La visita a la Málaga de 1885 del primer Smerdou

16 Feb

El conocido historiador Antonio Nadal dona al Centro de Estudios Julián Sesmero Ruiz de Alhaurín de la Torre la traducción de una carta de 1885 de José Smerdou, padre del cónsul de México, sobre su primera visita a Málaga.

El saber no entiende de fronteras, por eso el Centro de Estudios Julián Sesmero Ruiz se encuentra en Alhaurín de la Torre y es un equipamiento que los investigadores deben tener en cuenta por la importante documentación que contiene.

Una de las últimas incorporaciones engrosa la ya importante documentación que el centro tiene sobre Porfirio Smerdou, el famoso cónsul de México en Málaga quien, en Villa Maya, en El Limonar, ocultó a malagueños partidarios de Franco y la República para salvarles la vida durante la Guerra Civil.

Se trata de una donación del historiador Antonio Nadal, que a su vez fue un obsequio que le hizo el propio don Porfirio en 1986: la traducción mecanografiada de una carta escrita en italiano de José Smerdou Bosich, padre del cónsul mexicano, en la que recoge los recuerdos de su primera visita a Málaga en junio de 1885, cuando contaba 23 años.

El padre del cónsul escribía en italiano a su familia de Trieste, que entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro, de hecho, su presencia en Málaga tuvo que ver con un viaje de estudios, encargo de una fundación de Trieste para fomentar los intercambios comerciales entre España y el Imperio de Francisco José.

Tras dejar Almería, donde asistió a la procesión del Corpus, arribó en barco al Puerto de Málaga. La ciudad contaba entonces, informa el joven, con unos 80.000 habitantes. Al enviado del imperio le llamaron la atención las calles «tortuosas y estrechas» (calle Larios no llegaría hasta seis años más tarde) y su impronta árabe.

También le gustaron bastante la plaza de la Constitución, la de la Merced y la enorme cantidad de palmeras, así como la plaza de toros, que tildó de «monumento nacional».

Y por supuesto, la Catedral, «un momento verdaderamente grandioso y riquísimo en valores artísticos».

De los malagueños sacó la conclusión de que eran «amables y serviciales con un espíritu vivo y franco» y se le fueron los ojos detrás de algunas jóvenes con mantillas, «dotadas de espíritu y salero».

Pudo darse el enviado de Trieste una vuelta por los alrededores de Málaga para constatar la proliferación de «árboles tropicales y exóticos, palmeras, cáctus y chumberas».

Y dado el carácter comercial de su misión no se olvidó del vino dulce; de hecho compró una botella para la familia.

La expedición le hizo concluir que dejaba Málaga «con verdadera pena». Lo que no sabía don José es que durante la I Guerra Mundial terminaría echando raíces en Málaga, después de ser destituido como cónsul de México en Sevilla por el estallido de la Revolución Mexicana.

En Málaga fue enterrado en 1937, un año en el que su hijo estaba salvando la vida a decenas de malagueños mientras se jugaba la suya. Todo comenzó con esta visita.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.