La situación actual que vive el Unicaja seguro que no era la que quería el entrenador, ni mucho menos la que deseaba. Cuando se producen las lesiones que todos tenemos en la cabeza (Calloway, Hettsheimeir, Vidal, Urtasun, Caner-Medley…) está claro que todos rezamos y abogamos porque sean breves, con poca trascendencia y que sirvan para que el resto del equipo crezca y acreciente su influencia en el juego del resto. Para paliar los problemas normales e inherentes en cada temporada que representan las lesiones hubo dos versiones ya conocidas: la del entrenador, en la que elegía contar con un parche o pedir un sustituto (ver las situaciones Calloway/Hettsheimeir). O la del club, que en el caso del brasileño llamaba a filas a todas las fuerzas vivas que lo dirigen (presidente, gerente, director deportivo y adjunto a la dirección deportiva) para decir que el presupuesto no daba para tanto. Digo yo que para esto no era necesario tanta gente y que tenga que ver tan poco con el tema deportivo.
¿Qué hemos sacado de todo esto? Para empezar, el equipo tiene una mayor identificación con el entorno, a pesar de la bofetada que supuso el tema Copa del Rey. La relación equipo-afición es mucho mejor que en ocasiones anteriores. El mensaje del entrenador estimo que está perfectamente aprendido y que los jugadores son más que valorados y queridos por los que pagan su abono. Además, los jugadores han dado un paso adelante, no definitivo, pero sí muy significativo, y aunque no se traduzca en victorias, el conjunto de momento aguanta.
Dentro del Unicaja, una de las actuaciones que hemos de valorar es la de Fran Vázquez. Siempre he tenido la impresión que Fran podía rendir y mucho. Lo considero uno de los 10 mejores pívots nacionales y desde luego no me he conformado con ninguna de sus ausencias de la selección nacional porque viendo los que acudían pensaba que el gallego tenía sitio entre los mejores de España. Al igual que entendí que su salida de Málaga era un fallo que tendría que haberse evitado, la vuelta no terminé de creerla en los términos que se nos vendió, sobre todo con esa versión que nos anunciaba la salida de Álex Abrines a cambio de su vuelta. El Fran Vázquez de este año está rindiendo de forma más que óptima, recibiendo el balón en su sitio, aportando donde realmente es útil y está feliz en su nueva casa cerca del Palacio de los Deportes, disfrutando de su familia y su ciudad. A tenor de esto, pensar que analizar un cambio así, una pieza por otra, puede darse como bueno y más que correcto, pero pensé en su momento y sigo pensando que Fran estaba loco por salir del Barça y más que dispuesto a volver a Málaga, y que la oferta final (por encima del millón de euros), que lo coloca como el jugador mejor pagado del plantel no necesitaba perder necesariamente una pieza que hubiera sido más que vital en un futuro inmediato como es el caso de Abrines.
Ahora que se acerca una nueva vuelta del mallorquín a Málaga, seguro que algunos gritarán «pesetero» y otras cosas, y no le voy a quitar yo las ganas de desahogarse a alguien que paga (la afición es soberana, aunque pueda equivocarse), pero ojalá el dinero hubiera sido la única causa de la salida del chaval del Club Baloncesto Málaga. Sigo sin entender por qué un jugador que estaba a gusto en Málaga, que se sentía importante en el equipo, que iba a ser un nexo de unión más que sólido entre equipo y afición y que iba a servir para que los jóvenes (esos que hay que enganchar y fidelizar) se vieran representados en su club terminara marchándose de aquí por una gestión de su renovación no todo lo adecuada que requería el asunto. Con la salida de Abrines se perdió una de las mejores oportunidades de haber recuperado el terreno perdido entre el club que existe ahora y la gloria pasada. Sobre todo porque la asignatura «identificación con el proyecto» hubiera estado aprobada con sobresaliente, cosa que tras las salidas del balear, Bernardo Rodríguez, Pepe Pozas o Alberto Díaz hay que intentar solventar a cada momento. La venida del Barça el viernes significa mucho para el equipo, sobre todo porque la plantilla (sanos o lesionados) lo está haciendo bien. Creo que se merecen estar entre los ocho mejores en Euroliga y que además no seríamos justos acusando a Álex Abrines de lo que no fue el principal motivo para que hoy no siguiera vistiendo de verde. El viernes es día señalado en rojo para que se acerque el pase a la siguiente fase de la Euroliga y todo el mundo vaya a animar al Unicaja y poder derrotar al rival, uno de los placeres de la vida.