El Unicaja va por buena senda ahora que se acerca el final de la Fase Regular de la Liga ACB. El equipo parece que está acercándose a la velocidad de crucero necesaria para encarar bien los partidos decisivos, la parte complicada de la temporada que además tiene el habitual debate anual sobre si merece o no la Licencia A de la Euroliga con la versión 13/14 de la pelea con «Roig y Amigos». De todas formas, este año parece que no sólo va la cosa mejor, sino que el equipo está capacitado incluso para cumplir con mayor número de las condiciones que impone la Euroliga para dejar de lado la habitual polémica sobre los merecimientos para estar en la primera competición europea.
Encaminado el tema deportivo para la asignatura denominada «Euroliga», otro de los aspectos que anteriormente han sido «cosa hecha» para el Club Baloncesto Málaga es el tema de asistencia de público. Si bien, este año se nos ha publicitado que la asistencia a los partidos de Euroliga ha subido de manera tangible, este tema no deja de preocuparnos. Si por regla general la memoria baloncestística en Málaga habla de la época de Ciudad Jardín en la final de 1995 (como si no hubiera existido nada antes), de la mudanza obligada, de los títulos y de los tiempos gloriosos con los llenos perpetuos, ahora las cosas no se parecen nada. La simpatía que irradiaba el club está en otro plano y no sé yo cómo se digiere bien eso de rival a batir o nuevo rico al que se mira con desdén.
Lo cierto es que somos los de casi siempre. Con la necesidad de rejuvenecer la masa social, con campañas para atraer a gente, con quejas por parte de casi todos: que si no se valora al socio antiguo –perdón, abonado–, que si los descuentos para los abonados tendrían mayor predicamento si se aplicaran rebajas en las entradas, la veteranía –aparte de ser un grado– tendría que ser diferente y algo más que una bufanda a la hora de volcarse con quien lleve cuatro, diez o treinta años sufriendo por la camiseta verde… También podríamos discutir del horario. Un servidor es el mayor defensor del sábado a las siete de la tarde –será porque iba con mi padre a Ciudad Jardín–, pero después del partido ante La Bruixa d’Or es para pensar si, ya que es obligado jugar en domingo (no olvidar que se ha solicitado jugar los viernes en Euroliga), qué horario viene peor, porque de un tiempo para acá todos –sin discusión– tienen tremendos inconvenientes.
Lo del fútbol es caso perdido, porque la LFP y sus televisiones hacen lo que consideran conveniente, aún perjudicando a sus propios socios (no olvidar lo de los partidos de fútbol en lunes a las diez), pretender comprensión es como pedirle nobleza a una hiena. Pero además hay imponderables: que si hace calor (que buen día para ir a pasear), que si hace frío (cualquiera sale de casa), que si hay comuniones (¿cómo faltar a la del sobrinito empollón?), que si el rival es flojito (ganamos seguro), que si el visitante es fuerte (bah, seguro que perdemos), que si es partido de Liga Regular (tampoco es importante, tanto en ACB y Euroliga), que si es de play off (hasta semifinales no pasa nada), que si Sabonis se va (¿le ha importado a alguien?)… y seguiría demasiado rato hasta aburrirme.
¿Qué hacer? Ni idea, así de claro. Tengo líneas claras en la cabeza, como la crisis que mata casi todas las cosas que se pueden hacer. Y que los cimientos de nuestro deporte conllevan que es tan familiar que cuando en el club piensen en el precio de los abonos han de hacerlo en grupos familiares, porque al pabellón se va con pareja, hijos, hermanos o familiares diversos, pero en solitario es casi imposible. Me gustaría pensar que es de lógica acercar más el club a la gente, a todos aquellos que estamos o que en su día estuvieron, y pelear para que vuelvan, se comulgue o no con el ideario que se nos quiera dar desde dentro. Porque al final todos estaremos de paso, aunque muchos tenemos tantas vivencias ligadas a esa camiseta que nunca encontramos motivos para no estar ahí y estamos dispuestos a permanecer pese a quien pese.
PD.: Mi felicitación al equipo infantil del club que ha participado en el VII Torneo de Sant Adrià del Besós, jugando por primera vez en la historia la final, cayendo más que dignamente ante el equipo Talentos FEB sólo por 5 puntos, 74-69, selección oficiosa de la categoría realizada expresamente para este hecho. Derrotaron al Sant Josep Mallorca, Bàsquet Manresa y Joventut, y ahora encararán próximamente el Campeonato de Andalucía. Enhorabuena a Manolo Bazán y sus chicos.