Árboles sagrados

10 Oct

Ahuehuete o “viejo del agua” : ¿Árbol de la Noche Triste?

En la imagen que ahí arriba puede verse tapando en parte la iglesia que hay al fondo, está un árbol que llaman ahuehuete o “viejo del agua” y tal vez sea, según una arraigada tradición, el árbol de “La Noche Triste”, aquella noche que en que llegó Hernán Cortés, según cuentan, al llanto tras haber sufrido una penosa derrota antes de lograr la plena conquista de México. El ahuehuete llega a vivir más de 500 años. Ahora, sin embargo, queremos tratar de otro árbol, también relacionado con el famoso conquistador de las primeras tierras continentales que los españoles del siglo XVI llegaron a poseer. Nos referimos a la ceiba. Abajo de estas líneas pueden ver la imagen de una ceiba, en su plenitud más florida :

Imagen de una Ceiba

La ceiba es un árbol sagrado para los mayas y también para otros muchos pueblos ancestrales, tanto en la América central y del sur, como en África. Según se mire, no hay árbol apenas en todos los continentes que no tenga en sí una historia mágica, o mítica, o sagrada, cuando no medicinal. Los árboles en realidad son seres dotados de un enorme poder, un poder que en parte nos es conocido y, según alcanzo a intuir en ocasiones, en gran medida aún muy desconocido. ¿O acaso no hemos ya olvidado en nuestra “memoria consciente” que fueron los árboles nuestros primeros hogares?

Es más que posible que la sacralidad que le estamos atribuyendo a los árboles proceda de ese lejanísimo origen, en el que vivíamos aún muy hermanados los seres humanos con ellos. O incluso puede que se deba, además de eso, al hecho innegable de que la materia misma esencial del árbol ( materia : madera ) acaba siendo lo que nos acompaña de por vida.

Sea esto como sea, nos limitaremos a referir aquí una anécdota, aprovechando que hemos citado el nombre de Cortés y estamos nombrando árboles que tuvieron una fugaz pero muy intensa “presencia”, sin duda, en su vida. Tomo la anécdota del relato tan vivo y hondamente sentido que hace Bernal Díaz del Castillo de la conquista de la Nueva España :

“…Y allí tomó Cortés posesión de aquella tierra por Su Majestad y él en su real nombre, y fue de esta manera : Que desenvainada su espada dio tres cuchilladas, en señal de posesión, en un árbol grande que se dice ceiba, questaba en la plaza de aquel gran patio.” (cito del capítulo XXXI de la edición de SARPE, 1985, págs. 125 y 126).

Dichas estas cosas ocurridas hace ya más de 500 años (pues fue en el año de 1519 cuando se empieza la conquista de la Nueva España, que es el nombre que primero tuvo México entre los españoles de entonces, volvamos al árbol ceiba y a su carácter sagrado. Decíamos más arriba, en un párrafo anterior, que es posible que la sacralidad de los árboles nos venga de muy lejanos tiempos. Pienso en el origen mismo de la humanidad, y aventuro la idea de que, desde los inicios mismos de la noción de lo sagrado (y también de los mágico) entre los humanos, algunas plantas y con ellas también algunos árboles pronto adquieran un carácter casi divino por razones diversas.

Pero sin ahondar ahora en este aspecto, me conformo con marcar este hecho : los cedros, los cipreses, los robles, los olivos…, etc., se han asociado a cosas sagradas. Cosas sagradas tanto de la vida como de la muerte. Y esto es algo que la Humanidad asimiló desde muy lejanos tiempos y ha transmitido de manera constante siglo tras siglo.

El árbol ceiba, con propiedades curativas además, es uno de estos “seres semi-divinos”. Y que la actualidad tienda a ignorar estas cosas y desdeñe, e incluso dañe, ( ¡de manera inicua! ) la naturaleza misma de árboles y plantas, sólo significa una cosa : la profunda deshumanización que se extiende en amplias capas de nuestra actual sociedad. ¡Qué gran cosa sería que de una vez por todas fuéramos capaces de ver cuanto nos rodea con mirada inteligente, y actuáramos en consecuencia!

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