La semana pasada me refería al fútbol para tomar como ejemplo algo que funcionó en el Málaga CF y que no surtió el efecto deseado en el CB Málaga –la figura de un director general–, pero ahora que hemos asistido a la mejor versión histórica vista en la avenida de Martiricos, como de soslayo, tenemos que el Unicaja va pareciéndose al equipo que queríamos en verano y que esperábamos desde hace tiempo. Cierto es que los resultados, –ésos que sientan cátedra en realidad, no las opiniones que algunos lancemos–, ahora lucen verde esperanza porque el equipo ha ganado nueve de los últimos once encuentros. Pero no hay que olvidar que hace poco nos poníamos verdes, pero de envidia, al ver el juego que no desplegaban los chicos de Jasmin Repesa y que sí hacían tantos contrarios que se enfrentaban a ellos. Puede seguir generando dudas el juego del equipo, la dirección del entrenador, la validez de una apuesta que sirve siempre y cuando la moneda salga cara y, sobre todo, cuando el juego del conjunto parece que depende más de la inspiración individual de según qué jugadores que del patrón que habitualmente desarrollan. Sobre todo porque los elementos que se repiten son esos momentos de desconexión que se ven en cada partido y que, menos mal, se van reduciendo cada vez más en el transcurso de los encuentros. El entrenador vaticinó que su plantel ganaría diez partidos en el momento que consiguiera tres victorias seguidas, cosa en la que ha acertado. También tiene toda la razón del mundo al requerir mayor intensidad incluso cuando el marcador termina sonriendo, aunque el Unicaja ha conseguido últimamente victorias importantes, como las obtenidas ante Uxúe Bilbao, Real Madrid o Panathinaikos. La sombra de la duda que todavía hay que despejar es si rivales de mayor entidad hubieran sido tan tolerantes con los momentos de juego dubitativo o imprevisible de un equipo que ha crecido en cuanto a la aportación de los miembros de la plantilla, consiguiendo que el núcleo importante de la misma (Calloway, Williams, Urtasun, Vidal, Simon, Panko, Zoric y Fran Vázquez) tenga ahora la consistencia necesaria para poder pelear en momentos importantes.
¿Puede ser suficiente? Depende. Si se minimizan los momentos grises de esos ocho jugadores y se consigue que los otros miembros (Lima, Dragic y Perovic) aporten en lugar de restar, volverá a darle la razón a su entrenador cuando éste decía que entrando en play off el equipo malagueño no sería un rival cómodo para nadie. Este plantel tiene que estar más arriba. Ahora hay que ver si los que están en el segundo grupo son válidos y merecen más minutos de los que tienen en cancha. Incluso habría que plantearse si, integrarlos en la rotación, es algo que perjudica al grupo en lugar de servir como repuestos válidos para los que han dado aire de equipo de verdad a esta plantilla.