Acto de justicia

21 Ene

Es un gusto tener la opción de repetir en positivo el inicio de la columna de una semana a otra. Sobre todo cuando empieza con “buen balance para el Unicaja esta semana”. El balance de ésta es aún mejor, sobre todo porque los rivales eran de mayor entidad, los partidos más importantes y el calado de las victorias ante Fenerbahçe-Ülker y Herbalife Gran Canaria es muy superior, aunque la validez numérica sea exactamente la misma que ante Anadolu Efes y CB Valladolid.

Hablaremos ahora de la velocidad de crucero, algo que luce bonito a la hora de hablar del equipo y todo eso, aunque realmente espero que el conjunto haya encontrado de momento algo que añoraba: el camino para localizar la madurez y la dureza mental que la competición va a reclamar como cuota obligatoria para poder competir todo arriba que se pueda.

Me gusta pensar que el equipo va en la senda adecuada, que cada día más se van sumando a la causa para hacer mejor a este Unicaja y los últimos partidos están sirviendo para recorrer más pasos en la senda de la reconciliación.

Aunque no me gusta el aspecto de las gradas en algunos partidos, los que están en ellas se están convirtiendo en los mejores publicistas de una causa que –aunque vivió tiempos mejores- está recuperando cada vez más sensaciones placenteras. Que la gente vaya identificándose con jugadores es buena noticia. Que además algunos no señalados a priori como piedras angulares del proyecto, como ocurre en los casos de Zoran Dragic y Vladimir Stimac, sean los que reciban el cariño del aficionado a base de entrega y trabajo es aún mejor. Hay motivos para que la gente siga recuperando la confianza, y además hay necesidad de manifestar que se está agradecido.

Todos necesitamos que de vez en cuando se nos de una palmada en la espalda y tengamos la oportunidad de agradecer los buenos momentos, como ha ocurrido con la vuelta a su casa de Michael Ansley, quizá la figura más visible del equipo de la temporada 1994/1995. Aquel que en su día llegó como un americano más y que tenía todos los condicionantes para pasar por aquí sin dejar más huella que otros, entró en nuestra historia particular por un fallo que en teoría nos apartó de la gloria y que en la práctica sirvió para que tras años establecidos y puestos en el mapa del baloncesto nacional, a Málaga se nos mirasen de otra forma.

El autodefinido “Mejor cuatro de Europa” protagonizó nuevamente en nuestra ciudad otro episodio de gloria totalmente merecida, como quedó patente el viernes y el domingo. Que en el partido frente al Fenerbahçe-Ülker, un entregado Palacio de los Deportes diera un merecido aplauso a todos los que realmente formaron parte de aquel equipo de la temporada 1994/1995, no fue sino un acto de justicia y de expresión de madurez en algo tan emotivo como un homenaje a los que disfrutaban en la cancha de su trabajo y hacían cómplices a los que a veces sufríamos y a veces disfrutábamos. Aunque algunos estuvieron ausentes, el homenaje en forma de aplauso cuando iban siendo presentados fue para los que realmente fueron artífices del éxito, también iba para los que no pudieron estar el pasado viernes en Málaga y lo merecían.

El cariño expresado mutuamente tanto por unos como por otros es otra buena noticia, ahora que andamos en este proceso de recuperar las sensaciones que nos traigan recuerdos de un pasado agradable, la visita de Michael Ansley ha sido un buen momento ayudado por dos grandes partidos del equipo.

A mi padre, le gustaba comparar a Michael Ansley con Charles Barkley, por fisonomía y tipo de juego no iba muy equivocado, mi padre nunca supo que suplió a “Sir Charles” durante ocho partidos en los Philadelphia 76ers en la temporada 1991/1992, el mordaz Barkley al ver a Ansley cuando lo ficharon dijo que esperaba “un jugador de verdad para suplirlo durante la lesión, no una fotocopia borrosa de si mismo”, aquí ha quedado demostrado que recuperar parte de nuestra vida es tan reconfortante como volver a leer un libro antiguo, oír una canción que trae buenos recuerdos o ver una película que nos reconcilia con partes de nuestra historia particular que puede que a veces nos irriten por la actuación de terceros que simplemente están de paso.

Tal vez por eso, tendré que darle otra vez mi aplauso a nuestro Barkley particular, además cuando alguien recuerda lo bonito que ha sido para él algo de lo que tú también formas parte, no cabe sino alegrarte.

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