El éxito como ley

5 Nov

La competitividad se ha convertido en una exigencia inexorable. Hay que ganar. Hay que ocupar un puesto preeminente en la escala correspondiente. La que sea. O mejor, en todas. Digamos que el medio se ha convertido en el fin. Obtener un lugar de preferencia en lo exámenes de PISA, por ejemplo, es el objetivo de la educación. No un medio para mejorar, sino el fin que conseguir.

Cuando el éxito se convierte en la ley, poco importa la naturaleza de los medios.

En educación, en política, en negocios, en ventas, en deportes, en audiencias…. Hay que ganar. Entre países, entre provincias, entre comunidades, entre escuelas, entre clases, entre alumnos, entre hermanos.

– ¡Si fueras como tu hermano!, dice la madre con un gesto de tristeza ante el boletín de notas del hijo que ha fracasado en los exámenes.

Están menos orgulloso de él. Hasta le quieren menos. Como si el amor se comprase con sobresalientes. Como si hubiese que ser el primero para ser querido. Pero el amor es gratuito.

Y, a veces, para ganar vale todo. Comparar no sólo es una manía. Se trata, más bien, de una perniciosa y muy poco rigurosa forma de pensar. A veces se oye decir, por ejemplo, que tal o cual deportista es el mejor de toda la historia. Como si se pudiera comparar a un boxeador con un futbolista, a un arquero con un corredor de fondo, a un tenista con un lanzador de jabalina. Y a todos ellos con un ciclista. Como si fuese posible hacer una escala comparativa entre personas de distintas épocas, de distintos lugares, de diferentes condiciones. Qué manía. ¿Se podría decir que la catedral de León es más hermosa que el cuadro de las Meninas o que éste tiene más valor artístico que el Discóbolo de Mirón?

Lo que cuestiono es el absurdo y nocivo afán de la competitividad, de las clasificaciones. Se ha convertido en un tópico el decir que hemos de ser “competitivos”. Desde esta perspectiva, los demás no son compañeros, sino competidores y rivales. ¿Sería razonable ayudar a los competidores?

Parece que si una persona no es la primera, ya no es nada. Y primero sólo hay uno. La competitividad lo preside todo, lo adultera todo. Algunos padres presionan a sus hijos para que sean primeros en una competición, para que obtengan mejores notas que los otros, para que finalicen el torneo como campeones. De poco sirve el esfuerzo si no se ha llegado a ese fin.
La filosofía de la competitividad tiene mucho que ver con la injusticia (porque cada persona parte de unas capacidades y de unas condiciones diferentes), con la superficialidad (porque no se llega a la esencia de las cosas), con el engaño y las apariencias (porque no se consideran los efectos secundarios y los de largo plazo)… Existen infinitas formas de mentir. Una de ellas es la de las estadísticas. Recuérdese aquella curiosa historia del restaurante que fue denunciado por incorporar excesiva carne de caballo en las albóndigas de pollo. El dueño afirmó que mezclaba las carnes a un cincuenta por ciento. Confidencialmente le explicó a un amigo que la proporción era un caballo por cada pollo.

El éxito del deporte en un país no se ve en la satisfacción de los niños y niñas que lo practican sino en el número de medallas que alcanzan los deportistas de élite. El triunfo de un colegio es el número de aprobados en la selectividad (no importan los medios, no importa el trabajo, no importan las consecuencias…), la obsesión de un equipo es conseguir el título de campeón…

Y así se hacen clasificaciones de los mejores colegios del país, se realizan escalas de belleza, se confeccionan taxonomías de resultados… Casi nunca se analiza de qué condiciones se parte. Pocas veces se piensa en el esfuerzo realizado, difícilmente se valora la situación de los que no obtienen el éxito…

¿Qué sucede con los índices de audiencia de los programas de televisión? Lo importante es conseguir el mayor número de espectadores: no importa la calidad del programa, no importan los medios, no importan los contenidos… Un público no formado o deformado rechaza un programa de educación… Y un programa de zafiedades ocupa el primer lugar en los índices de audiencia. Ese es el programa que triunfa, el que se mantiene año tras año. Verdad es lo que todos dicen que es verdad. Recuerdo aquel perspicaz grafiti: Comamos mierda, millones de moscas no pueden equivocarse.

Cuando el éxito se convierte en la ley, poco importa la naturaleza de los medios. Vale todo: pisar al otro, hacer trampas, decir mentiras, sobornar al poderoso… Cuentan que dos cazadores se vieron implicados en un pleito. Uno de ellos le preguntó a su abogado si no sería una buena idea enviarle al juez unos jamones. El abogado se mostró horrorizado. El juez en cuestión era una persona que se enorgullecía de su incorruptibilidad. Un gesto como éste produciría justamente el efecto contrario. Una vez concluido y ganado el juicio, el cazador invitó a su abogado a cenar y le agradeció el consejo referente a los jamones. ¿Sabe usted? Al final acabé enviando los jamones al juez… bajo el nombre de nuestro oponente.

El momento que atraviesa nuestra sociedad es muy peligroso. Impera la filosofía del éxito. La exacerbación de las leyes del mercado, de la competitividad y de la eficacia han generado un clima en el sólo cuenta la eficacia. Se hace necesario romper el sofisma que asola el discurso pedagógico y político: Lo eficaz es verdadero, lo verdadero es justo, luego lo eficaz es justo. Se declara la ley la extrema competitividad, pero sin tener en cuenta el punto de partida de los que compiten. Es como organizar una carrera pretendidamente justa (el mismo punto de salida, idéntico trayecto para recorrer, exacto momento de inicio…) sin tener en cuenta que un deportista es cojo, que a otro le falta una pierna, que otro está desnutrido, que alguno tiene atadas sus piernas a un poste y que otro tiene amarrada al pie una enorme bola de hierro… La carrera es justa: que gane el mejor.

Todo es cuestión de puestos. Por eso es tan fácil la trampa. En una competición de dos, el que se había clasificado en segundo lugar era calificado como “último” por su adversario y como “segundo” por él mismo. Por contra, el otro era declarado “penúltimo” por su contrincante mientras éste dejaba para sí mismo el título de “subcampeón”.

En todo se compite. Me lo contó una madre. Viajaba al lado de su esposo en el coche. Detrás iban los niños. El papá no era amigo de la velocidad, de modo que los coches le adelantaban continuamente. Y de pronto, uno de los chicos se arranca con tono agresivo dirigiéndose a la madre:

– Mamá, nunca podré entender cómo te has casado con un señor al que le adelantan todos los coches.

No es sano para una sociedad formar personas que entran después de ti por una puerta giratoria y pretenden salir antes. Como sea. El planteamiento que deseo llevar a la consideración del lector y de la lectora es sencillo pero, a mi juicio, importante: No se trata de ser el mejor de todos, sino el mejor de nosotros mismos.

20 respuestas a «El éxito como ley»

  1. Eso es evidente, señor Santos. Yo trato cada día de ganarme a mi mismo (y si de paso gano a otros, pues mejor), de ser mejor. Pero estoy pensando en dejar de competir conmigo: soy un rival demasiado duro, y estoy cansado.

    Desde luego hay que cambiar competitividad, por compañerismo. Pero no sólo eso.

    Un saludo, y muchas gracias.

  2. Gran artículo en malos tiempos en que la competitividad y las escalas comparativas priman. No hay más que leer el apartado de educación del programa del próximo gobierno (si como parece ganan las elecciones los conservadores) para verlo: publicidad a los resultados de una prueba de evaluación nacional. Y claro, si son públicos los resultados, ya tenemos la consecuencia: lista de los centros mejores y de los centros peores. Poco importarán las condiciones de cada cual, los recursos, las ratios, las necesidades atendidas, la clase económica del alumnado, el nivel socioeducativo… todo esto será “paja”. Lo importante será estar en la parte de arriba.

  3. Lo esencial es invisible a los ojos…-decía el Principito y tenía toda la razón. Somos un reflejo de nuestra sociedad capitalista, individualista y competitiva en la que impera la ley del más fuerte. Por eso a veces inconscientemente algunos, otros la mar de conscientes y convencidos, inculcamos a nuestros alumnos la competitividad y la idea de ganar y perder dentro de un ámbito, el de la educación, que debe ser concebida como un acto en el que todos ganamos siempre algo.
    Nunca hay una meta en educación puesto que debe ser concebida a lo largo de toda la vida y por supuesto que al no haber metas tampoco van a existir ganadores.

    Un saludo a Santos Guerra y felicidades por su blog, me alegra mucho haberlo descubierto

  4. Buenas, estimado y sabio Maestro:

    Un complejo y potente tema a abordar.

    En los últimos años de perfeccionamiento, uno de los conceptos frases que rescato es el “Aprendizaje entre pares”, cuyo fin es fortalecer y aportan en conjunto a esta sociedad, Ander-EGG, plantea en sus investigaciones sociales, aspectos relevantes, en particular al desarrollo social y de culturas. en mi caso, con el cambio de ideas gubernamentales, respetadas pero no compartidas, el Ministerio de educación, (Chile) propone un sistema de información muy sesgada al servicio de los apoderados, consiste en clasificar a las escuelas mediante un semáforo, creo ya entenderán el sentido de este,ejemplo; escuelas de color rojo, con muy malos resultados, pero no dice ni aclara el porqué de estos. es un atropello a la dignidad de la comunidad educativa de esa escuela, generando una competitividad poco sana, marquetizada, publicitando más que promoviendo mejoras.

    Bueno, en la vida, no todos pueden ser obreros, ni soldados, ni operarios, alguien tiene que ser jefe, alguien tiene que ser general, alguien tiene que ser gerente….
    suele confundirse estándares de calidad y competitividad,

    desarraigar el mal uso de la competitividad es complejo, hay que educar para ello, la mafia compite, los carteles de drogas compiten, los países y sus exportaciones …todo es competencia, hasta en un aniversario de escuela, se forman “alianzas”, alianzas para competir quién gana??,
    o simplemente para pasar ratos agradables y de felicidad;

    mi amigo sancho, aunque más cuerdo, jamás compitió, al contrario, juró lealtad, esa alianza, ese pacto los hizo ser invencibles, cada uno aprendió del otro, y la clave fue escucharse, preguntarse, responderse, en los momentos justos, esos de calma, esos de reflexión al final del día, para levantar al alba un nuevo destino…
    competir, claro, eso fortalece, es bueno, pero no contra si mismos, o nuestros pares, es competir contra las injusticias, las desigualdades, la intolerancia, la envidia…respetar la diversidad es hacer que esos profesores que no están por alguna razón en A, lo sean, pero con nuestra ayuda, y si nos toca recibirla, bienvenido sea esa ayuda, fortaleciéndonos en conjunto, el sueño ideal será una realidad inmensa.
    __saludos nuevamente no sin antes despedirme en esta oportunidad con:

    –Con fe lo imposible soñar
    al mal combatir sin temor
    triunfar sobre el miedo invencible
    en pie soportar el dolor….
    ________________________
    ya sabrán el resto.

  5. Me gusta lo que escribes. Acabo de tener noticias de tu blog por la orientadora de mi instituto (a la que la administración conserve muchos años entre nosotros porque no es fácil que alguien en ese puesto resuelva o ayude a resolver más problemas de los que da).

    A veces pongo a mis alumnos muchos símiles deportivos. Les digo que un profesor es como un entrenador (copio la imagen de José Antonio Marina), pero la que más me gusta es la que los compara con corredores de maratón. Les digo que deben correr contra ellos mismos. Puede que lleguen los últimos, pero que observen lo que hacen los maratonianos: no miran la clasificación sino su propio tiempo. Les digo también que piensen lo que ocurre cuando uno lleva un rato corriendo: se cansa. Y quiere dejarlo. Si aguanta un poco, se cansa más aún, y llega un determinado momento en que las piernas casi no son tuyas, te duele todo… pero sigues, te pones a prueba y lo superas. Qué más da que haya otro antes, otro que te adelanta. Todos sabemos que muchos alumnos se quedan por el camino por falta de confianza, de trabajo, por incapacidad para resistir a la frustración…

    ¿Número uno para qué?

  6. Sr, Carlos Menendez Moraga, siempre me gustan sus comentarios, porque son serenenos, sin actitudes competitivas, y si discrepa lo hace con tranquilidad.
    Me impresionó lo de los semáforos. Bueno sabido es que Chile tiene marcadas diferencias de clases sociales. Pero sin embargo es algo que existe en todos los pueblos. No todas las escuelas sirven para ingresar a determinadas universidades, no todas las universidades brindan las mismas posibilidades de trabajo a futuro, etc, etc…
    En la medida que el valor de la persona sea por lo que tiene, y esto es una característica de la sociedad toda, y no por lo que es seguirá esta destructiva competividad.
    Nadie compite por ser mejor persona…

  7. Estimado(a) A.F. :
    Ante todo agradecido por el comentario, si bien es cierto que este espacio es para recoger la sabiduría de quien propone semana a semana temas que estando presentes, muchas veces por el tiempo, las presiones y la vida que llevamos, tan acelerada o competitiva, nos dificulta mirarnos a nuestro interior, es dable aprovechar estos buenos espacios y nos permiten detenernos en este viaje acelerado, tomar un descanso, mirar hacia atrás y con ello, recoger energías, nos invita a recoger estas experiencias para fortalecernos, si entiendo bien, el significado de Adarve, es eso, detenernos en un balcón, una terraza y mirar desde lo alto, reflexionar, discutir, debatir puntos de interés común, sería un poco “fome” creo, no debatir, esa es la idea, a la luz de nuestras experiencias, pero con respeto y altura.

    En un triángulo equilátero, convergen sus alturas, bisectrices, simetrales, transversales en un mismo punto, pero; cuando el triángulo NO es equilátero hay que tomar regla, escuadra,compás, medir para obtener cada uno de esos puntos de encuentro, de convergencia, y ya no será un único punto, serán al menos cuatro en un mismo plano, o fuera de este, puesto que el “valor” de sus ángulos y la “medida” de sus lados dejaron de ser congruentes.

    agradecido. ahhhh, se me olvidaba,

    “no es más rico el que tiene más… sino el que menos sabe necesitar…”

    saludos.

  8. A Miguel Ángel y sus seguidores: Estoy totalmente de acuerdo en las ideas expresadas por Miguel Ángel. Nada que añadir. Ojo al comentario de José Ángel. Estamos en tiempos de votaciones. Pensemos a quien votamos que no es cosa baladí.
    Gracias, Miguel Ángel, por tus artículos semanales. Nunca me los pierdo. Me enriquecen.

  9. Hola amigos y estimado Profesor Santos Guerra, semanalmente aparto unos minutos para este, que se ha convertido en un ritual soñado, que es leer su blog. Salgo cada vez más convencida que tenemos que hacernos personas, para ser mejores, padres, mejores compañeros, mejores docentes… En esta oportunidad en que hablamos de la competitividad, hay que hacer reflexión en lo importante de ser modelos que nuestros hijos y estudiantes intentarám emular, impulsar la autocrítica, la reflexión y sobre todos que estos se enmarquen en el amor al prójimo es un reto.Trae esto a mi memoria lo que siempre dice un compañero profesor de Educación Física y Deportes de mi colegio, ya que han traido oportunamente acá algunos símiles, “Yo no formo deportistas, porque no todos tienen la misma aptitud físíca, contextura ni características, -dice con orgullo- Yo formo ciudadanos”. Lo observo y siento que su palabra va acompañada de su accionar. Amén por mi amigo Alexis, bendiciones…

  10. Excelente artículo, que nos hace detenernos para analizar que estamos haciendo con nuestra sociedad. Llegué a este artículo por un amigo, y aproveché de “duplicarlo” en los blog y web que administro.Dejo los link donde se publicó, citando al autor y los créditos.
    1) http://folcloreyculturachilena.bligoo.com/el-exito-como-ley#content-top
    2) http://circuitofolclorico.bligoo.cl/el-exito-como-ley#content-top
    3) http://floridatos.bligoo.com/el-exito-como-ley#content-top
    4) http://lostiemposdelaradiolina.bligoo.com/el-exito-como-ley#content-top
    5) http://www.ligasmayores.bcn.cl/el-exito-como-ley#content-top
    6) http://www.atinachile.cl/el-exito-como-ley#content-top
    7)http://agrupacionrutamar.bligoo.cl/el-exito-como-ley#content-top

  11. Como me hacen pensar estos escritos! cuantas palabras en el medio, cuanto discurso a contramano, cuanta acción. Competitividad/competente/competitivo/diversidad/inclusión/integracion/ evaluación/ valores/
    Enseñar por competencias? me determina si ese sujeto es competente…el otro es incompetente?
    Superarse…es parte de enseñar la competitividad?
    No tener aptitud…es excusa para no ser exigido?

    La carrera es justa cuando el objetivo que persigo es mio. “el que dice no puedo pierde” Gana el que mas lo intenta.Con mi esfuerzo y limitaciones.

    De todo se aprende!! Hasta de las moscas! (yo no quisiera estar ahi!)
    Solo hay que estar atentos!
    Saludos desde Córdoba Argentina.

  12. Es verdad. Parece ue lo único que importa es ganar al otro, competir con él y derrotarle.
    Pero lo peor es que, algunas veces, para conseguir ese éxito, esa victoria se entiende que todos los medios son válidos.
    Hay que desmontar esa filosofía que nos lleva al deterioro moral de la sociedad.

  13. Cuando se critica la extrema competitividad no se está invitando a la comodiad, a la renuncia al esfuerzo, a la perreza, al conformismo.
    Lo que pasa es que los motivos de la superación son otyros. Son motivos más sanos y menos tendentes al quebrantamiento de la esfera moral.

  14. La competitividad es uno de los “males” que desde antaño dañan a la escuela y a otras instituciones. Actualmente si no somos los primeros o las primeras en algo no vale, da igual el esfuerzo que tengas que hacer para llegar donde llegaste, como no eres la primera persona no se reconoce. Esto no genera más que una pérdida de sentido de lo que hacemos. La fuente de motivación para hacer algo reside en ser mejor que otra persona, y por desgracia, a toda costa. Da igual a quién nos llevemos por el camino mientras lleguemos primero… Es triste porque la esencia de las cosas se pierde. ¿Qué mayor motivación que conseguir lo que te propones? ¿Qué mayor motivación que valorar el esfuerzo y la superación personal? Para mi no hay mayor recompensa que alcanzar mis propósitos y alegrarme de las demás personas que también los consiguen.
    En relación a la escuela, se puede acoplar la idea de dime qué enseñas a tus estudiantes y te diré cómo eres… es decir, si promovemos una escuela competitiva, ¿a dónde queremos llegar? seguimos contribuyendo a convertir nuestra sociedad en una selva tenebrosa en la que “solo sobreviven” unas pocas personas, pero si nos centramos en trabajar la calidad de las personas, el compañerismo, la solidaridad… la mentalidad que proyectemos en la sociedad será otra muy distinta, y a mi parecer, mucho más enriquecedora para todas las personas.
    Las comparaciones siempre han sido odiosas, y sobre todo porque siempre hay alguien que pierde, y ¿ésto nos ayuda a mejorar? Pues no, sería mejor centrar las fuerzas y los recursos en acciones positivas que mejoren la calidad educativa y no que “enfrenten” a escuelas, ya que no tiene ningún sentido.

    Una vez más, un artículo muy acertado y muy gratificante de leer, ya que mueve los pensamientos. Un saludo.

  15. Ana Merino, estoy de acuerdo con lo esencial de su comentario. Ahora bien, dice usted algo que parece un grave error: pues, comparar no solo no es odioso, sino que es absolutamente necesario para poder gestionar bien cualquier empresa o tarea; y para poder comparar es necesario medir. Así pues, medir y comparar son imprescindibles y no el problema. El problema es no saber hacerlo, o equivocarnos en el cómo, o para qué hacerlo; que no debe ser para otra cosa que para hacernos mejores personas a todos, empezando por uno mismo. Un saludo.

  16. Lo que pasa, amigo Holden, que se suelen comparar cosas o fenómenos o personas que no son comparables. Y ahí viene el problema, que bno es posible el rigor. O, mejor dicho, que es muy fácil la injusticia.
    Si yo comparo los resultados obtenidos por centro escolar cuyos alumnos son seleccionados entrre familias ricas y cultas con los resultados obtenidos por otro que tiene matriculados a alumnos de familias incultas, pobres… ¿Qué sentido tiene la comparación? Pero se suele utuilizar de manera no solo poco rigurosa sino fraudulenta diciendo que el primer centro es mejor.

  17. Estoy con Ana Merino y, en último extremo, con el autor del artículo. Las comparaciones suelen ser odiosas, por injustas. hay que esforzarse al méximo. Hay que hacer las cosas lo mejor posible, pero teniendo como referente la responsabilidad y la justicia.

  18. Luisa Pérez de la Riva, el primer centro es mejor, sin ningún género de dudas. Y por eso, la comparación, en el caso que usted comenta, está inexorablemente justificada, salvo que el objetivo (de la comunidad, de la sociedad) sea tener y fomentar la existencia de centros que tiene matriculados a alumnos de familias incultas, pobres; y no al contrario como parece razonable y justo.

  19. Me parece muy oportuno el texto. Creo que ayuda a pensar. No es fácil salirse de la corriente que nos arrastra, pero podemos ser conscientes de lo que sucede y tratar de ir contracorriente.

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