Historias de terror

19 Ene

Me llegan historias bastantes inquietantes sobre centros educativos. Se trata de edificios con un toque siniestro como aquellas mansiones victorianas que han dado tanto de sí en cuestión de espíritus ululantes y leyendas sombrías con mucho abracadabra.

La primera tiene que ver con un colegio de Arriate, donde se dieron cita un abundante colectivo de murciélagos. Nada que objetar contra los quirópteros, que, pese a estar asociados por tradición literaria a los vampiros, son una especie inofensiva e incluso benefactora, aunque tal vez, digo yo, que el mejor lugar para que hagan sus necesidades no son las aulas de un colegio.

En todo caso, peor lo tienen en la EOI (Escuela Oficial de Idiomas) de Granada. La definitiva sede que ha sido elegida para estas institución- hasta ahora itinerante por la ciudad-se ha establecido en un edificio siniestro de la zona norte, ubicado en un solitario baldío, que emula a uno de esos páramos desangelados que tanto le gustaban a nuestros románticos.

Es un buen lugar para filmar una película de terror, pues cuenta con gratuitos efectos especiales. Durante las clases hay súbitos apagones de luz y al efectuarse las audiciones, dada la pésima acústica, el sonido reverbera como en las sesiones de psicofonía. Esto, en una planta segunda, donde no faltan los techos con goteras, pone su toque a lo Tim Burton en plena noche gélida de invierno granadino. No hay que olvidar que el horario vespertino es el favorito en este tipo de centros, porque los alumnos que acuden a él trabajan en su mayoría en horario matinal y no pueden escoger. Y mucho menos los profesores a los que se les asigna este horario.

El problema es que este centro no ha sido destinado para filmar películas de terror, sino para enseñar y aprender y, en ese área, que exige tranquilidad, no resulta nada idóneo. Ir con miedo al trabajo o al aprendizaje es un lastre, un engorro y un despropósito. Y el miedo se ha convertido, sí o sí, en un compañero inseparable para los usuarios de este edificio.

Cómo no, si ya llegar hasta allí es una aventura de riesgo. La única línea que lleva hasta este lugar recóndito es la N-5, de muy poca frecuencia, y el vehículo en ocasiones ha sido apedreado y tiroteado, dejando a los viajeros al cabo de la calle. Eso puede resultar estresante, cuando una persona para acudir a su centro de estudios, ha tenido que coger dos buses más y emplear una hora y media en el trayecto.

Por supuesto, para evitar tales males, hay quien va con vehículo propio. Eso no les libra, sin embargo, del susto de encontrarse con encapuchados que les piden dinero por aparcar con la consecuente intimidación o de hallar su moto o su coche abollados, en el mejor de los casos, o no hallarlo siquiera en lo peor. Los robos son frecuentes.

Claro que no siempre es así. Una alumna, al salir de una reunión, encontró, en efecto, su coche. Hasta ahí bien. Lo malo fue que luego le abrió la portezuela un desconocido y, desabrochándole el cinturón, la invitó a abandonarlo “por su bien”. A su lado, otro desconocido en el asiento del copiloto le dio las mismas indicaciones y, a la postre, con dos tripulantes más, el coche robado partió en rauda carrera hacia una gasolinera de Jun para asaltar la caja, llevándose el contante de 400 euros.

La alumna que estaba embarazada se llevó tal susto que por la salud de su hijo y por la suya propia ha dicho que no volverá a la Escuela, aunque se pierda de obtener el título.

Y eso que el título lo necesita, ya que es profesora de instituto y, como sabemos, a estos se les exige un nivel de inglés para trabajar con el proyecto bilingüe. El conocimiento de los idiomas responde a una inquietud intelectual, pero también a una exigencia en el campo laboral, pues, además de los profesores, al resto les es requerido un nivel en lengua extranjera para conseguir un trabajo. Y no todos tienen dinero para pagar una academia privada, ni falta que haría, si se tomasen las medidas necesarias. La enseñanza pública puede paliar todas las necesidades; los mejores profesionales trabajan en ella, pero hay que dotarla de los medios técnicos imprescindibles. No hacerlo es una falta muy grave de respeto a los docentes y a los alumnos y, en general, a toda una comunidad que la está costeando con el pago de los impuestos. Y se paga lo suficiente como para que esa Escuela de Idiomas esté en el centro, accesible a todos, y en un edificio digno con su iluminación pertinente y sus óptimas condiciones acústicas. Somos Europa ¿no?, pues en el resto de Europa se hace así. Yo he estudiado idiomas en Francia e Italia con mucho placer, en edificios públicos, muy bien acondicionados, a los que podía acceder a pie y sin ningún peligro, por supuesto.

En España las condiciones deberían ser iguales; comodidad, seguridad y respeto a los usuarios, que somos todos. Hay que reestructurar los barrios donde impera la marginalidad. En eso estamos de acuerdo, pero eso se hace antes de obligar a tantas personas a convivir con conflictos que nunca se han remediado. Los mismos que han relegado a la Escuela de Idiomas de Granada a la zona norte, deberían resolver las cuestiones delictivas del barrio para que fuese un lugar óptimo para la enseñanza y el aprendizaje. No confundamos el objetivo.

4 respuestas a «Historias de terror»

  1. Enhorabuena por el artículo!
    No se puede describir mejor la situación que estamos viviendo, aunque el delegado de educaciónn no lo vea de la misma manera.
    Tal vez o no conoce la escuela ( jaja ) o quiere que la EOI de Granada desaparezca.

    Gracias.

    • ¿Que desaparezca? No es posible ¿Qué van a hacer los profesores que, por imperativo, han de ser bilingües? ¿Y qué los jóvenes que deben acceder a un trabajo con conocimiento de idiomas? ¿Irse a una academia privada? ¿Podrán costeárselo? ¿Para que sirve, entonces, pagar impuestos?

  2. El caso de los murciélagos, pase. Tanto se invadieron sus hábitats en el pasado, reciente y presente, que incluso, sin considerarlos vengativos, siempre viene bien un poco de la propia medicina; y porque son poseedores de las cinco vocales, algo de lo que pueden vanagloriarse muy pocas palabras. Tiene menos gracia el asunto de la Escuela Oficial de Idiomas de Granada. Sabe a Detroit decadente, con su violencia, sus robos, sus tiros, sus encapuchados…moviéndose todo ello dentro de una pasmosa y asumible normalidad cotidiana. ¿Será que abunda, nos vamos habituando y por eso mismo asusta…? Inquieta bastante que no se tomen todas las medidas necesarias, porque, siendo de película de terror, lo plausible, en última instancia, sería contratar al Motorista Fantasma, bien remunerado, eso sí, que hondo es el foso de los reptiles y fondo hay.
    Seguramente, hoy, sin mediar lo romántico, Washington Irwing se lo pensaría antes de entrar en Granada; o tal vez le daría un buen rodeo. Él, que conoció la picaresca de esta ciudad y, sin embargo, llegó a decir que sus gentes eran pobres, pero nobles; orgullosas y dotadas de una gran dignidad…Por eso mismo, merecen otro lugar, otro ambiente, para su Escuela de Idiomas.
    Saludos

  3. Bien lo dices, Winspector, estos actos brutales de violencia se toman como pecata minuta, ya que han pasado a formar parte de la cotidianidad, sobre todo, en ciertos barrios, más que nada, porque no se ha puesto remedio. Y si es así, ¿hay que condenar a profesores y estudiantes a convivir con el miedo? ¿No es posible destinar la EOI de Granada a una sede más apacible? Yo diría incluso en un lugar, además de céntrico, hermoso, que en esta ciudad no faltan. ¿Queremos competir con profesionales políglotas en el mercado europeo, dotar de profesores bilingües a los centros? Pues bien, créese el clima y esos profesionales no tendrán parangón.
    Póngase el edificio en lugar ameno, próximo a un jardincillo y con el solo rumor de las aguas de una dulce fuentecilla, y esos alumnos hablarán por los codos cualquier lengua. Estas son las inversiones que hay que tomarse en serio y hasta en sirio…

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