Según la definición, proletario es aquel que carece de propiedades y sólo tiene como bien la fuerza de su trabajo. Sin meternos ahora en discusiones políticas más propias de principios o mediados del pasado siglo, desde hace años tengo claro que lo único que tenemos muchos es la fuerza de nuestro trabajo, algo que parece un artículo de lujo en los tiempos que corren.
Viendo la trayectoria del equipo del Unicaja, el devenir de sus actuaciones, sea en la competición nacional, o en la europea, tengo claro algo que se puede hacer extensible a muchos equipos en la liga: o se trabaja, o aquí no eres nadie.
Ni mucho menos me considero un visionario, simplemente entre la observación de lo que llevamos vivido con el equipo y tomar nota de lo que dicen los profesionales de esto, se puede ver que la llave del éxito para una gran mayoría de conjunto pasa por la defensa.
Las palabras del entrenador Moncho Fernández, aludiendo a la inexistente defensa de su equipo, el Río Natura Monbús ante el Tuenti Móvil Estudiantes como motivo de la derrota, no hace sino corroborar algo que vemos como elemento común en las derrotas del equipo de Joan Plaza. En la última, vivida en el partido ante el Laboral Kutxa de Sergio Scariolo, culpo directamente a la deficiente defensa, de los males del equipo de verde. Aunque el rival esté más que lúcido cara al aro, un entrenador como Joan Plaza y la idea que se tenía del conjunto antes de empezar pasaba por una defensa agresiva, que pusiera las cosas más que incómodas a los rivales y que a través de poder correr mucho en campo abierto, se evitaran los casi eternos problemas que puede tener este conjunto en el juego estático.
Que un conjunto como el Unicaja no quiera alcanzar la excelencia a través de la defensa es algo anacrónico. Que la felicidad en el juego no llegue a base de querer empobrecer el juego del rival es un grave error y, sobre todo, dejar que el contrario enceste y plantearte permanentemente que el secreto va a estar en conseguir un punto más a final del partido, puede quedar bien en el patio del colegio o en las partidos con los colegas, pero no en competiciones tan exigentes como la ACB y la Euroliga.
Aún tengo dudas si la plantilla es la más adecuada para conseguir el nivel defensivo que propuso en su momento el entrenador. No sé si interiores como Rafael Hettsheimeir o Vladimir Stimac tienen la capacidad atlética necesaria para desarrollar la defensa que se quiere plantear o si el equipo mentalmente va a ser capaz de tener la fortaleza que los conjuntos que tradicionalmente son grandes muestran en los instantes más necesarios y que todavía andamos esperando.
El que este Unicaja no esté entre la élite europea es algo que no ha de martirizarnos. El talento es algo que anda reducido a algunos pocos que todos tenemos en mente y que tenemos que sufrir como contrarios en muchas ocasiones. Pero sólo talento ofensivo no es suficiente, invito a que revisen el Olympiacos-Fenerbahçe Ülker del pasado viernes para que disfruten de un gran partido y del gran esfuerzo que demuestran dos grandes plantillas en ambos lados de la cancha. Ser un proletario de esto no está tan mal, sobre todo si hace del esfuerzo una de sus señas de identidad, y también si se tiene claro que un momento de relax termina pagándose muy caro, como esos terceros cuartos en los que parece que el equipo viene más del spa que del vestuario.
No soy el único que ha reclamado mayor dureza mental por parte del grupo a la hora de afrontar los desafíos que plantea el contrario y espero que llegue pronto, eso y mayor continuidad en el esfuerzo seguro que dotarían de la fortaleza que se busca para ser todo lo sólido que la competición requiere, con lo que se tiene es suficiente. El trabajo terminará dando sus frutos. No tengo dudas.
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