Tras atravesar semanas sólo con derrotas y otras sólo con victorias, este equipo nuestro parece que ha encontrado el equilibrio: una de cada. El Club Baloncesto Málaga va completando una temporada en la que vencer a los rivales que le preceden en la tabla se hace casi imposible, pero el viernes ante Zalgiris Kaunas tocó pinchazo ante un equipo que estaba por debajo y casi provoca el portazo a la competición europea cuando quedan aún cinco partidos para llegar al final del Top 16. En la Liga Endesa, la visita del Uxue Bilbao ha significado que los de Fotis Katsikaris se unen al FC Barcelona Regal entre los equipos que adelantan al Unicaja y que han caído con las huestes de Jasmin Repesa.
Me gustaría que hubiera sensatez. Espero que los árboles en forma de victorias no impidan ver el bosque que supone la situación actual y la que puede estar por llegar. Momento de vida de un club prisionero de los resultados en los que el proyecto actual no deja de ser otra apuesta fallida tras años de generación de sinsabores para la masa social y el propietario. Necesidad de saber cuál es el objetivo real por el que pelear y, sobre todo, enunciarlo de forma que quede claro dónde está la frontera de la decepción y cuáles son los objetivos mínimos para su cumplimiento.
El rosario de planteamientos que no terminan resultando, que es en lo que se convierten las temporadas en los últimos años, es una losa muy pesada a la cual hay que unir los condicionantes externos. Una definición del club alejada de la realidad, pensando, o al menos no expresando en voz alta, que la situación cierta no está en los días felices de hace unos años, algo que perjudica y mucho a la relación con el mundo exterior. La prueba de madurez para todos (jugadores, entrenador, resto del club, medios de comunicación o aficionados) en la que se convierte el tiempo que vivimos arroja detalles que no pueden pasarse por alto ni negarse.
Tengo mis dudas sobre si hay un plan para arreglar el problema en el que se ha convertido la gestión del equipo. O, simplemente, se espera que la moneda salga cara más veces que cruz y que los mismos actores que no han conseguido hacer bien su trabajo den la vuelta completa y que el rendimiento sea el correcto. Si es así recomendaría un paseo a la calle Granada a los rectores del club a pedirle al Cristo de Medinaceli que enderece esto. No importa que haya pasado el primer viernes de marzo, es una cuestión de fe, y realmente este proyecto necesita más de fe ciega que de confianza o paciencia, cualidades que tanto entrenador como presidente se encargan de repetir como un mantra en cada comparecencia pública para que no se nos olviden los ingredientes necesarios. Yo iría más lejos: creo que es cuestión de fe.
Me gustaría decir en voz alta que todo va a ir bien y que el equipo va a ir hacia arriba. Y creo que al igual que a mí, le ocurre al resto de aficionados, al menos a los que quedamos. Ésos que silban al entrenador, pero que al menos animan al equipo y meten presión a los contrarios y los árbitros, funciones que cumplen con lo que se le requiere a los seguidores de un equipo. La afición tampoco pasa por su mejor momento, aunque tendríamos que plantearnos si la época aquella de llenos consecutivos no era sino esa expresión tan malagueña de apostar a caballo ganador. Ahora que en la práctica estamos más o menos la mitad no es que seamos los de Ciudad Jardín, no hay que olvidar que hasta el glorioso, recordado, pasado, repetido, añejo y hasta aburrido mayo de 1995, tampoco había llenos allí. También se habían pasado por temporadas aciagas y por divorcios que costaban más o menos arreglar para seguir en buena armonía.
Es muy complicado retomar el camino, sobre todo cuando se tiene la sensación desde fuera que no comulgar con todo lo que se expresa desde el club se toma como una agresión o un delito de traición a la patria, aunque algunos se crean en posesión de ella. Actualmente no hay una persona viva dotada de la infalibilidad (Joseph Aloisius Ratzinger la perdió hace unos días). Parece que las únicas buenas intenciones para mejorar el estado actual de las cosas sale de aquellos que tienen la suerte y la responsabilidad de estar al mando, y que el resto, en el momento que no estamos de acuerdo en algo, no cumplimos con nuestra obligación, aunque simplemente manifestemos una opinión contraria. Honestamente, pienso que no es el mejor camino para acercarse al segundo mejor activo de este club (la afición), puesto que el primero siempre ha sido el propietario.
Como tengo tan claro que esto hay que arreglarlo de la manera que sea y que la senda no pasa por limitarse a dejar que transcurran las jornadas rezando para que el equipo siga ganado partidos y se arreglen las equivocaciones cometidas por quienes eligen, mi mayor deseo sería al final de temporada ver al equipo allá arriba. Que los irreductibles fieles seamos más que los casi cinco mil habituales del Palacio de los Deportes y que la paz social sea otro valor que justifique ante el propietario del Club Baloncesto Málaga su inversión. Humildemente, sería lo mejor para todos.
Esto hay que arreglarlo
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Mar