Rutinas y gestión de emociones

26 Nov

Como todo hijo de vecino, servidor tiene sus rutinas, otros se pondrán estupendos y los llamarán “procesos de reafirmación” o simplemente en cristiano podemos hablar de manías. Entre las que tengo, está poder ver cualquier cosa que tenga relación con el baloncesto, no sé si puede ser más o menos insana, pero llevo mucho conviviendo con ella y no me veo cambiando en breve.

Este fin de semana (contando desde el jueves) no han sido muchos los partidos que he visto, del partido de Euroliga del viernes, saco en claro que, además de ponerle la alfombra a un Vasilis Spanoulis de rendimiento imperial, la sensación de problemática grave flotaba en el ambiente al dejar las gradas del Palacio de los Deportes. Está claro en esos momentos que la sensación de bajón estaba apoderándose del equipo, el ánimo aparecía por los suelos y lo vivido con Olympiacos tenía toda la pinta de instalarse como otra situación mal gestionada… otra vez.

No era cuestión de ser más o menos pesimistas, simplemente, cuatro derrotas en cinco partidos no invitaba a festejos cara a la visita del domingo a Bilbao.

De esta forma, el encuentro ante el equipo vasco tenía mala pinta, aunque el debut de Rafa Pueyo en el banquillo local no es dulce, la única victoria en ACB ante el FC Barcelona y la Eurocup que lleva (comandando el grupo B igualado con Dinamo Sassari y el Cedevita de Jasmin Repesa), unido a las sensaciones que transmitía el plantel de Joan Plaza, generaba todas las dudas del mundo.

Tras el domingo: Unicaja es tercero en la Liga Endesa, a una victoria del Valencia, equipo que maravilla junto con el líder Real Madrid. De la Euroliga, aunque se puede hablar con toda la razón del mundo de situación más que complicada, con el agravante además de jugar sólo un partido (Báyern Munich) de los cuatro que restan en Málaga. De todas formas, seamos serios, si este Unicaja no es capaz de ganar en casa a los alemanes y fuera dos partidos de los que jugará en Polonia, Turquía o Italia es que ha hecho muy poco para merecer el Top16.

Entre los partidos que he visto, el domingo tuve la impresión de lo complicado que resulta gestionar el sentimiento de euforia. El equipo que iba por delante en el marcador defendía a toda pista, robaba balones, anotaba canastas fáciles, celebraba cada punto como el gol de Iniesta en Johannesburgo… en el segundo cuarto. Al final salieron derrotados, y es que a veces el viento a favor termina empujando tanto que termina tirándote al suelo.

Naturalmente que pienso eso de menos mal que Unicaja ganó en Bilbao, porque se harían muy largos los días hasta el partido del Stelmet, y con el triunfo en el Bilbao Arena está la opción de poder llevar mejor el trabajo semanal para que el plantel verde rinda como se espera. El mal ánimo que seguro que había el viernes por la noche es malo de gestionar, pero también sería inconveniente pensar que ganando el domingo hay que estar felices. Queda mucho por hacer y el reto inmediato que significan los cuatro partidos que quedan de Euroliga es accesible pero ni mucho menos va a resultar fácil, sobre todo por la falta de solidez que aún se detecta en el proyecto, que el domingo parece que dio la bienvenida definitiva a Ryan Toolson.

La llegada en firme del americano a la extensa rotación es más que bienvenida, porque con la ausencia aún de Txemi Urtasun, se echaba de menos alguien que anotara en situaciones complicadas y con un rango de tiro lejano. Cuando el navarro se incorpore tal vez llegue el problema que es manejar tantas cartas, baraja por cierto que para ACB.com tiene que ser de la más extensa de la liga, porque si se mira el resumen estadístico en la web, se ve que el Unicaja tuvo trece jugadores, ya que incluyeron a Maodo Nguirane en la alineación, poniendo trece jugadores. No hubo bastante con los siete cambios de España en el amistoso del otro día, sino que además, ampliamos descuadres en las cuentas.

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