¡Tourist, go home!

8 Ago

El detalle que faltaba. Echar a los turistas que mantienen a flote la economía española. Desde Cataluña, esa región mancillada por España, y los vascos agitados, claman por incinerar al turismo

La caló pone malos consejos en algunas cabezas. El nacional-separatismo ha tomado ahora una nueva bandera: el turismo es malo. Hordas de extranjeros vienen a arrebatarles sus esencias. Mejor que no vengan. ¡Fuera, fuera!, que aquí solo se habla catalán y vasco. Pero de la economía del país no quieren saber nada, ni falta que les hace. Total España no es su nación. Aquí, en este país donde ustedes, protestatarios catalanes y vascos, nacieron se vive del turismo. Es pésimo depender casi en exclusiva de una sola industria, pero es lo que hay por ahora. Seguramente hay que revisar las políticas generales sobre el turismo, que se ha masificado por razones varias. Pero en esta monarquía parlamentaria hay cauces pacíficos establecidos. Las circunstancias de la cuenca sur del Mediterráneo (léase ‘primavera árabe’) ha propiciado una avalancha de turistas sobre España. Ahora leemos los datos. En vez de pintar ‘Tourist go home’ trabajen para que se creen nuevas formas alternativas a la economía del turismo. Estos no dejan vivir ni en verano, donde ya es difícil dormir.

El radicalismo es un sarampión que está de moda. A derecha e izquierda surge bajo los adoquines de las antiguas calles de Europa. En la piel española, con el separatismo catalán amenazante, no parece casual que esta esquina del mapa se levante contra los turistas. Es un movimiento de ‘lucha de clases’, dicen los agitadores de Arran y Endavant, adscritos a CUP y, se les suma los radicales de Batasuna. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fiel piante de la red del pajarito, no dice ni pío en esta ocasión. El silencio la hace cómplice, dicen sus oponentes políticos. Es una original versión del leninismo. El camarada Lenin no tenía turistas por la Rusia bolchevique de su época, salvo aquel mítico periodista americano, John Reed.

El movimiento anti-turismo comenzó en Barcelona, Palma de Mallorca y repicaron, con su experiencia callejera, los vascos de la izquierda abertzale, siempre atentos a las causas más radicales. Estos, además del lema ‘fuera turistas’, han agregado ‘incinerar a visitantes foráneos’, tan cálidos siempre con el fuego. La amenaza está en las calles de agosto. Sus blancos, restaurantes, hoteles, autobuses, empresas de turismo, yates, bicicletas de alquiler. ¿Qué será lo próximo, agredir a los guiris? La prensa internacional se ha hecho eco (Le Monde, The Guardian, The Times). La Marca España se agrieta y eso ahuyenta a europeos y americanos. Millones de visitantes que mantienen a flote la maltrecha economía nacional.

Cifras frescas del INE. De enero a junio 2017, 36 millones de turistas gastaron un 14,8% más que en el mismo semestre del año pasado. En junio se ingresó 8.982 millones de euros. Dice este análisis que chinos y rusos van en aumento (y eso sí que será masificación). Los primeros visitantes siguen siendo los británicos. Alcanzaron el 20,3% de los 37.217 millones de euros del total de gasto turístico en estos primeros seis meses. Le siguen los alemanes (14,4%); daneses, finlandeses, noruegos y suecos (8,7%). Y atención al dato por CCAA. Las que mayores ingresos obtuvieron del turismo fueron: “Las Islas Baleares (23.7%); Cataluña (23,6%); Andalucía (14,8%)”. Barcelona destaca en primer lugar, entre todas las capitales españolas, por su alta recepción de turistas. El gasto ocurre mayormente en alojamientos hoteleros.

Casualmente es Barcelona, capital del turismo español, el principal objetivo de los radicales anti-turistas. Contabilizan hasta ahora siete hoteles agredidos. Pero también Palma de Mallorca o Valencia, sus ‘Paisos Catalans’. Uno de sus lemas, escritos en inglés, dice: ‘El turismo mata a Mallorca y Aquí se está librando la lucha de clases’. Arran, los jóvenes catalanes que escriben en inglés, giran en la esfera de la Esquerra Independentista catalana, donde habita la CUP. Sus argumentos van desde la masificación turística a la proliferación de pisos de alquiler a turistas temporeros. La Ley local no aclara el asunto, y los propios partidos de la Comunidad catalana no se ponen de acuerdo. Ante el vacío de la norma, los chicos anticapitalistas toman la justicia en sus manos y muerden a esa misma mano que da de comer a Cataluña y a España toda. Aunque es cierto que ese turismo low cost carece del menor respeto por las normas civilizadas de convivencia.

Andalucía. Por esta tierra del olivo socialista, el turismo ha sido piedra angular del sostén económico. Esta actividad sostiene a su PIB en un 13%. Es cierto que las voces expertas asustan y advierten que hay que subir la calidad del servicio, so pena de matar a esta gallina, como ya mataron a la del ladrillo, tan vinculada una a la otra. Este año, Andalucía recibirá a unos 30 millones de turistas, su cifra récord, con un 5% más que el año anterior. Ver al turismo como un recurso no-renovable, es mirar a un horizonte en decadencia. Hay que renovar, y gestionar esa avalancha creciente que busca el sol, el descanso, la tranquilidad y el buen trato. El turismo como industria tiene un PIB prometedor, su mantenimiento e incremento depende de la racionalidad y puesta al día. El turismo, como arma de empleabilidad, requiere de empresarios que entiendan que la calidad pasa por incrementar el plantel de su personal, mal pagado y muy temporal.

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