Algo de entrenadores

Siempre se ha dicho que dentro de un español hay un seleccionador nacional, naturalmente, dentro de cada uno de los asistentes a un partido se reivindica que juegue uno u otro. O se exige que se ponga al equipo en zona, o que se pidan los tiempos muertos cuando se antoje al respetable. Y ni mucho menos: la figura del entrenador no sólo se supone que es la que manda en la cancha, sino que además es el que gestiona el grupo a diario, y sobre eso toma las decisiones.

Si hablamos sobre las decisiones del entrenador tenemos de todo, y a medida que vamos conociendo más o menos a cada uno, las manías o los “ataques de entrenador”, son menos comprendidos por aquellos que observan.

De lo más llamativo visto últimamente es algo que parece dentro de lo natural en el juego del Unicaja. Tras dos partidos muy buenos, ante Nizhny Novgorod y FIATC Joventut que suponen la primera victoria en Euroliga y mantener el liderato en ACB, no me sorprende ese presunto retardo de Joan Plaza a la hora de usar los tiempos muertos para desactivar el acierto del rival y revitalizar el propio, me llama la atención que hemos dado por bueno que el bajón del equipo coincida siempre con el tercer cuarto, está claro que si llegas al descanso en buena dinámica no te viene bien parar, pero hay veces que más que descanso, parece letargo.

Sobre el tema de los tiempos muertos, quizá sea como dice Alfonso Queipo de Llano: hay que plantearse si estamos tan convencidos de la efectividad del mismo, la ortodoxia ha dicho hasta el momento que sí, aunque ahora impera otra situación de juego, las continuas rotaciones de jugadores. Lejos queda la época del Real Madrid de Lolo Sáinz con Corbalán, Walter, Brabender, Rullán y Meister, o del Caja de Ronda de Mario Pesquera con Ramiro, Blanco, Arlauckas, Vecina y Brown, quintetos que más que iniciales o titulares eran perpetuos, sobre todo por la confianza que tenían los entrenadores en los jugadores. Ahora no se trata de fiarse menos, pero la exigencia de intensidad es tal, que muchas veces se trata de mantener una velocidad de crucero que se haga imposible para los rivales, aunque el viernes, con la actuación de Jayson Granger quedó claro que lo mejor para el equipo era su permanencia en cancha. A Joan Plaza no le dio ningún “ataque de entrenador” y los servicios del uruguayo fueron capitales para conseguir la victoria.

Cuando hablo de las rotaciones de jugadores, no me refiero a lo que observé en la versión europea del enfrentamiento futbolero Real Madrid-FC Barcelona. Aunque la temporada pasada quedó claro que esto no tiene por qué parecerse al final, de momento el equipo catalán muestra una cara extraña lejos de la Ciudad Condal, pero lo ofrecido el pasado jueves llama la atención, no sólo sobre el parquet sino también desde el banquillo, Xavi Pascual -imagino que descontento con la aportación de sus chicos- convirtió la rotación de jugadores en una puerta giratoria: los hombres de azulgrana entraban a cancha y al mínimo error salían de ella. Entre el acierto blanco y los errores, con autoría propia o provocados por el rival, el resultado: una actuación general que no resiste el mínimo análisis, por un modus operandi alejadísimo del baloncesto de élite.

Me sorprendió en gran medida, porque de alguien con la hoja de servicios del entrenador catalán no terminas de creértelo, sobre todo porque esa forma de funcionar rara vez surte el efecto deseado en los jugadores.

Curiosamente, ha vuelto a tocar hablar de entrenadores, si la semana pasada el relevo del banquillo del Clínicas Rincón estuvo presente, el domingo tuvimos la noticia del fallecimiento de Dean Smith, el que fuera mítico entrenador del no menos mítico equipo de North Carolina University, por sus manos pasaron jugadores dignos de estar entre los mejores de la historia, con mencionar a Michael Jordan creo que es suficiente. Se ha ido un maestro, dándole una vuelta a alguna de sus publicaciones, aunque haya pasado el tiempo y más allá de los ejercicios y la táctica, la filosofía de la que están imbuídos y que él impregnaba en su baloncesto no pierden un mínimo de vigencia, sobre todo para entrenadores de formación, la pena es que no sé si muchos de los jóvenes que ocupan banquillos de categorías inferiores lo conocerán, pero sería imprescindible que lo tuvieran en la cabecera de los inspiradores de su trabajo. Para ellos y para todo aquél que le guste nuestro deporte una frase: «¿Qué hacer con un error? Reconocerlo, admitirlo, aprender de él y olvidarlo«.