Los nuevos replicantes

10 Oct
Cada año crece el uso de los móviles entre los menores españoles. Los nuevos replicantes se entrenan

Nueve de cada 10 niños españoles de 14 años tiene un teléfono móvil. El hombre macluhaniano como extensión mediática es ya un inútil sin ese artilugio

En la era de la posverdad, del renacer de los replicantes de Blade Runner, de los nacionalismos trazadores de nuevas fronteras mentales, viene el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) a meter más miedo. Sin criterios formados aún, sin saber leer bien, sin vocabulario mínimo, un adolescente ‘navega’ sin resquemor muchas, demasiadas horas de su temprana vida. El uso de Internet en España crece. De 29 millones de personas conectadas –casi el 85% de la población total–, el contacto con la Red es un hábito diario. No es que estemos casi permanente enganchados, sino que la conexión se ha instalado en nuestro ser. Si eso puede y es peligroso para adultos, lo es más profundamente para los adolescentes. A partir de los 13 años ya no pueden vivir sin el móvil. Pero desde los 10, o antes incluso, el acceso a Internet y el manejo hábil de los artilugios electrónicos en cosa de niños.

La interconectividad entre los diferentes terminales (móviles, ordenadores de casa u oficina, tablets, ipads, etc.) tiene un uso diario. Las RRSS (Facebook, Twitter, Youtube, etc.) son visita obligada para informarse, participar e intercambiar asuntos públicos o privados. Destacan en estos usos los jóvenes estudiantes de 16 a 24 años. Y son más activas las mujeres que los hombres (70 a 65%). ‘Colgar’ agresiones o competiciones escabrosas es un rito habitual de adolescentes, que multiplican sus ‘hazañas’ por las RRSS. La visibilidad es todo, el anonimato mata. Ser destacado famoso a toda costa. Con la ayuda de la peor televisión privada que se hace en España, que crea falsos ídolos, ágrafos a granel.

Los que estudian esta novedad socio-cultural y tecnológica, no se ponen de acuerdo en si estas habilidades, ese furor digital, se adquiere por el uso temprano de tales aparatos o podría pensarse en una nueva forma de herencia genética. ¿Cómo sería eso posible? Lo cierto es que se observa en niños de apenas dos o tres años su habilidad, al parecer innata, para manejar un ipad o un teléfono móvil, como si ya lo trajeran aprendido. Hemos escuchado a un niño decir ipad, antes que papá. A finales del mes pasado, se celebró en la Universidad Jaume I de Castellón unas jornadas para explorar este tema. Un móvil al servicio de las personas y no al contrario. Si existen los nativos digitales o aprenden a serlo a la primera edad es motivo de preocupación del universo académico, que estudia estos procesos. Nada está claro aún. Pero la observación de los datos del INE dicen que el uso se extiende, crece y está ya instalado entre los más jóvenes. Adolescentes o internautas prematuros.

El universo Internet, paradigma de un territorio libre de censura, de la libertad absoluta, donde aquel lema del París/Mayo se hizo carne: ‘Prohibido prohibir’, tiene sus detractores en el sentido de que no todo lo que allí circula es cierto o es falso. Ocurren ambas cosas. La notable ausencia de fuentes hace que lo que parece verdad no lo sea y lo que es mentira lo sea, aunque lleve disfraz de certeza. ¿Cómo puede discernir y separar lo cierto/falso un niño de 10 años? Ni siquiera un adulto algo formado puede hacerlo. Internet es una tierra de nadie, donde todos opinan sin orden ni concierto. Cuando lo hay la confusión puede alcanzar a las mejores intenciones. Allí se ha desarrollo ese nuevo concepto: la posverdad. La gente al final cree en lo que quiere o le conviene creer. Y esa forma de libertad lleva al adocenamiento de las ideas, a la amalgama de mentes paralelas, incapaces de tener ideas claras, propias y firmes. Tener libertad siempre está bien, pero hay que aprender qué hacer con ella. Lo cierto es que la revolución digital llegó para quedarse y expandirse. Así que se requiere guiar a los niños en la comprensión de los millones de contenidos a los que están expuestos al usar tales tecnologías. Tarea nada fácil para hogares demasiado dispersos por la vida cotidiana de rutinas obligadas.

Se puede pensar en los dispositivos móviles como una droga altamente adictiva, que atrapa desde los primeros años. Ante eso falta aún instrumentar mecanismos docentes en la escuela básica para alertar y enseñar tales usos. Si se planteara un experimento donde niños y preadolescentes no tuvieran acceso al uso de tales artilugios, se podrían establecer la hipótesis de que serían personas minusválidas en relación a sus mismos compañeros que sí utilizaran las redes digitales. La polémica está servida y preocupa seriamente al estamento docente. Desde las casas hacen lo que pueden, a veces mal regalando a los niños un móvil al hacer la primera comunión. Esta sociedad ya no es lo que era, desde que el móvil es mucho más que un simple teléfono.

Es pronto aún, pero si pensamos que estos niños, preadolescentes y jóvenes son los herederos de España, de Europa, del mundo, y que tendrán adelantos tecnológicos todavía por venir; sin que puedan ya vivir sin esos terminales, extensiones de sí mismos; entramos en un mundo ficcional, que exploran sagas como las de ‘Blade Runner 2049’. Los nuevos replicantes, casi seres humanos, otra raza con poderes digitales en primer plano. Verán universos paralelos que nadie ha visto ni imaginado hoy. ¿Serán estos niños los nuevos replicantes? No falta tanto, apenas tres décadas.

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