«Estamos frustrados porque el Gobierno cree que somos ineficientes»

Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga, se niega a que haya demasiadas universidades, defiende que los resultados académicos son formidables pese a contar con menos recursos que en otros países, aunque admite que hay cosas que mejorar

Ante los ataques que sufre la Universidad no se debe guardar silencio. De la Calle lo tiene claro y así se lo ha pedido a la comunidad universitaria, hasta en su discurso con motivo del inicio del curso académico en la UMA. El 2012/13 es el año de la incertidumbre, de los cambios y los ajustes. La rectora está convencida de que existían otras alternativas para plantar cara a la crisis antes de meter la tijera en educación y le preocupa, sobre todo, que se pierda productividad científica al rebajar la inversión en investigación, «algo que será muy difícil de recuperar».

Adelaida de la Calle planta cara a los recortes. La rectora de la UMA y presidenta de la CRUE ha mostrado su lado más combativo ante las medidas de ajuste del Gobierno y que, a su juicio, representan un ataque a la educación pública. No es la primera vez que critica estas políticas de ajuste. Es más, cree que hay alternativas. Ya ha dejado plantado una vez al ministro Wert y el viernes, en su discurso con motivo de la apertura del curso académico en la Universidad de Málaga, abanderó y defendió las protestas de la comunidad universitaria.

¿Se considera usted usted una rectora insumisa al levantar su voz contra los recortes e instar a la comunidad universitaria a que no permanezca en silencio?
No soy insumisa porque yo cumplo con la ley. Sería insumisa si no lo hiciera. Lo que sí hago es denunciar aquellas cosas que considero que van en contra de la comunidad universitaria. La libertad de las personas se encuentra también en poder manifestar aquello en lo que no están de acuerdo. Se trata de un derecho democrático que recoge la Constitución. Llevo expresando mi postura en todos los ámbitos y en todos los medios siempre que me lo han preguntado, no sólo en mi discurso de la apertura del curso. El del viernes fue un acto impecable, porque manifestarse fuera del desarrollo del acto es muy justo, pero sin interrumpir para nada la actividad académica. E igualmente pienso que la protesta ha de ser proactiva, es decir, no sólo basta con decir lo que uno piensa, sino que uno tiene que hacer también lo que piensa. Me siento muy orgullosa de cómo se desarrolló el acto de apetura del curso de la UMA.

Me imagino que no habla por sí sola, sino que lo hace en representación de todos los rectores españoles, que compartirán su diagnóstico.
Estamos todos absolutamente de acuerdo, sin fisuras. Todos pensamos que estamos defendiendo una universidad pública que en los últimos tiempos se considera ineficiente e incumplidora de sus principios, en todos sus ámbitos. En el ámbito de la responsabilidad de los estudiantes, de los profesores y del PAS. Y eso no es cierto, porque los datos demuestran que no es así y todos los rectores nos sentimos frustrados en ese sentido, ya que algo que se ha trabajado con tanto ahínco, se puede estropear en muy poco tiempo.

¿No había otra alternativa que meter la tijera en la educación?
Yo creo que sí, que había muchas más opciones. De hecho ya íbamos encaminados. La estrategia 2015 estaba muy meditada. Desde el Espacio Europeo de Enseñanza Superior (EEES) hasta la propuesta de los Campus de Excelencia Internacional (CEI) ha sido todo un círculo de actuaciones porque la universidad sabe reconocer sus debilidades. ¿Cómo no vamos a hacerlo?

¿Qué necesita mejorar la Universidad?
Podríamos tener un marco de titulaciones mejor diseñado. Tendríamos que mejorar nuestra gestión, porque somos como una especie de elefante que va un poquito lento en sus actuaciones, porque nos movemos muy despacio. También habría que mejorar en la oferta pública que damos.

¿Qué hacen para ello?
No podemos mejorar más en el aprovechamiento de los recursos. Ahí estaban los CEI, precisamente, para ese aprovechamiento. Yo siempre pongo el ejemplo de las titulaciones que dicen que dan poco rendimiento porque tienen poco alumnos. ¿Qué hemos hecho en la Universidad de Málaga y de Sevilla? Pues unir títulos, para aprovechar mejor los recursos. ¿Qué hemos hecho también en el entorno del sistema universitario público andaluz? Poner muchas titulaciones con un tanto por ciento muy elevado de créditos en común. Hay muchas herramientas para mejorar nuestra gestión, como la de cualquier otra estructura. No me diga que las empresas no cambian normalmente su forma de funcionar atendiendo a las características y circunstancias de su tiempo. Nos tenemos que adaptar a la sociedad de hoy. Había muchas más soluciones antes que someternos a este recorte porque con la situación financiera que vivíamos tampoco antes pegábamos botes. Vivíamos más desahogadamente, pero no al nivel de esas universidades que compiten en los ranking en las primeras posiciones.

¿No hay demasiadas universidades?
En absoluto. Yo entiendo que no sobramos. Los datos que di el otro día creo que lo demuestran.

¿No deberían especializarse, al menos?
La especialización es muy importante, y era algo que también pretendían los CEI. Pero aquí también tengo que decir una cosa: las universidades no tienen la culpa. El marco de las titulaciones lo aprueban los parlamentos de cada comunidad autónoma. La universidad lo que hace es solicitar un título, porque creemos que tenemos demanda y profesorado formado en esos ámbitos. Nos podían haber dicho que no. Y no estoy hablando en concreto con el sistema universitario andaluz, porque como bien sabe tiene una población de estudiantes muchísimo mayor que la de cualquier otra comunidad autónoma y no tenemos un número excesivo de universidades. Aquí también hay que decir que la universidad privada todavía no tiene presencia activa.

¿Es consciente el alumnado de todo el dinero que cuesta su formación universitaria? ¿Tardarían tantos años en acabar sus carreras?
Yo creo que no es consciente. No lo ha sido del coste total de las enseñanzas. También es porque no lo hemos sabido hacer. Si cuando un estudiante se matricula le emitiéramos una factura sobre el coste total de la enseñanza, con una contabilidad analítica real, entonces creo que se hubiese ido enterando de lo que cuesta la docencia. Pero también es verdad que al mantener las tasas a esos precios, aumentábamos la igualdad de oportunidades porque tampoco utilizábamos más recursos en becas. Es que una subida de tasas siempre tiene que ir ligada a un aumento de becas. Es lo que ha pasado por ejemplo en el Reino Unido. En aquellos sitios donde ha cambiado drásticamente el sentido de la universidad pública, con más participación en el coste por parte del alumnado, también se ha producido un golpe de timón muy grande en el caso de las becas. Ha habido países que han optado por ese modelo, y otros con tasas más bajas que las nuestras. Eso hay que unirlo, evidentemente, a un acto de responsabilidad más importante para que el alumno se percate para que su esfuerzo tiene que ser mayor que el que realiza, pero también tiene que ir ligado al propio profesor universitario, que tiene que saber cuáles son los niveles de formación exigidos en el grado, en el postgrado y en el doctorado. Esa reflexión que tenemos que tener todos claro no se ha hecho previamente. Lo que nosotros le decíamos al ministro es que la subida de las tasas era muy inoportuna porque es cambiar el ritmo de la carrera una vez que la carrera había empezado. No es lo mismo prepararte para correr los cien metros lisos y que, en mitad de la carrera, se convierta en los 3.000 metros obstáculos.

¿Es verdad que las universidades están al límite?
Sí, las universidades estamos al límite. Si las andaluzas estamos al límite, las de otros lugares ya lo han superado. Estamos en un momento crucial. Parece que en las últimas semanas se está solucionando parte del problema que teníamos. Hay que tener claro que las transferencias que afectan a las nóminas ya las tenemos aseguradas. Nuestro problema más gordo está en el pago a los proveedores y ya se ha subido un escalón con una primera reserva de fondos que yo lo llamo metabolismo basal, ya que nos permitirá abrir, cerrar o darle a la luz… Y hay una firme promesa que cuando se solucionen los problemas cruciales y llegue el FLA, es decir, el rescate a Andalucía, algo vendrá para saldar la deuda que mantiene con las universidades.

Cuando los diez rectores se ponen de acuerdo para lanzar ese SOS a la Junta es porque lo están pasando mal.
Estábamos con el agua al cuello.

¿De todos los recortes que se están aplicando, cuáles les preocupan más?
Lo que más la investigación. Es verdad que nosotros hemos ido creciendo acompasadamente y cada vez tenemos una mejor relación espacio-alumno-profesor. Pero sí que me preocupa que bajemos los niveles de dedicación a la investigación y que, por lo tanto, baje la productividad científica. Porque recuperar esos niveles es muy complicado.

¿En qué va a consistir el Plan de Competitividad de la Universidad que anunció el viernes en su discurso?
Va a estar ligado al diseño del CEI, porque antes de empezar a describir sus objetivos, tuvimos que hacer un estudio con el que detectamos nuestras debilidades y fortalezas. Y es ahí donde vamos a seguir trabajando para lograr una mayor internacionalización, generar campus multiculturales y multinacionales. Además de lograr una mayor interacción con las empresas. Nuestra idea es mover más esas 150 agregaciones que tenemos en el CEI en acciones concretas, generar reuniones con sectores particulares y ligarlos un poco a la estrategia que está diseñando el Ministerio de Economía y Competitividad, para ver de qué manera nos podemos aprovechar de eso.

¿Eso les permitirá también entrar en los ranking?
Hay un objetivo muy importante que vamos a desarrollar con la Universidad de Sevilla en el marco del CEI: participar de forma conjunta en las publicaciones. Con eso vamos a escalar en los ranking lo que no está en los escritos.

¿Pero no le obsesiona, verdad?
No tiene que ser obsesión. Lo mismo que estamos haciendo, lo vamos a juntar, a sumar y lo pondremos en común, como hacen en el sistema de las universidades californianas. El estado de California tiene 147 universidades, pero ocho se han unido creando una red que está muy bien posicionada en los ranking.

¿En la práctica, de qué sirve estar en un ranking internacional?
Para entrar en el círculo de la atracción del talento. Puede ser que al estar en el ranking la gente compare y decida venir. Aunque seamos los mismos que éramos el día anterior. Pero forma parte del marketing y la comunicación. Supongo.

IGNACIO A. CASTILLO