La UMA encabezaría el ranking de mayor producción académica con menor financiación
La Universidad de Málaga afronta un futuro plagado de retos que comienzan por cambiar el gobierno de la institución, con un equipo en el que primará el trabajo transversal de los vicerrectorados, que se han reducido a ocho, por eficacia y austeridad debido a la crisis. José Ángel Narváez será el encargado de organizarlos y de ayudar al desarrollo de las políticas de Adelaida de la Calle
IGNACIO A. CASTILLO. Rectora sólo hay una, insiste. Y el caso es que vicerrector de Coordinación Universitaria, también uno. José Ángel Narváez se mantiene en el equipo de gobierno de la UMA como uno de los pilares en los que se asienta la dirección de Adelaida de la Calle al frente de la institución académica. Lleva ocho años acompañándola en la gestión en el vicerrectorado de Investigación y en este tercer mandato asume responsabilidades más elevadas. Será el segundo de a bordo, usando el mismo simil empleado por De la Calle en su discurso tras la toma de posesión de su cúpula directiva. El rector in péctore, cuando la rectora no esté para atender sus obligaciones como presidenta de la CRUE.
¿Cómo afronta su nueva etapa en el Consejo de Dirección de la UMA como vicerrector de Coordinación Universitaria?
Lo afronto con mucha ilusión. Estoy animado y muy agradecido a la rectora porque haya depositado en mí esa confianza. Es, quizás, lo primero que tendría que decir: que haya decidido que yo le asista y le ayude en la coordinación del equipo es una satisfacción tremenda para mí. Y también un reto nuevo que me ilusiona.
¿Cuál va a ser su papel en la nueva estructura de gobierno?
Tal y como dice el cargo, mi función va a consistir en coordinar. ¿por qué hay que coordinar el equipo? En primer lugar porque tenemos un nuevo modelo de gobernanza. Como ha podido ver, los nuevos vicerrectorados no se corresponden, en absoluto, con los que había. Hemos apostado por la transversalidad, es decir, los servicios van a dar apoyo a diversos vicerrectorados que van a establecer estrategias políticas de la UMA, algo fundamental en el momento en el que nos encontramos. Y en segundo lugar por eficacia y austeridad. Es necesario que las acciones del equipo de gobierno estén muy bien coordinadas, porque hay menos fondos, somos menos personas y tenemos que definir muy bien el camino. Yo estaré al servicio de la rectora para ayudarle a desarrollar su política diaria con todos los vicerrectorados y, desde luego también, con los centros y departamentos.
¿Se puede decir que va a ser la mano derecha de De la Calle, e incluso que hará las veces de rector cuando ella no esté?
Rectora hay una. No hay nadie más. Yo soy el vicerrector de Coordinación, que estaré en contacto directo con la rectora para ayudarle a llevar adelante sus políticas. La rectora va a estar en la CRUE, pero también va a estar en Málaga. Además, la rectora estaba en la CRUE desde hace mucho tiempo, lo que pasa es que ahora ocupa la presidencia, lo cual le va a dar la ventaja de que la CRUE se pueda mover donde ella quiera. Antes cuando era secretaria o vicepresidenta, tenía que ir donde el presidente decía. Yo simplemente voy a ser la persona que, en el día a día, va a estar intentando engrasar la maquinaria conforme a las directrices que la rectora, que es la única que manda, me diga. Yo ni voy a dar órdenes a los demás vicerrectores, ni voy a recibir cuentas. Me voy a dedicar a ayudar a que todos trabajen juntos para que los objetivos se consigan, más rápidamente y con mayor eficacia.
¿Se puede ser más eficaz, siendo menos y asumiendo más responsabilidades?
Confío en que sí. Vamos a tener que hacer lo mismo, o más, con menos directivos. Con todas las connotaciones que tiene, es cierto que tenemos que pensar que la Universidad tiene que tener algunos tintes empresariales. Sobre todo porque estamos gestionando mucho dinero, que es público. Y en ese sentido, tenemos incluso más responsabilidad que cualquier empresa, que lo que gestiona es su dinero. El dinero que nosotros gestionamos no es el nuestro. Ahí está el reto.
Hablaba de definir el camino. ¿Hacia dónde tiene que ir la UMA para diferenciarse de las demás?
Yo diría dos palabras: la especialización y la internacionalización. Y especialmente, la segunda. Nuestra Universidad es generalista, que se está especializando en diversas áreas. Pero quizás, una de nuestras señas de identidad es la capacidad de transferencia y de relación con el entorno. Ahí estamos muy bien posicionados, con respecto a otras universidades. Y vamos a seguir reforzándolo. Cuando hablo de transferencia no sólo me refiero a las tecnologías. La palabra transferencia en la Universidad tiene muchos conceptos y vertientes. Transferencia son nuestros alumnos. La mejor que hacemos, además.
¿Que encuentren salida laboral cuando terminan su carrera?
No sólo eso. La Universidad de Málaga pone todos los años 4.000 licenciados en la sociedad, que son los que la van a construir. Es decir, la formación que le hemos dado y todo lo que ellos han aprendido en la Universidad, van a transformar la sociedad. Por eso digo que es la mejor transferencia. La transferencia de conocimiento también hay que reforzarlo desde un punto de vista académico, como institución pública.
¿Y cómo se puede lograr la internacionalización de la UMA?
Creo que ése es el gran paso que tenemos que dar. La UMA debe ser una Universidad internacional, mucho más de lo que ya lo es. Tenemos que hacer una gran apuesta por las relaciones con el entorno internacional. Parte de esta política se incluye en las estrategias del CEI AndalucíaTech.
¿En qué se está especializando la Universidad de Málaga?
La UMA se estructura en diferentes áreas. Identificaría tres o cuatro importantes, empezando por las tecnologías y especialmente las TIC. En eso somos líderes. Eso puede que se sepa. Pero quizás no se sabe tan bien es el liderazgo que tenemos en Ciencias Sociales y Jurídicas. Aquí la UMA, por razones históricas y, sin duda, por la calidad de los grupos, ejerce un liderazgo importante en Andalucía. En Ciencias de la Salud, aunque sea un peso más pequeño, también tenemos grupos muy importantes en biotecnología, que son muy señeros y bien colocados a nivel internacional. La especialización no sólo consiste en que la UMA se reconozca por un área, sino en esa transferencia que antes hablábamos. Y la Universidad de Málaga sabe hacerlo muy bien. Mucho mejor que otras, y al mismo nivel que las mejores en España.
¿A pesar de la crisis?
La crisis está perjudicando esta trasferencia absolutamente. No ha disminuido el número de contratos que firmamos con entidades y empresas, pero sí ha bajado la cantidad de dinero que ingresamos. Lógicamente, las empresas no están para hacer grandes inversiones, sobre todo cuando aún no están convencidas de la importancia que la I+D+i tiene para ellas. Quizás esa sea una asignatura pendiente de todos. El descenso existe, pero si lo comparemos con otras universidades, no es muy significativo. Nuestro techo de facturación anual se situaba en 12 millones de euros y ahora estamos en unos 9 millones, con una cierta tendencia a la recuperación. El PTA juega un papel muy importante para nosotros, porque en su filosofía se encuentra la apuesta por la innovación y gracias a eso vamos a poder ir salvando los muebles.
¿Por qué cree que cada año más alumnos eligen la Universidad de Málaga para formarse?
La hipótesis que manejo es que la falta de trabajo hace que la gente vuelva a formarse. ¿Por qué en la Universidad? Porque los ciclos formativos, que son muy importantes y necesarios para la sociedad, producen grandes profesionales pero con un techo de formación. La Universidad amplía esa formación. En última instancia, lo que importa no es el título, sino la capacidad que cada uno tenga de desarrollarse. Da igual el título, lo importante es lo que cada uno sepa hacer con la formación que ha recibido. En la Universidad no se aprenden oficios. Se aprenden profesiones. Y las herramientas necesarias para aumentar la capacidad de inserción y de avanzar en la sociedad.
¿Dónde necesita mejorar la UMA?
En la financiación. Es una asignatura pendiente. La UMA no tiene la financiación que le correspondería en función del número de estudiantes y de profesores. No es ni mejor ni peor que las otras, pero la financiación es importante. Y me gustaría que en los rankings, junto al puesto que ocupa cada institución, apareciera la financiación. También nos hace falta todavía, en este proceso en el que estamos, desarrollar una mayor proyección de lo que hacemos. Hay que apoyar más a las estructuras del día a día de la Universidad para que puedan desarrollar su trabajo en mejores condiciones. Que la productividad, y no sólo me refiero a los artículos o las patentes, sino también a las clases, sea más eficiente. Este año cumplimos 40 años y nuestro crecimiento ha sido exponencial. Creo incluso que hemos sido la Universidad que ha crecido con más fuerza. De hecho es la más dinámica y con mayor crecimiento en el entorno andaluz, pero sin embargo, la transformación de las estructuras de la UMA no ha ido acorde con ese crecimiento. Y el mensaje de este equipo que la rectora presenta va en ese sentido: una nueva forma de gobernar, porque hay que hacer las cosas de forma distintas, porque estamos ante una Universidad distinta y ante unos retos distintos. Y eso mejorará la visibilidad de nuestra acción.
¿Qué le falta a la Universidad de Málaga para aparecer en los rankings internacionales?
A mí me gustaría hacer un ranking mío y la Universidad de Málaga quedaría muy bien situada.
¿Se refiere a la financiación también, como acaba de decir?
Eso serviría para ver cómo a mayor financiación, la producción de las universidades es mayor. Hace poco, en una reunión de vicerrectores de Investigación, me quedé con una cifra. La Universidad de Stanford, que nadie discute que es la mejor universidad del mundo, tiene diez veces el presupuesto de la UMA y menos de la mitad de los estudiantes. Así, yo puedo ser mejor que Stanford. En esas condiciones, cualquiera. La UMA encabezaría el ranking de mayor producción académica con menos financiación. Esto no es un canto gratuito. Nosotros queremos ser excelentes. Pero los rankings no terminan de reflejar la realidad.