Limpia Málaga: Por una Merced abierta.

11 Nov

Por fin nos encontramos con una buena noticia en la ciudad y es que la Junta de Andalucía ha aprobado ya el proyecto de demolición de la manzana de la Plaza de la Merced. Un hito que se supone marcará el inicio de algo futuro, incierto y sin definir pero que, sin duda, nos va a traer cosas buenas a la ciudad.

Esta alegría aparente por el asunto encaja a la perfección con los deseos reales de muchos ciudadanos de que la de la Merced sea una plaza abierta y desintoxicada de elementos agresivos visuales.

Málaga tiene un desgraciado catálogo de construcciones que han taponado elementos claves de nuestra almendra para convertir estampas hermosas en postales más propias del Torremolinos de los ochenta.

El Málaga Palacio y el edificio de telefónica como pantalla horrible de nuestra Catedral, los torreones en Campos Elíseos o algún pirulí en la plaza de la Victoria y el Compás son algunos de los ejemplos de las locuras y barbaries acometidas en nuestra Málaga años ha.

Ahora, nos topamos con la hermosa oportunidad de darnos de bruces con una estampa hermosa, limpia y fresca al atravesar el túnel de la Alcazaba y encontrarnos con una plaza en plenitud, sin contaminación que nos devuelva a todos a un espacio que nunca pudimos ver ni vivir y mucho menos apreciar.

Pero hay problemas. Porque se supone que el inicio de esta historia para por construir algo en el espacio que van a derribar. Bajar para volver a subir. Qué tontería. Pero parece ser que, los que mandan, consideran necesario que se levante un algo en ese solar de tal manera que la ciudad enriquezca con espacios culturales, sociales, etc etc… que todos sabemos que acabarán siendo bares.

A este hecho hay que sumarle que, en la trayectoria de este desvelo, tenemos que añadir el tropiezo del bueno de Antonio Banderas con el asunto. Ahí iba situado su gran proyecto al que muchos pusimos pegas por no llegar a comprender y del que supo salir a tiempo, airoso y demostrando una vez más que es uno de los mejores exponentes que tiene nuestra tierra.

Dicho esto, tras muchos concursos, planes, programas y cosas variadas de esas que no sirven para mucho, salvo para el que imprime lonas y cartones pluma se forre con estas cosas, ha resultado que existe un proyecto que ha gustado al munícipe: Un conglomerado de cosas  ambiguas que trae un grupo de empresarios de Córdoba y que aúna cultura, entretenimiento, hostelería y cosas variadas. O lo que es lo mismo, un gran salón de usos múltiples que puede servir para conferencias, teatros y cosas variadas con sus buenos bares.

No parece mala cosa. No sería lo peor que se realizara en Málaga ni mucho menos. Pero todo apunta, por los plazos y la indefinición que suele suceder en la ciudad, que podemos tener suerte y encontrarnos con que ese proyecto se dilate en el tiempo. Cosa que no va a suceder con la demolición que ya tiene su fecha puesta en la primavera del venidero diecinueve.

Esto quiere decir que, si Málaga sigue siendo Málaga y todo sigue funcionando de aquella manera, nos podemos encontrar con una plaza limpia de blocacos durante un largo espacio de tiempo y eso hará, sin duda alguna, que la gran mayoría -que ya existe-, defienda con total seguridad que se deje ese espacio abierto y luzca aún más la gran Plaza de La Merced.

Y es que resulta necesario limpiar la ciudad de este tipo de construcciones que tanto daño nos han hecho. Y que los esfuerzos se centren en proteger aquello que no hay que derribar –La Mundial– y se pongan las piquetas en las barrabasadas que padecemos todos.

Málaga es la ciudad en la que se construyó sobre un teatro romano -realmente sobre algunas piedras-. Es el lugar donde se mantiene cerrado un espacio arqueológico único, montado y con el plan museístico hecho pero que no tiene la luz verde por las peleas absurdas de unos y otros por intereses políticos y que aguarda su apertura en Calle Agua. No tiene sentido alguno que, una vez extirpado el tumor de ladrillo que oprime a la Merced se pretenda levantar otra historia que no aporta mucho a la ciudad salvo dos monólogos que se celebren y tres bares que vayan cerrando y abriendo constantemente como ya sucede con el Mercado de la Merced.

Abramos la ciudad y no levantemos errores del pasado con fachadas del presente pues el error seguirá siendo el mismo. La ciudad pide a gritos espacio. Oxígeno y color verde. Que la Alcazabilla tenga su continuación abierta y aséptica hasta la Casa Natal de Picasso sin toparse con vistísimos edificios de cristales para pretender proyectar una modernidad o frescura que aportan realmente proyectos antagónicos.

Hay que proteger la ciudad. Y fomentar esa limpieza no es cosa de Limasa sino de Urbanismo. Y que cuaje el emblema de limpiar el centro. Y que éste nos abra los ojos a lo que realmente esconde. Que es bien bonito. Y está enterrado en basura.

Viva Málaga.

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