Ahora que el equipo del Club Baloncesto Málaga ha sufrido dos derrotas, prácticamente en el último tramo de partido en los dos compromisos de Montepaschi Siena y Laboral Kutxa, entre las muchas circunstancias que puedan analizarse llama la atención que se produzcan en el tramo final del encuentro.
Habrá opiniones que llamen la atención sobre las derrotas ante dos equipos con muchas ausencias y con muchos problemas de índole diversa, que cuentan con mejor pasado que presente y que impresionan más por el palmarés que por las previsiones de rendimiento. Por otro lado, ni Siena ni Baskonia hicieron malos partidos el jueves, y los de Sergio Scariolo tuvieron aguante suficiente para no venirse abajo. El Unicaja actual no ha dado muestras de bajar la guardia en ningún encuentro y los problemas del equipo de Joan Plaza, aparecen más en la vertiente atacante que en la defensiva.
Sin querer darle la razón o discutir con el entrenador catalán sobre ser «la mejor defensa», parece que los problemas vienen más por el ataque. La situación del juego interior parece que va de forma adecuada, aunque aún tiene recorrido pendiente. Y ya que tenemos overbooking en las posiciones de escolta y alero, el tema de la dirección del juego es quizá lo que más echo de menos. Además, se podría focalizar en el caso de Earl Calloway, hombre conocido por Joan Plaza de su etapa en Sevilla y que con el fichaje de Jayson Granger parecía que iba a complementar mejor la pareja de directores de juego caso de que ésta hubiera sido formada por el uruguayo y Marcus Williams.
Lo cierto es que el ex colegial no está defraudando, es más, no es buena noticia que las dos últimas derrotas lleguen con las ausencias del mismo durante los últimos minutos de partido, por elección (Siena) o imposición de sus 5 faltas (Baskonia). Opino que no es buena noticia por lo inconveniente de maximizar la importancia de un jugador en contraposición a otro. Ambos bases son diferentes, han de ser complementarios y necesitan aportar lo mejor de cada uno de ellos mismos al equipo. Para ello se formó esa pareja.
¿Nos quedamos con la botella medio llena o medio vacía? Creo que si no hacemos de la «Maldición de los tres últimos minutos» (por las dos últimas derrotas), algo tan duradero como lo inconveniente que está resultando visitar desde 2006 la sede del gobierno autónomo vasco, la construcción del equipo no está siendo errónea. Es más que necesaria la estabilidad en el tema lesiones para que el trabajo del entrenador se note de forma eficaz, pero creo que la plantilla necesita no echar de menos a nadie para saber hasta dónde pueda apuntar el rendimiento de la misma, es necesario identificar roles que aún están pendientes de asignar y saber si eso tan en boga de «salir a competir» es real o sólo una frase hecha más que tendremos que ir añadiendo a lo de «no hay enemigo pequeño», «hay que sudar la camiseta», u otras tantas que tenemos tan cercanas.