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17 Nov

Tras el descanso de la pasada semana, el Unicaja volvió a la Liga ACB tras haber pasado por encima del Mornar Bar en la Eurocup, con un partido de los que pudiesen denominarse “trampa”, el equipo de Luis Casimiro Palomo se enfrentaba al último clasificado de la competición nacional.

Tabla clasificatoria en la mano, y tras ver el partido mucho más, pensar que el equipo de San Sebastián pudiera vencer a los malagueños supone aventurar mucho, pero al igual que ocurre siempre, cuándo te cuestionas si el rival juega mal por las deficiencias mostradas o porque el Unicaja no le ha dejado de estar mejor, también has de tener presente que este equipo ha demostrado que se puede desconectar en cualquier momento del envite que sea.

Con la duda en estos momentos sobre si el partido del próximo miércoles se va a poder jugar en la antigua Titogrado, al Unicaja, la mejoría en cuanto a resultados le va coincidiendo con una mayor benevolencia en el calendario, lo cual no deja de hacer que me pregunte, sobre todo tras haber visto a los rivales de Eurocup, cómo es posible que el equipo de Los Guindos no ha sido capaz de ganar todos los partidos. Perder frente al Mornar Bar en Montenegro me resulta difícil de comprender, al igual que no comprendo el automatismo en las rotaciones de jugadores, o que todos los miembros de la plantilla tengan minutos.

Ahora, en este momento donde casi todo está protocolizado y se deja menos a la improvisación, se supone que todo se realiza para que se llegue en los momentos clave en la mejor forma posible, para eso hay una serie de palancas que están al alcance de pocos, lo que no sé es si tiene la garantía de asegurar llegar al final de cada partido con la posibilidad de rematarlo.

Los dos encuentros de esta semana, no dejan volver a traerme a la mente varias ideas. Una de ellas, es que en España, no hay jugadores suficientes para una liga de más de dieciséis equipos, y otra, que no hay más de dieciséis equipos que puedan configurar plantillas realmente competitivas para dar lugar a una liga que se autodenomine la mejor de Europa, está claro que luego llega nuestro Unicaja y cae frente a cualquier equipo de la parte baja de la clasificación y se aprovecha para sacar a bailar eso de “no hay enemigo pequeño”, “los partidos duran cuarenta minutos”, “hay que sudar la camiseta”, etcétera, todo ello con las actualizaciones que quieran ponernos en las notas oficiales.

Otra idea que me vuelve, es que en la competición europea, la primera fase se juega porque tiene que haber fiesta para todo el mundo, aunque para darle la importancia verdadera, fuera de la Euroliga, haya que esperarse al playoff. No sólo es esta temporada, tanto si nos quedamos con la actual Eurocup, o su rival en la clase no pudiente, la FIBA Champions, o si buceamos en el tiempo y recordamos la Copa Korac que se disputaron hace años en diferentes versiones, dar el mismo valor a una victoria ante el Fraport Skyliners que ante el Olympiacos me parece fabuloso si eres el agente o el familiar más directo del que se lo va a poner en el currículum, pero es algo que no sostiene el menor análisis.

Tampoco puedo dejar de lado, que cada temporada que pasa, la calidad de la Eurocup va menguando, sea porque la diferencia entre Euroliga y el resto de competiciones va camino de sideral, y que al llegar los partidos complicados, el equipo se deshace. Sea como sea, vale que todos los partidos hay que ganarlos, pero algunas comparaciones, sonrojan.

Iba a referirme de forma obligada al cuarenta cumpleaños del bueno de Carlos Cabezas en plena forma y en una cancha oficial, pero creo que el día que él mismo diga, “hasta aquí”, será el momento, aunque ha estado menos tiempo de verde de lo que quisiéramos, siempre será uno de los nuestros. Que tengas toda la salud y toda la suerte del mundo.

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