El momento de la temporada que se vive por parte del Unicaja conlleva estas cosas. Tiene ratos brillantes que bastan para ganar a Murcia, Fuenlabrada y Brose, se consigue alargarlos para cumplir con una noche de ensueño en Tel Aviv, cumpliendo con ese deseo que tenemos todos de ver jugar a cada hombre que viste de verde el mejor baloncesto de su carrera, pero hay veces que no es suficiente, y llega otro equipo que lo hace mejor que tú y termina ganando, simplemente, porque no te lo has merecido, así de fácil.
Del domingo, saco una versión positiva: sólo he oído de los miembros del equipo que el rival fue mejor, sin más, ni hablar de canastas dentro o fuera de posesión, ni triples contra tablero, el Laboral Kutxa ganó porque fue mejor, y porque el Unicaja puede deslumbrar como hizo frente al Maccabi, pero la página del curso aún no ha consumido muchas evaluaciones.
Cuando estamos asistiendo a la eclosión de Mindaugas Kuzminskas como jugador con marchamo de estrella, nos debatimos entre la felicidad de contar ahora con él en la plantilla y la zozobra por la más que probable salida al final de esta temporada, además gratis, sin aportar nada a las arcas del conjunto de la Avenida de Los Guindos. Es lo que hay. Vale que es difícil aventurar si el lituano con cara de niño va a repetir el caso de Jayson Granger o si llegado el momento seguirá, pero siendo sensato y haciendo un ejercicio de análisis de los últimos años del Club Baloncesto Málaga, aquí disfrutamos del mejor baloncesto al margen de la NBA contratando dos tipos de jugadores: el primer grupo engloba a los jóvenes que buscamos que exploten y den sus mejores momentos con la camiseta de Unicaja, para ello, han de proceder de equipos en un nivel inferior al malagueño, que tengan un objetivo u horizonte de mejora menor que el plantel que comanda Joan Plaza. El segundo tiene a jugadores más o menos veteranos, procedentes de equipos de fuste, que no han completado las mejores temporadas en su finalización de contrato y que buscan en Málaga reivindicarse o reencauzar su carrera en un equipo que les dé mayor protagonismo o les demande menor exigencia de manera permanente.
El tiempo ha dejado plasmado que la realidad del club es la que tenemos y seguimos disfrutando, gracias a la constancia y a la continuidad en la aportación del propietario y el trabajo en el banquillo de Joan Plaza y su equipo técnico, la importancia del entrenador catalán está en la línea que pudieron tener en la última época Bozidar Maljkovic o Sergio Scariolo, aunque los presupuestos manejados por el serbio y el el italiano no tienen comparación con el actual, el peso específico de la figura de Joan Plaza es tal, que no creo que ni en su contratación, ni en sus renovaciones se pensaba que fuera a adquirir.
Esto último -la importancia del entrenador en el proyecto- es algo que se repite y coincide en las épocas doradas en la entidad cajista, aunque quizá sea necesario plantearse si el problema que se vivió con Granger y que tiene todas las trazas de repetirse con Kuzminskas es algo que pudiera evitarse posteriormente, porque la pregunta que me puedo hacer es ¿cuánto tiempo puede mantenerse esto así?, acertando o fallando, pero en un escalón inferior a los equipos que luchan por títulos, algo lógico por la imposibilidad de pelear debido a la diferencia de presupuestos, pero siempre ante una exigencia de primer nivel, algo también lógico porque una vez llegado arriba, nadie quiere bajarse de la posición de privilegio.
Que el entrenador tenga tanta importancia conlleva situaciones que ya se han vivido en Málaga en ocasiones pretéritas, ahora mismo, una relación casi idílica, en otros momentos, menos romántica de lo deseado, pero si se tiene en cuenta lo que vivido y la situación actual, creo que toca estar cerca para seguir disfrutando lo bueno ofrecido, esperando que se alargue en las próximas situaciones y que el rendimiento siga por el lugar esperado.