Bicis sin control

23 May

Los pasados días se celebró una boda en bicicleta entre dos directivos de la asociación Ruedas Redondas. Un simpático reportaje fotográfico de unos ciudadanos que impulsan desde hace tiempo el uso de esta modalidad de transporte en nuestra ciudad. El casi eterno verano convierte a Málaga en un lugar propicio para estas cadenas limpias de combustión. El premio jamás alcanzado por Zipi y Zape. Un deseo perpetuo de niñez para quienes rondamos los cincuenta. Un juguete que despierta memorias felices con un solo pedaleo. La bicicleta al igual que los koalas inspiran buen rollo a primera vista. Cosas del subconsciente. Sin embargo, ahí está la realidad traicionera para señalar al koala como un marsupial muy agresivo y a las bicicletas como un peligro cuando abandonan su condición de juego. No es un problema sólo en Málaga. En algún momento podríamos ser más civilizados que los demás para algo. El otro día vi a un tipo que cruzó Calle Larios sobre su bicicleta, con sus auriculares puestos y tal dosis de chulería en el cuerpo que le impidió pedir perdón cuando estuvo a punto de atropellar a una niña pequeña cuyo único error fue corretear por una calle peatonal. Ayer, otra vez por una Calle Larios como siempre repleta de viandantes, dos jóvenes iban haciendo el caballito con sus estupendas máquinas diseñadas para bajar montañas a saltos. Estas dos estampas se producen a diario por aceras y aceras. ¿Dónde está la policía local en calle Larios? A la vez me pregunto si la normativa municipal de movilidad contempla a los peatones. Quizás veamos un día la boda entre dos miembros de una hipotética asociación Zapatos Inocentes nacida para la defensa del viandante. Cualquiera conduce una bicicleta a pesar de que no todos los humanos disponemos de las imprescindibles cantidades de prudencia, sentido común y civilidad entre esas recónditas arrugas del cerebro. No me importa escribirlo, y sé que no debo hacerlo, pero si hubiera sido mi hija la que hubiera estado a punto de ser atropellada por el tipo aludido, ni él ni yo habríamos regresado limpios a casa. Una enajenación mental como otra cualquiera. La barbarie aparece cuando las administraciones no impulsan leyes que eviten el enfrentamiento entre los ciudadanos. Una reacción tan humana como el buen rollo.

La bici tiene que ser contemplada como instrumento de transporte o como juguete. Me encanta desplazarme a mi trabajo a pedales cuando puedo. Pero encuentro que el tramo de carril ciclista que transcurre por el Paseo Marítimo Antonio Banderas abunda en la idea de pedaleo como divertimento. De diseño reciente, traza curvas según el perfil de las edificaciones. Además, algún sesudo diseñador municipal lo rodeó con arbustos regados cada mañana mediante aspersores. Agua en las curvas a horas en que los concejales no se han despertado aún. Ya he conocido incluso a ciclistas profesionales que se han caído a causa de esa implacable mezcla entre las leyes físicas y la desidia, cuando no torpeza, de los responsables municipales de varios ramos. Yo sólo llevo dos golpes. Para que la bici sea un medio de transporte habrá que construir carriles efectivos y delimitarle espacios por los que no pueda transitar. Los padres aconsejaban a los niños que mirasen a derecha e izquierda (arriba y abajo) antes de cruzar la calle. Cuando uno camina por las aceras del centro de la ciudad, sea zona peatonal o no, parece que atraviesa una cancha de baloncesto durante un partido. Los tiempos avanzan. Tenemos derechos y deberes cuando andamos y cuando conducimos un vehículo a motor. Hay quienes piensan que la bicicleta está dispensada de cualquier responsabilidad sobre su entorno. El mejor modo de promocionar el uso de la bicicleta como medio de transporte consiste en considerar este ingenio mecánico como eso, un medio de transporte, lo que implica superficies de rodamiento seguro y normas de conducta. Las tecnologías llegan a Málaga antes que la civilización. Esperaremos a que sucedan un par de desgracias para que nuestro ayuntamiento regule este caos sobre dos ruedas.

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