Por favor.

11 Abr

Confieso que con esta plantilla tengo sentimientos encontrados, no sé si es porque uno quiere divertirse, porque ya hay suficientes problemas en la vida para sumar también el baloncesto a las preocupaciones, pero siempre que me acerco a este Unicaja espero que me den una alegría, algo que llevamos tiempo sin llevarnos a la boca.

Con el partido del pasado domingo ante el MoraBanc Andorra, el equipo realizaba algo que de forma taurina se podría decir que fue una faena de aliño, vale que para el entrenador cajista, seguro que tenía recuerdos de su estancia en el país pirenaico, pero se sumó una victoria más, Jaime Fernández volvió a vestirse de verde, Yannick Nzosa se quedó fuera de la docena de convocados, reafirmando que este año, desde luego no va a ser el de confirmar que se trata de un jugador válido para la élite, y el recordado Javier Imbroda se llevó un merecido homenaje que lamentablemente lleva el apellido póstumo en su definición.

Quizá, si dejara de escribir aquí mismo, serviría de resumen del fin de semana, podría reconducir este escrito para ver la cadena de compromisos que tiene el equipo esta semana con los partidos ante BAXI Manresa, FC Barcelona y Lenovo Tenerife y hablar de la dificultad máxima que tiene que encarar el grupo de Ibon Navarro, tirar de esa iluminación filosófica que llegó a España hace años en forma de “Cholismo Ilustrado” sentenciando que hay que ir partido a partido, etcétera. Pero no.

No, porque esa declaración pública de orfandad de orgullo perpetrada por el plantel cajista el pasado martes frente al BAXI Manresa en el primer partido de los cuartos de final de la FIBA Champions League, no puedo llegar a entenderla, no entenderé jamás que tras lo sufrido por la afición malagueña en el Nou Congost no haya aparecido nadie de la plantilla, nadie apareció a pedir disculpas por haber arrastrado el escudo, la camiseta y el buen nombre que haya podido tener este club durante su historia hasta que desde dentro se haya procurado que cualquiera esté facultado para formar parte del primer equipo, cobrar religiosamente el contrato firmado y no sufrir lo más mínimo por lo que se haga vistiendo de verde. O por lo menos, eso es lo que se percibe desde fuera.

Ya referí la semana pasada que la situación de juego era inversa a la presupuestaria entre los catalanes y los malagueños, pero lo visionado en los primeros quince minutos del pasado martes supera el peor de los escenarios posibles, y es que los de Pedro Martínez no hicieron, sino lo que se sabía desde siempre que iba a ocurrir.

Lo vivido el martes es como si un torero sale corriendo de La Malagueta, huyendo porque el animal, a la salida de toriles va embistiendo y ataca a la figura que esté en el centro del ruedo, en serio: ¿qué esperaban que hiciera el rival?, ¿acaso sorprendió a alguien la salida y el desarrollo del juego de los jugadores manresanos?

Palabra de honor que estoy deseando que este grupo me calle la boca, y que haga algo decente profesionalmente en su estancia en Málaga, que en su tiempo libre inviertan en viviendas, empresas locales, disfruten de nuestro clima y nuestra gente, y sobre todo, que amen tanto este sitio como nosotros y disfruten de la vida aquí quedándose a vivir, pero como jugadores profesionales de baloncesto no soy capaz de entender cómo pueden ser capaces de arrastrar todo lo antes expuesto además de su carrera.

Y no me vale que me hablen de una derrota más similar a las otras veinte que llevan este curso de los casi cuarenta partidos jugados, si tras el partido del martes en la competición europea, todo lo que tengo que ver es seguir como si no hubiera ocurrido nada, creo que me he equivocado mucho sobre la pasión con la que me tengo que tomar mi relación con este club. No sé si esta es la enésima batalla perdida con esta plantilla, o todavía estoy a tiempo de tener que digerir otra decepción más, no lo sé, igual que no sé si habrá que pedir por favor que se dignen a mostrarse merecedores de pertenecer a este club, la primera oportunidad, hoy mismo.

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