Aunque sin un momento de descanso hay que encarar la ronda semifinal ante el FC Barcelona, reconozcamos que el momento de respirar aliviados es ahora. No me fijo si los objetivos están cerrados, cubiertos con suficiencia o simplemente se ha alcanzado el primer escalón, pero poder refrendar la participación sí o sí en la Euroliga de la próxima campaña era algo imprescindible.
Ciertamente a esta fecha no se sabe de qué forma va a desarrollarse la temporada 2015/2016 en cuanto a competiciones europeas, pero ante la rumorología que daba tres licencias A a España, y Unicaja quedaba fuera de ellas, pasar el primer playoff era imprescindible para no depender de la fiabilidad de Jordi Bertomeu, que resulta tan seguro como un chimpancé con un revólver, no hace daño si no actúa, pero como entre en acción…
Aparte de todo ello, la temporada del Unicaja merecía algo más que caer ante el Laboral Kutxa Baskonia, que por otro lado tampoco había hecho casi nada este año. Honestamente, tras el partido del sábado, lo mínimo que pedía el cuerpo era contener la respiración para esperar que lo malo pasara y el equipo que jugara el lunes por la noche fuera el de las buenas ocasiones, el de la “versión playoff” del jueves pasado, no el timorato y falto de consistencia que no ganó el sábado en Vitoria simplemente porque fue incapaz de presentar oposición ante un equipo que deseó más el triunfo y que planteaba para ayer lo peor que se podía esperar: un partido a todo o nada.
Ahora, con el Unicaja en semifinales, en el mismo lugar que la temporada pasada, esperamos que como mínimo muestre el mismo grado de solvencia y pelea frente al equipo de Xavi Pascual, que sí que está ante su única oportunidad de conquistar algo esta temporada, pero la pinta que tiene no es ni mucho menos la de un equipo que se vaya a dejar hincar el diente con facilidad.
En serio, puede uno pensar que el equipo catalán va a vencer con relativa facilidad, porque el Unicaja de ahora ofrece momentos que genera desconfianza y parece alejado de la solidez mostrada hace un tiempo, pero no me parecería justo dejar de lado todo lo que ha mostrado este conjunto durante muchos meses de competición una jornada tras otra. Ni la ocasión ni el rival necesitan una mayor concentración ni hacen necesario un más alto nivel de atención por parte de los integrantes del plantel de Joan Plaza, tener como rival en semifinales al FC Barcelona en una temporada en la que el equipo lo ha hecho muy bien ha de servir como impulso para querer dar un paso adelante y disputar de forma efectiva hasta el último instante de los partidos de playoff que resten.
Una de las constantes del equipo en esta temporada ha sido su regularidad y buenas prestaciones demostradas a lo largo de casi toda la temporada y la unión que ha demostrado con la afición, lo que comenzó siendo un trabajo lento, pero que iba asegurándose de forma estable tras la llegada de Joan Plaza al banquillo, tuvo su momento álgido tras el playoff del pasado año ante el Real Madrid, rentabilizándose una derrota de manera más que óptima, sin llegar a la situación aquella tan recordada de la final de 1995, pero mostrando un nivel de unión muy cercano entre equipo y afición, ahora esta temporada ha ofrecido momentos álgidos y parece que los malos tiempos son algo perteneciente al pasado y que no tienen por qué volver a repetirse.
Llegar a semifinales ha de significar una buena opción para seguir avanzando, con la idea de estar ante una misión complicada, pero sobre todo con el mejor de los respaldos al tener cerrado de forma casi segura la participación en la Euroliga del año próximo, dependiendo ello de si el Real Madrid hace correctamente su trabajo, para Unicaja es algo merecido, tras el alivio, ha de llegar nuevamente la tensión que requiere estar con los mejores, vamos, como durante todo el año.