O tiempo de playoff. La denominación que hacen los norteamericanos del momento de la temporada que vivimos tanto en la NBA como en la Euroliga. Para nuestra liga, aunque el Unicaja que ocupa nuestros desvelos está en situación de pedir que lleguen de inmediato, será necesario esperar unas semanas.
Recién acabadas las eliminatorias previas a la Final Four de Milán, la conclusión es similar a lo que previamente podíamos pensar, el playoff cuando se extiende a más de tres partidos, contar con la sorpresa, queda casi para imaginación más remota. Si se examinan las cuatro series. Salvo la que dilucidaron Emporio Armani y Maccabi se volcó para el equipo que obtuvo peor clasificación en el Top 16. De todas formas, la emoción ha quedado salvaguardada en las eliminatorias de los equipos griegos. Es curioso, para ser la imagen de esa lacra llamada crisis, en cuanto a nuestro deporte, olvidarse de los equipos griegos es tener que remontarse a la F4 de Madrid en 2008 para no ver algún conjunto heleno participar en el torneo o un poco antes, la de París en 2010 para ver el campeón de otra nacionalidad. Que tanto Olympiacos como Panathinaikos hayan puesto en problemas tanto a Real Madrid como CSKA Moscú, dos de los principales candidatos al título en la cita italiana. Aunque en los últimos encuentros de ambas eliminatorias la superioridad de españoles y rusos fue nítida, apostar previamente por quintos partidos era poco más que tirar el dinero.
La claridad vivida a la hora de resolverse los playoffs en la Euroliga va en sentido contrario a lo que se vive en la NBA, si aquí hemos tenido un respeto casi unánime por el rango clasificatorio, exceptuando la eliminatoria que tenía al organizador, y tampoco creo que haya sido una sorpresa mayúscula.
Más allá del Atlántico, sólo dos de las ocho eliminatorias han respetado la ventaja de campo, tan sólo en el Miami-Charlotte (3-0) se ajusta a lo que dictaban los presupuestos. Da lo mismo que haya eliminatorias entre los puestos más dispares de la liga regular. En las que enfrentan a los líderes de división (Indiana y San Antonio), no hay paz para los equipos que se suponía iban a dominar el playoff.
En la NBA, hablar de eliminatorias es algo más, es un premio real para los equipos que llegan, es un fracaso estrepitoso para aquellos que se quedan fuera y que a priori estaban preparados para pelear por estar arriba, es una marca que da valor real a según qué clase de jugadores y que realmente determina la importancia o no de ellos, siendo estos partidos la real evaluación sobre jugadores, entrenadores o equipos, al menos en la mejor liga del mundo.
¿Qué ocurre en Europa? Decididamente la rotación es de momento menor, siempre están los habituales arriba: Real Madrid, FC. Barcelona, CSKA Moscú son casi imprescindibles, Olympiacos, Panathinaikos y Maccabi no pueden faltar en esta lista y después ese listado de aspirantes a la gloria donde se podría meter a los antes clasificados como “outsiders” y que aspiran a la gloria más o menos esperada.
Está claro que hay diferencias entre la NBA y la más cercana Euroliga, pero a lo mejor está en el concepto de cómo funciona el negocio de una y otra organización. Para la heredera de la Copa de Europa, lo primordial es ofrecer un modelo de negocio y competición que provoque estabilidad y la posibilidad real y cierta que los vaivenes deportivos no van a alterar las posibilidades de éxito a largo plazo, de ahí, la traducción es que a los tramos finales casi siempre llegan los mismos. En Estados Unidos, existe algo tan primordial como el Draft que empuja a primar la igualdad entre los equipos, y aunque los cambios sean lentos y complicados, pensar que equipos como Oklahoma City iban a disputar las finales de la liga era casi una entelequia, y a esa conclusión se llega mediante las elecciones en el Draft.
El valor que pueden dar jugadores o entrenadores en el playoff es lo que se entiende como sinónimo de éxito para la NBA, para ello hay una serie de valores que están más allá de los puramente estadísticos y que quedan fuera de la simple mirada a los números individuales. Esto es lo que hace que se cotice tan al alza a aquellos que rinden en los partidos decisivos. Qué ganas tengo que lleguen aquí. Cómo dice Inma, mi esposa, me hacen mucha falta.