Tres rincones para escapar de los efluvios

16 Ago

"Jóvenes con sombrero gansteril y pinta de haber sido tronistas en Tele 5 avanzan por la calle dando tumbos y exhibiendo unos ojos enrojecidos que ya los quisiera Cristopher Lee para sus películas de Drácula". / Arciniega
"Jóvenes con sombrero gansteril y pinta de haber sido tronistas en Tele 5 avanzan por la calle dando tumbos y exhibiendo unos ojos enrojecidos que ya los quisiera Cristopher Lee para sus películas de Drácula". / Arciniega

En efecto, ¿para qué negarlo?, llega un momento de la jornada en el que la Feria del Centro se convierte en una reedición chunga de La noche de los muertos vivientes con música de Los Amaya. Jóvenes con sombrero gansteril y pinta de haber sido tronistas en Tele 5 avanzan por la calle dando tumbos y exhibiendo unos ojos enrojecidos que ya los quisiera Cristopher Lee para sus películas de Drácula.

De acuerdo, la Feria del Centro, en algunos momentos de la jornada, es la apoteósis del chusmerío, la victoria de la juerga beoda y la de los saltos rítmicos tribales con loas al alcohol y cánticos de magia vudú contra los sevillanos, culpables de nacer en esa ciudad maldita junto al Guadalquivir.

La Feria de Agosto en el Centro Histórico se convierte, en muchos momentos del día, en unos sanfermines sin toros pero con un buen número de cabestros. ¿Para qué negarlo?, no se va uno a poner uno a escribir un artículo laudatorio hablando del olor a jazmines cuando estos días los únicos olores poéticos que nos llegan son los de la uva fermentada (y de ahí en adelante). Pero, admitiendo que el invento de la Feria de Día se nos desmadró hace tiempo, todavía quedan reductos, como auténticos Fort Apache, capaces de ofrecer oásis de diversión sin necesidad de zombis. La caseta del Niño Jesús, junto a la Casa de San Juan de Dios; el restaurante El Jardín, junto a la Catedral, del que este periódico habló el pasado domingo y, aunque con más gente, la caseta del colegio de La Normal, en la plaza de la Constitución, suelen ofrecer destellos de esa Feria del Centro familiar del pasado pero sin muertos vivientes ni pringue solariega.

El foso de fomento

El pasado jueves esta sección publicó la foto de un foso infranqueable para discapacitados con silla de ruedas muy cerca de la calle de la Princesa, delante de un paso de cebra frente a las playas de Huelin. Se trata de una especie de canal para aguas de lluvia o riego, que en la jerga técnica se llaman «rigolas», aunque la palabra «rigola» no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua.

El concejal de Movilidad, Raúl López, aclaró ese mismo jueves que el canal está en una vía de la que es competente el Ministerio de Fomento. El Ayuntamiento envió una carta a este aletargado organismo el 20 de enero de 2010 reclamando que solucionara el problema. Fomento respondió que lo arreglaría pero de momento nada ha cambiado.

Como sea tan competente como con el camino del jardín botánico de La Concepción, que es de su negociado y del que ya hemos mencionado que lleva 17 años siendo un riesgo para los visitantes que llegan a pie a la finca, el colectivo de minusválidos está aviado.

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