Una aventura en el Ártico para estudiar los cambios en las algas

PAOLA ARAGÓN

El grupo de Ecofisiología de Sistemas Acuáticos estudia los cambios en las macroalgas, organismos  afectados por el cambio climático, que daña gravemente los niveles tróficos en esta zona de la tierra

Casi tres semanas lleva ya en el Ártico el grupo de Ecofisiología de Sistemas Acuáticos de la Universidad de Málaga (UMA), encabezado por el catedrático Carlos Jiménez. Una investigación, en la que también participan Elisa Gordo y Concepción Íñiguez, doctoras en Química y en Biología, respectivamente, que busca analizar los cambios en el comportamiento de las algas dependiendo de la temporada. «Hasta ahora la investigación que se ha desarrollado en el Ártico sobre la fisiología de las algas ha sido en verano, con 24 horas de luz, nosotros vamos un paso más allá y nos adentramos en la etapa de transición, de verano a otoño y de invierno a primavera, cuando se da una progresión de luz muy rápida», explicó Carlos Jiménez a este periódico.

Observar el comportamiento de estos organismos en el Ártico es fundamental. Según explica Jiménez, «el Ártico es el lugar del planeta en el que más rápidamente están subiendo las temperaturas como consecuencia del cambio climático», por lo que estudian los distintos subgrupos de algas, la composición y estructura de las comunidades y su fotosíntesis para ver la respuesta de estas plantas al incremento de la temperatura y la radiación ultravioleta. «Esto nos permitirá conocer el mecanismo de incorporación de carbono y la producción de las macroalgas para finalmente conocer los cambios que se van a producir en el ecosistema bentónico del Ártico», argumenta el investigador de la UMA.

Este invierno, sólo ha habido dos días con temperaturas bajo cero, por lo que los investigadores quieren comprobar si el cambio climático está provocando daños en estos microorganismos, pues «muchas de estas especies no soportarán las altas temperaturas; unas desaparecerán y otras se tornarán preponderantes y esto lleva a dañar gravemente los niveles tróficos en el Ártico», explica.

Este grupo ha participado además en investigaciones realizadas en la Antártida, pero no se ha podido avanzar, pues «los costos que implica viajar son mucho mayores a los del Ártico y no hay financiación suficiente».

Creado por Xavier Niell en 1981, el grupo realizó en 2001el proceso de solicitud a la Unión Europea para realizar una investigación en la base científica en el Ártico, llamada NY-ÅLESUND. En el 2002, el proyecto fue financiado por la UE y el Ministerio de Economía y Competitividad. En el primer viaje participaron Fran Gordillo, José Aguilera y el propio Carlos Jiménez. Desde entonces se han realizado más de diez viajes en los que sus hipótesis han sido comprobadas. «Los organismos de las algas de los sistemas templados son muy distintos a los que encontramos en el Ártico», cuentan.

Los costos del viaje son altos –en dinero y tiempo–. Si el clima lo permite, el viaje puede durar hasta tres días. En cuanto a los recursos, «son mínimos y los alimentos son congelados», por lo que las dietas suelen ser pobres en frutas y verduras, pero ricas en carnes», explican los viajeros. Todo depende de si las condiciones climáticas permiten la llegada de los barcos con recursos.

En cuanto a los espacios, son reducidos. «Los edificios no cuentan con más de una planta y, aunque en el exterior la sensación térmica oscila entre -20 y -30 grados, en el interior la temperatura es agradable gracias a los sistemas de calefacción. En el mar, el frío es mucho más intenso, «por ello usamos trajes especiales». «Las comunicaciones por internet son a través de fibra óptica y la telefonía solo es fija, pues tener móviles interferiría con los equipos científicos», relata Carlos Jiménez.

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