El pasotismo frente a una plantita en extinción

16 Jun

Han tenido que ser los miembros de la plataforma en defensa de los Baños del Carmen los que retiren la basura y los escombros con los que malvivía el Limonium malacitanum, en peligro crítico de extinción.

Aunque a la planta de nombre científico Limonium malacitanum se le conoce como la siempreviva malagueña, pertenece a una familia distinta de las siemprevivas, aunque les una la tenacidad para salir adelante en lugares complicados para subsistir.

Y desde luego, la siempreviva malagueña lo tiene complicado. Es una planta costera de cualidades casi heroicas, porque sobrevive en una de los litorales más acementados de España, nuestra Costa del Sol, que no derrocha precisamente horizontes salvajes, sino que más bien es un inabarcable paseo marítimo enlosado y con edificios, valga la redundancia, a la vuelta de la esquina.

La presión del turismo y de la construcción han convertido el Limonium malacitanum en un exótico superviviente de nuestras costas, con el dudoso honor de encontrarse en peligro crítico de extinción. La académica de Ciencias y botánica Blanca Díez Garretas, la gran divulgadora de la siempreviva malagueña, la incluía hace unos años en el Libro Rojo de la Flora Vascular amenazada en España.

Lo milagroso es que todavía subsista en los acantilados de Maro y en lugares tan inhóspitos para una planta salvaje como Málaga capital o Torremolinos.

Como era de esperar, en Málaga nuestras autoridades no le han hecho ni puñetero caso. Un servidor supone que, el hecho de que la planta luzca un nombre en latín ya supone un obstáculo insalvable para algunas de ellas (hace unas semanas, un alto cargo malaguita al leer unas palabras en latín confundió el signo latino & -la conjunción «et»- con el más molón inglés «and» y así lo pronunció, sin complejos, ante un nutrido auditorio).

Reflejo de ese pasotismo botánico y medioambiental ha sido el ignominioso estado de conservación de la siempreviva malagueña en el que quizás sea el foco costero más importante de Málaga capital: el Balneario del Carmen.

Con motivo de un encuentro de La Opinión con la plataforma en defensa de los Baños del Carmen, hace unas semanas, los vecinos pudieron comprobar que el Limonium malacitanum compartía espacio vital, a duras penas, con escombros varios, botellas, ropas destrozadas y hasta con los restos mugrientos de un colchón colocado encima de algunas de estas plantas.

Si resulta complicado sobrevivir en la Costa del Sol, hacerlo en un asomo de vertedero ya es una heroicidad vegetal. Los miembros de la plataforma tuvieron el detalle, a comienzos de mes, de limpiar la zona y delimitarla con unas cintas, al tiempo que colocaban fotos de las plantas con la advertencia de su difícil situación en la costa malaguita.

El viento ha desmejorado la instalación, pero queda el gesto de civismo frente al pasotismo institucional, fruto, probablemente, de la falta de interés o de formación de nuestros transhumantes cargos públicos, que hoy sirven para un roto, mañana para un descosido y así nos va. ¿No estarán también los expertos en peligro de extinción?

 

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