Altruismo

6 Jun

150300719_af97943b75.jpg El filósofo Javier Sádaba acaba de publicar un interesante libro que se titula “La vida buena. Cómo conquistar nuestra felicidad”. En uno de los capítulos habla de los enemigos de la felicidad, entre los que cita el aburrimiento, la abusiva presencia de “el otro” y el egoísmo. Dice, entre otras muchas cosas, este vasco afincado desde hace años en Madrid: ”Más allá de la capacidad social y de la simpatía, hay un argumento poderoso para no ser egoísta, en sentido estrecho, y sí altruista. Se trata de los sentimientos morales. Siendo altruistas y dando vacaciones al egoísmo, nos sentiríamos mejor, seríamos más felices”.

Traigo a colación esta cita porque hace unos días llegué desde Valencia a Madrid para enlazar con otro vuelo que me llevase a Málaga. Tenía por delante tres horas y media de espera para realizar la conexión. Pensé que, si me acompañaba la suerte, quizás podía viajar en un vuelo anterior que se hubiese retrasado y ahorrarme esa larga espera. Al llegar al aeropuerto vi en la pantalla que, en efecto, el vuelo de Málaga tenía una hora de retraso y podía viajar si me admitían en él. Acudí apresuradamente al mostrador de atención al cliente y expliqué mi situación a la azafata que, con cara de pocos amigos, me escuchó sin pestañear:

– Eso no se puede hacer. El vuelo está cerrado.
– ¿Cómo que no se puede hacer, si a mí mismo me lo han hecho otras veces?
– Sólo se puede hacer cuando se ha pagado tarifa de primera clase y usted tiene una tarifa reducida.
– Luego técnicamente se puede admitir a un pasajero aunque el vuelo esté cerrado.
– Le digo que no se puede.
– ¿Y si lo solicito en la entrada del avión?
– Vaya si quiere, pero ya le digo que es inútil.

Fui corriendo al mostrador en el que un joven comprobaba la identidad de los pasajeros y las tarjetas de embarque. Le expliqué mi situación y le pedí, por favor, que me admitiese en ese vuelo que no era el mío pero que me permitía llegar al, destino tres horas antes. Me dijo que no había ningún problema.

– Espere al final y le diré el asiento que tiene.
Le di las gracias. En el vuelo de regreso a Málaga saqué unas hojas y redacté estas líneas que ahora estás leyendo. Me preguntaba por esa actitud básica de las personas que, de forma antagónica, hace que unas estén en disposición de ayudar al prójimo y otras en la de complicarle la vida.

– Si puedo, te ayudaré, dicen unos.

– Si puedo, te fastidiaré, dicen los otros.

– Me preguntaba qué le había llevado a la azafatxa a negarme un favor que no costaba dinero, ni esfuerzo, ni tiempo alguno. Un favor que no causaba ningún perjuicio a terceros y por el que ella no corría ningún tipo de riesgo alguno.

No le llevó a mantener esa postura el cumplimiento celoso de la norma ya que técnica y legalmente se podía hacer lo que le pedía. Lo cual significa que desconoce lo que se puede y no se puede hacer. O, lo que es peor, me engañó al decirme que no era posible embarcar en ese vuelo.

Estoy hablando de la actitud. Podía haber consultado, podía haberme enviado a sus jefes, podía haber llamado a quien atendía el embarque… Pero no hizo nada de eso. Podía haberme dicho con una sonrisa que lo sentía y podía haberme animado para que lo intentase en la puerta de embarque. La impresión que tuve es que le importó un comino la demanda y que incluso se alegró de no poder atenderla.

Y es a esto a lo que voy. A la pregunta de por qué unas personas fraguan una actitud hostil y otras una de actitud empática hacia el prójimo. Puede ser que se deba a cómo las personas han sido tratadas por la vida, por la familia, por los amigos y por las personas en general. Pero no del todo. Porque conozco a personas a quienes ha mimado la vida y que no soportan a sus semejantes. Otras sin embargo, han sido castigadas por su historia y están siempre dispuestas a la ayuda.

De lo que estoy seguro es de que las personas que tienen una actitud altruista hacia los demás son más felices. Hablo de actitud básica porque sé que las personas no se dividen de una forma tan radical en personas que benefician al prójimo siempre y personas que lo perjudican siempre que pueden. Unos y otros, excepcionalmente, cruzan el signo de sus actuaciones. Pero sustancialmente creo que se puede reconocer a personas de un tipo y del otro. He visto esta postura bipolar en tantas ocasiones que me lleva a pensar que cada uno va forjando en la vida esta actitud básica hacia sus semejantes.

En algunos casos, la postura de rechazo se reviste de rigor en el cumplimiento de la norma. Creen, al actuar así, que son más justos y más rectos. Sin entender que no se han hecho las personas para las normas sino las normas para las personas. Otras veces se argumenta que hacer una excepción crea un precedente.. Pienso que si el precedente es bueno, ¿por qué no repetirlo cuantas veces sea necesario? El problema sería que el precedente fuera malo. Si el precedente excepcional tuviera que ver con nepotismo, el favoritismo, el amiguismo o, sencillamente, con la arbitrariedad y el capricho.

La actitud básica a la que hago referencia se muestra no sólo en el ámbito profesional. También aflora en el comportamiento personal privado. Me permitirá el lector que ponga otro ejemplo que recientemente me ocurrió en un avión. Iba a Madrid hace unos días para participar en el homenaje que se le brindaba a un amigo en la Universidad Autónoma. Necesitaba hacer unas anotaciones en el texto de mi intervención. Saqué mis notas. Vi que, por casualidad, la persona que viajaba al otro lado del pasillo tenía un bolígrafo bic en la mano (hago alusión a la marca para que sepa el lector que la negativa al préstamo no se debió al temor de la perdida de un objeto valioso). No estaba escribiendo en ese momento. Le pedí a esa persona que me lo prestase un momento. Me dijo que no. Supuse entonces que lo iba a utilizar de inmediato. Pero comprobé que no escribió ni una sola letra durante todo el vuelo.

Dice Javier Sádaba que el egoísmo es antiestético, que rebosa fealdad. Me pregunto por lo que sería el mundo si todos adoptásemos un actitud altruista. Estoy seguro de que sería otro mundo, Un mundo mejor en el que todos seríamos más felices.

14 respuestas a «Altruismo»

  1. Es por eso que estamos como estamos,profesor…Recordando entre tantas cosas el Día Mundial del Medio Ambiente, y estamos aniquilando a nuestro propio planeta. Si somos mezquinos para nosotros y nuestra descendencia, es de esperarse que sea raro encontrar gente solidaria entre tanto egoismo.
    Un abrazo Miguel,hasta pronto

  2. ¿Tanto cuesta? No me explico por qué algunas personas se muestran tan egoistas, tan poco altruistas. Me parece más fácil y más bonito ser cordial y afectuoso con el prójimo.

  3. Muy buenos días a todos.
    “Hay de todo,en la viña del Señor”…Pero no puedo entender a las personas egoístas,por más que me esfuerce,no puedo hacerlo,yo pienso,humildemente,que es mucho más fácil”darle una mano”a quien te necesita,que negársela,o es que acaso nunca necesitaremos de nadie? Tratemos de simplificar las situaciones cotidianas,nos dará una posibilidad más de ser felices,a mí personalmente,me da tanta satisfacción la cara de alivio,de alegría que pone una persona cuando le ayudo a solucionar un inconveniente,que no me privo de hacerlo por nada del mundo,y es verdad,no es sólo una cuestión profesional,es una actitud ante la vida ,una manera de ser como persona, algo natural,por que en parte creo que de eso se trata la felicidad,de sentirse bien con uno mismo,y no creo que una persona,pueda sentirlo cuando transita por la vida con tanta mezquindad.Espontáneamente,ante un problema,lo primero que aflora en mí,es esa predisposición a “tender una mano solidaria”,no estoy diciendo con esto,que no tenga mi cuota de egísmo,creo que nadie es del todo altruísta,ni del todo egoísta,pero en hechos como estos….Por favor!”mostrar la hilacha”(dicho en criollo)por un bolígrafo Bic,jaja!!…es casi una actitud inmadura,infantil…y la azafata?,mientras iba finalizando la lectura del relato,me imaginaba la cara de ella,cuando lo vió entre los pasajeros y más aún…cuando debió servirle el refrigerio…Qué habrá sentido? Ojalá le haya servido para cambiar de actitud-digo-por el bien de ella como persona,más que como azafata,por que en unos años dejará de serlo,pero persona se es mientras vives.
    Un abrazo para todos,desde mi querida Argentina.

  4. Desconfío de toda esa bibliografía (un género literario en sí mismo) en cuyos títulos puede leerse: “Conquistar la felicidad”, “Energía positiva para la felicidad”, etc., etc. Es un género, que como es sabido, nace en EEUU y se extiende por todo el mundo, tal es el éxito de ventas que acompañan estas publicaciones, algunas de ellas auténticos best sellers. Dicho esto y quedando manifiestamente claro que si alguna vez leí o ojeé alguna de estas publicaciones jamás volveré a tener el más mínimo roce con ninguna de ellas (se comercializa con la infelicidad de las personas). El egoísmo, la actitud insolidaria de las personas, que se centra en el artículo con anécdotas más o menos triviales, suele formar parte de nuestra naturaleza, la humana, desde que nuestros ancestros luchaban entre sí por adueñarse del animal para alimentarse, ni más ni menos. En este sentido, una teoría (de las tantas que corren en el contexto de la evolución humana) que puede ser muy representativa de la insolidaridad, sino acaso de las primeras manifestaciones racistas se centra en la extinción de los nerdenthales por nosotros, el homo sapiens. Eran distintos, eran rivales y sobre todo eran, en apariencia, más torpes. De ahí a la extinción sangrienta y absoluta, se sucedieron tiempos escasos. Esto es, “el hombre es un lobo para el hombre”, como bien es sabido, que creo que es una frase más ajustada que ingenuidades como “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe”. Antropológicamente hablando, tenemos esa naturaleza, para entendernos. Y la sociedad, tal como está construida, tal como quizás nos la hemos inventado nosotros mismos hasta el momento, abunda en insolidaridad a diario, en todos los países y podemos tener constancia de ella cualquier día, en cualquier esquina. Comentaba, en un artículo anterior, de la insolidaridad de los gobiernos para con los pobres. Ausencia absoluta de políticas sociales, millonarias ayudas a las empresas privadas. Y de la insolidaridad a la intolerancia, las distancias son ínfimas. Si “lo mío es mío”, tendemos a aterrorizarnos de pensar que eso que es “definitivamente mío y de nadie más” pudiera ser, aunque por breves instantes, de cualquier otra persona. Puede influir ese sentido de la autoprotección instintivo al que ya he hecho más arriba referencia, pero fundamentalmente, es algo cultural. El sentido del civismo, el concepto activo de ciudadanía y por encima de todo la solidaridad, en mayúsculas, deben ser pilares que sustenten muy fundamentalmente el entorno familiar (en un modelo absolutamente en crisis en el caso de España, tal como atestiguaría sin el menor esfuerzo cualquier sociólogo o educador, cercanos a la realidad) y por supuesto, la escuela como institución, como el día a día de niños y adolescentes que deben aprender que personas somos todos, que para tener nuestro lugar en el mundo, primero debemos concebir la idea de que los demás también lo tienen, en igualdad de derechos y obligaciones que nosotros. Que un individuo patee (en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo) a una chica en un vagón de metro por el mero hecho de no ser española, es mala señal. Que otros individuos quemen viva a una mujer en un cajero automático por ser una indigente, debería provocar que todas las alarmas hubieran saltado hace ya mucho tiempo. Y la eterna pregunta: ¿qué hacemos los profesionales de la educación en todo este contexto? Lo único que podemos hacer, aparte evidentemente de preparar a niños y adolescentes con la mejor de las cualificaciones: insistirles, día a día y dando ejemplo vivo de ello, que formamos parte de una comunidad. Que mirándonos a los ojos con sinceridad y sin perder la capacidad de asombro podemos ser más felices por el mero hecho de compartir dicha felicidad. Que aquello que hagamos por los demás, repercutirá en nosotros mismos, porque nuestra conciencia crecerá con nuestras acciones. Y muy fundamentalmente, que el mundo lo formamos todos y cada uno de nosotros, estemos en el punto geográfico que estemos. Mantegamos nuestra mirada abierta a dicho mundo, no perdamos nunca capacidad de asombro y que la solidaridad guíe todos nuestros actos. Y todo ello a pesar de políticos de distinto pelaje, teóricos y “expertos” varios y monstruos con traje que abundan por todas las instituciones.
    Abrazos, compañeros y compañeras.

    P.D.: Si bien no tiene nada que ver, observo que escribimos prácticamente los mismos en este blog. Había oído y eso creía al respecto, que el índice de participación era muy alto. Es solo un comentario, que no va a impedir que siga colaborando en el mismo siempre que me sea posible, pero es algo que me llama la atención.

  5. Tiene toda la razón profesor, una de las cosas que ud. me impresiono fue esa, su capacidad de hacer sentir a gusto a la otra persona, de dar un poco de felicidad aunque fueran segundos,y no solo de Ud. de varios de sus otros colegas, que nos guian con su sabiduria en el Doc. en Chile, solo con su sonrisa y su palabra, esto no es un cumplido es una verdad, lo bien que hace sentir una sonrisa,o una simple palabra, pero ¿quien nos enseña a ser felices? nadie , es como ser padres, quien nos enseña, nadie, quien nos prepara para enfrentar la tristeza, el abandono, todas aquellas situaciones y sentimientos ingratos que la vida nos da algunas veces, nadie, y es increible pero esas son las cosas que deberiamos compartir,educar, de que forma enfrentarlos y aprender a ser felices, como evitar ser hosco y malhumorado con el oto, como poder ser tolerantes, aprender a dominar aquellas emociones que dañan.Educar para amar a nuestros semejantes sin discriminaciones, enseñar a convivir, querernos, cuidarnos, apoyarnos, protegernos, unos con otros, aprender a ponerse en los zapatos de ese otro, ponernos en su lugar y sentir su tristeza, su aislamiento, su odio y ser capaz de ayudarlo a salir de esos estados y despertar el amor en ellos

  6. Egoismo y violencia.
    Temas de mucha atencion e interés en nuestras clases.
    Ud profesor me ha enseñado a ver estas carencia , las que son analizadas y comentadas en profundas reflexiones en el Seminario de Mediadores de conflictos en el Instituto Profesional Carlos Casanueva de Santiago De Chile.Los dias sabados
    Estoy cumpliendo su tarea en escribir todos los dias de mi vida y una de ellas es destacar , felicitar y publicar todos los actos positivos, en la prensa, que sobresalen en el diario vivir en nuestra sociedad , como en la vecindad, municipalidad, locomocion , colegios , servicios publicos y muchos otros lugares
    Incluso pido el libro de reclamos para felicitar atenciones espontáneas, atentas y oportunas , lo que llama profundamente la atencion .
    Eso nos ha enseñado profesor , EN destacar lo bueno y sugerir mejoras lo malo.
    Si aprededmos del egoismo , mÁs se aprende de la violencia , la que me ha llevado a retomar el ejercicio de mi hermosa profesion ,al aportar un grano de arena , para mejorar este mundo agresivo y educar a dIsfrutar de LO BELLO DE LA VIDA .

    La educacion es la que tiene las herramientas en sus manos en mejorar la mentalidad de este violento y agresivo mundo

    Hermoso, interesante y necesario tema

  7. A mi entender el altruismo es una forma de vida por la que cada quien puede optar. Pero es eso, una forma de vida, para ser vivida, no predicada.Y se contagia. Gracias a Dios creo que hay en el mundo más altruistas que egoístas.
    Pasen todos muy bonita semana.

  8. No podemos ser nosotros mismos sin el referente de los otros. El altruismo es una forma efectiva de mejorar la sociedad, no sólo a las personas que lo practican.

  9. Me parece que el mundo sería distinto si todos tuviésemos una actitud altruista. Basta ver cómo nos gusta que nos traten para saber cómo debemos tratar a los demás. He visto en muchos casos esa actitud antagónica. Hay quien si puede te ayuda y hay quien si puede te fastidia. Ojalá hubiera muchas personas con la primera actitud.

  10. No estoy demasiado de acuerdo. Yo sufro por todo y por todos, soy socia de 5 asociaciones diferentes de ayuda al ser humano y de ayuda a los animales.Me siento bien por ello, pero tengo una sensación constante de que no hago lo suficiente, quiero cambiar el mundo y ello me lleva a una constante angustia. Sin embargo conozco mucha gente que solo viven para ellos y todo es para ellos, no dan ni un soplo en un ojo y viven de maravilla. Osea que la que fallo soy yo.

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