dan un paso atrás en su carrera no jugando en la primera competición europea, o están en un punto de la misma en la que Málaga sea lugar de paso para relanzarla o tomar impulso.
He hablado de jugadores, pero lo que está claro es que el entrenador es parte integrante de este grupo, sólo hay que recordar las declaraciones de Jordi Bertomeu refiriéndose a Joan Plaza y recordando que el actual entrenador del Unicaja “será con toda seguridad entrenador de un gran equipo de Euroliga en dos o tres años”, naturalmente, hay muchos equipos y Unicaja no tiene por qué ser uno de ellos.
Todas estas dudas sobre el futuro y el estatus a ocupar por el Club Baloncesto Málaga, van de la mano de las mismas dudas que están sobre el papel para poder resolver el primer problema grave de forma inmediata, la participación en la Copa del Rey, pero aún resolviendo de forma correcta los próximos tres partidos en ACB y cerrando el pase a La Coruña, no va a alejarse ese atisbo de inseguridad para saber a qué jugar y qué conseguir para poder ver si los objetivos de principios de temporada se van a parecer a los que se evalúen a final de la misma.