Jardines internacionales en el barrio de Teatinos

4 Abr

Hace unos días un vecino de Málaga, poco ducho en la pronunciación de apellidos extranjeros, se lamentaba ante el firmante de la proliferación en nuestra capital de calles con tantos nombres extranjeros, en especial de pintores y compositores.

Este vecino, huelga decirlo, parecía no acordarse de la ingente cantidad de apellidos extranjeros que levantaron esta ciudad y que bien merecen nuestro esfuerzo para vocalizarlos.

Teatinos es uno de los barrios en los que el callejero se muestra más internacional. Hoy hablaremos de uno de los tramos más bonitos, el que se extiende entre las calles Kandisky y Pirandello y que contrasta con el mareante diseño de las celdillas colmeneras de la Ciudad de la Justicia que está justo enfrente.

Para contrarrestar la deprimente arquitectura funcionarial, se han desplegado unas preciosas zonas verdes que comienzan en una pequeña plaza en la calle Kandisky, con el suelo de diseño geométrico, pero sin las curvaturas estilo Barbadillo de la avenida de Andalucía. En este terreno abundan las jacarandas y arranca un primer frente de Cercis siliquastrum o árbol del amor, todavía en flor y con el recuerdo del pasado mes de marzo, mientras se prepara para ceder el testigo florido de abril a las bahuinias.

También abundan los ficus podados como gigantescos cuadrados, muy propios de los jardines franceses y por tanto a juego con el suelo de aceras geométricas.

Siguiendo en dirección a la Ciudad de la Justicia y pasada la avenida de Gregorio Prieto –con una bonita glorieta en la que se exhiben dos olivos de aspecto centenario– abandonamos al pintor ruso para entrar en los terrenos del dramaturgo y escritor Pirandello, que nos recibe con unos jardines en los que, manteniendo las especies anteriores y algunas yucas, son numerosos los prunus o ciruelos rojos, que tan lustrosos resultan bajo la lluvia.

Los ficus de este tramo, una pronunciada y ancha curva, son de mayor tamaño que los recortados en forma de cuadrado y llaman la atención por el grosor de sus troncos, así que, pensando en las próximas generaciones, dentro de un siglo tendrán el mismo esplendor que los ficus de la Alameda (los periodistas del 2150 podrán hablar entonces de la «otra bóveda arbórea»).

Y por encima de parterres, podas y otras medidas de ajuste botánico, la Naturaleza sigue su curso y ha llenado el césped de florecitas amarillas, de esas que pocos saben su nombre y que sin embargo, convierten el paisaje en algo memorable.

La curva continúa su destino hasta desembocar en otra placita parecida a la anterior, una vez pasada la calle Frank Kafka.

Kafka, Kandisky, Pirandello, tres nombres asociados a unos preciosos jardines de Málaga que merecen nuestra pronunciación y homenaje. Los únicos que no pasarán a la posteridad son los bancos. Una vez más, en todo este paseo se ha impuesto el diseño único de planchas de mármol sin respaldo, ideadas por algún masoquista sin corazón y por lo que se ve, sin dolor de cervicales ni de espalda. Con esta salvedad, que ustedes disfruten de estos jardines de Teatinos.

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