Los puntos rojos. Sus enigmas.

21 Sep

En el texto de hoy volveré sobre un tema ya tratado hace poco, y me gustaría centrarme en traducir algunos párrafos, que considero de enorme interés, y pertenecen a una obra de reciente publicación ( : “The First Signs…”, de G. von Petzinger; más adelante doy el título completo del libro ) donde se tratan aspectos muy concretos de las cosas que pueden verse en diferentes cuevas por toda Europa, y muy especialmente en España. Pero esto, lo de trasladarles algunos párrafos de dicha obra, ahora habré de dejarlo para textos posteriores al de hoy, : no podemos exceder ciertos límites y, además y sobre todo, los temas que abordaremos son tan intensos e interesantes que nos vemos obligados a demorarnos en cada aspecto que se toque, conque iremos poco a poco.

Algunas de estas cosas (signos, señales, marcas…etc.) las he podido ver y fotografiar en la Cueva del Tesoro : la imagen que arriba pueden ustedes ver es una de esas fotografías a las que aludo. En esta ocasión, doy una imagen más completa y amplia de dicho espeleotema, pues como tal debe considerarse tanto esta roca con puntos y líneas de color rojizo como otras tan características como el Águila o la imagen de la deidad que conocemos como Noctiluca, o como la gran figura de una cabeza de Toro (o vaca) que está en el techo del mismo Domo (o sala) que llamamos hoy “del Águila”.

De estos puntos rojizos hechos por la mano del hombre me ocupé no hace mucho, como digo, y creo recordar que reproduje casi la misma imagen de La Cueva del Tesoro : esa gran roca, que es no exenta, sino que forma parte de la estructura de la cavidad en su totalidad, y que se encuentra en los aledaños de la zona del Águila. En aquel texto anterior, publicado el 21/8/2017 en este mismo blog de La Opinión de Málaga, y que se titulaba “Puntos Rojos”, ya se abordó una cuestión que parece haber recobrado actualidad, en algunos casos, y en otros, sencilla y llanamente, ha sido planteada por vez primera, que yo sepa, con absoluta rotundidad. Vuelvo aquí, pues, a ese curioso, casi inquietante enigma de los puntos rojos : ¿qué son, qué significan?

Aunque la autora del tan interesante trabajo que hemos citado en el párrafo primero de este texto no ha visitado nuestra Cueva del Tesoro, lo que dice de otras cavidades del norte de España, de Cantabria y otras zonas, nos vale, y muy plenamente, para nuestros propósitos y razonamientos, como podrá constatar quien, reflexionando sobre el asunto, tenga un mínimo de conocimientos sobre estas cuestiones. Y no sólo lo que expone de  otras zonas de España, sino también de cavidades de otros países de Europa, como esas marcas de garras de oso (bear claw marks), de una cueva de Villars, ( Francia ), que reproduce en foto en la página 125 del libro que estamos utilizando : “The FIRST SIGNS. Unlocking the Mysteries of the World`s Oldest Symbols.” (Así se titula la obra).

Naturalmente estas cosas que forman parte de nuestro patrimonio cultural y artístico, plenamente paleo-antropológico, y de interés muy especial para el estudio de la aparición de los primeros humanos en estas costas y en las cuevas del sur de Málaga, deben ser preservadas y cuidadas con muy especial atención, procurando además que un día puedan ser estudiadas a fondo por auténticos especialistas : la Cueva del Tesoro contiene aún mucho material todavía no estudiado. Llamo la atención sobre esto último porque la ocasión y los hechos así lo requieren. De todo esto iremos dando cuenta, en la medida de nuestras posibilidades. Pero sigamos :

Si observan con cierta atención la imagen, quizá les ocurra lo que a mí : hay desde esa perspectiva de la roca donde están los puntos rojos de que hablamos un cierto parecido con lo que se diría que es como la cabeza de un animal, tal vez un lobo o un perro. Si pensamos en un cánido cualquiera de los recién citados, en la punta del hocico están esos tres puntos, y luego hay otros dos que se sitúan como en los sendos laterales de la cabeza lobuna, que serían los ojos.

La cuestión ahora es bastante simple en apariencia, y se trata de lo siguiente : ¿verían quienes hace unos equis miles de años pintaron esos puntos lo mismo que ahora podemos nosotros ver, con un  mínimo de imaginación? ¿Y si de veras quisieron representar una cabeza, de lobo o de perro, aprovechando la forma de esa gran roca, y para ello se limitaron a marcar con rojeces redondeadas los ojos y la parte de la nariz, aún tal vez manchada de sangre por haber olido muy de cerca a una presa recién cazada? ¿No sería fantástico imaginar que unos 30.000, o unos 35.000 años, después de esas marcas pintadas por humanos, ancestros nuestros que habitaban estas mismas costas, somos capaces de tratar de entrar en la mente de aquellos seres humanos en tantas cosas tan cercanos a nosotros, y en otras tan lejanos?

Hay un libro extraordinario que se titula “La Mente en la Caverna. La conciencia y los orígenes del arte.” Su autor es el sabio y hombre de gran erudición David Lewis-Williams y se publicó en Londres en el 2002. La traducción al español que manejo es del 2005, en traducción de Enrique Herrando Pérez, y está editada en AKAL. Las dos obras citadas en nuestro texto de hoy, la de G. von Petzinger y la de D. Lewis-Williams, tienen algo en común : ambas nos abren la mente de par en par a un mundo tan interesante como insólito, y es el del universo de los hombres de hace bastantes miles de años, aquellos seres humanos de la aurora de la humanidad, nuestros antepasados ya siendo seres del todo integrados en la especie misma nuestra, ya no homínidos, sino homo sapiens.

Y con esto nos quedaremos hoy a las puertas misma de un enigma que puede llegar a fascinar y que, a poco que uno se descuide, nos atrapa : ¿qué sentido tienen estas señales, estas marcas? ¿Hasta qué punto seremos hoy capaces de adentrarnos en la mente de aquellos antepasados tan lejanos? ¿Estamos ante enigmas insolubles, o sería posible alcanzar a entender algo, arrojar alguna luz sobre estos “datos de una conciencia”, y conciencia tan alejada del hoy nuestro? Lo indagaremos, lo trataremos de entender y, si algo vemos en claro, en claro lo pondremos ante ustedes.

7 respuestas a «Los puntos rojos. Sus enigmas.»

  1. Tanto los estudios que pueden parecer sólo “teóricos”, pues es en libros editados donde los vemos, como aquellos otros datos que alcanzamos a conocer sobre el terreno, y ya no son sólo teoría sino que adquieren la categoría de “hechos constatables”, son bases sobre las que se debe trabajar : no basta con ver las pinturas en los libros que las comentan, sino, a ser posible, en los lugares donde realmente están. Y cuando esto se hace, la reflexión no tarda en aparecer y nos obligamos a tratar de entender lo que tenemos ante nuestros ojos. Y todo ello nos abre a mundos fascinantes. Una de las cosas que trataré de llevar al ánimo de los lectores es precisamente esto : la intuición de esos mundos, la vivencia lo más directa posible de esos (hoy por hoy, y al menos para mí) enigmas.

  2. Ya daré completa información de un libro donde un investigador actual del arte y los restos de los hombres del paleolítico superior (e incluso de anteriores épocas) explican cómo el artista de hace 15, 20, ó 30, 40 mil años como mínimo solía aprovechar formas de rocas naturales que sugerían en su mente y en su visión animales diversos (osos, por ejemplo) para “iluminarlas” con pinturas y dibujos que ellos añadían completando así la inicial idea nacida en su visión interior de la roca o del fragmento de pared en cuestión. Hay ejemplos abundantes de ello en diversos yacimientos de Europa.

  3. Es cosa sabida que en muchos aspectos la Cueva del Tesoro ya ha sido explorada y estudiada con anterioridad. En otros no pocos aspectos, ha sido expoliada. Pero en otros muchos más sigue siendo una cavidad aún “virgen” de investigación por una razón muy simple : han surgido posturas nuevas, métodos nuevos también, y aspectos hasta ahora no contemplados antes, como los que plantea en su obra Genevieve von Petzinger, y eso amplía, y no poco, cuanto falta por ver y saber y valorar en esta singular gruta. Todo se andará.

  4. En un principio di en pensar que estos puntos en esta gran roca con forma que recuerda la de un animal bastante conectado al hombre, pudieran ser representaciones de puntos que trasladados mentalmente al cielo visible fuera de la cueva, remitieran a aspectos planetarios importantes para los hombres que los representaban.
    Esta hipótesis la dejo en suspenso, y tal vez con más y mejores datos pueda un día comprobar su posibilidad, o descartarla del todo.
    Hoy por hoy, esto me es un enigma. ¿Tal vez por eso vuelvo una vez y otra a tratarlo de desentrañar? No lo sé.

  5. Quiero destacar una pregunta clave que se / nos hace Genevieve von Petzinger en un momento de su interesante e innovador libro : “Wen we become us?”, (si no me falla la memoria ni mi leve conocimiento de la lengua inglesa). Es cierto lo que esa pregunta plantea : “¿Cuándo comenzamos realmente a llegar a ser nosotros?”
    Hay un amplio, largo proceso que viaja del homínido al hombre, e incluso ya dentro de lo que llamamos “el hombre”, hay aún un camino desde los iniciales homo sapiens a ese “us” (nosotros) que dice G. von Petzinger.

  6. Nota .- Ese “Wen” de antes debe ser when. Un error mío del que pido disculpas. Gracias.
    Esto de ponerse a escribir notas a las 5 de la mañana para combatir el estar desvelado no es plan.

  7. El entendimiento de estas cosas a veces tiene la gran dificultad de que aún es muy poco lo que sabemos sobre la mentalidad de los ancestros que las hicieron. Aplicar sin más nuestras ideas y nociones a realizaciones de seres ya lejanos en el tiempo cuyo pensamiento e ideas del mundo no conocemos sería erróneo. Debemos ir paso a paso reuniendo datos y tratando de entrever posibles sentidos de los signos que dejaron en su día y hoy nosotros podemos contemplar

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