Golpe y contragolpe

4 Abr
El presidente venezolano se sacó un As de la manga

El único poder molesto para el régimen venezolano ha sido eliminado vía judicial, y restituido en pocas horas por el presidente Maduro. Mientras el pueblo escarba en la basura para llevarse algo a la boca

El régimen chavista es experto en golpes fallidos. El primero lo intentó Hugo Chávez, un teniente coronel de paracaidistas, que como golpista fue un sorpresivo político. Después le intentaron dar uno a él, que se salvó gracias a un compañero de uniforme, ahora preso en algún calabozo del régimen. La semana pasada, el Tribunal Supremo, supeditado al gobierno madurista, eliminó por un decreto a la Asamblea de los diputados. Se puede definir como un auto-golpe o como una maniobra orquestada desde el Ejecutivo, para de inmediato dar marcha atrás, da igual. Los hechos son claros. En Venezuela se ha interrumpido el hilo constitucional por la vía judicial. No es que ese hilo fuera grueso, sólido, pero ahora está roto, quebrado desde dentro. Si ahora se puede calificar a ese gobierno como dictadura, es más que evidente. Pese a que el presiente Maduro lo haya restituido ¿Pero qué podía esperarse de un grupo de gobernantes, que desde el difunto comandante-presidente Chávez, han venido desmontado el ejercicio democrático? Este final, es una muerte anunciada del actual resquicio de democracia que aún sobrevive. La anterior fue, con sus pro/contras, faro de luz en un continente plagado de dictadores, desde Videla a Pinochet, sin olvidar al otro difunto comandante de Cuba. Pero el presidente Maduro recompuso todo y restituyó el orden constitucional. Un dictador cubierto de un manto demócrata. La presión internacional ameritaba tal candidez.

Fracasado el diálogo, desde los apoyos del Vaticano y de políticos varios, que ahora declaran de perfil, el chavismo puso en marcha la segunda fase: eliminar ese grano en el trasero que es la oposición electa en la cámara de los diputados. Remozado el Tribunal Supremo (con chavistas de postín), se le encargó la tarea. Fue fácil. Que la Fiscal declare horas después, desde la televisión del Estado, que se ha roto el mandato constitucional, parece parte de la jugada a cara de perro. A la oposición, una vez más, le han marcado los tiempos. Y eso en política es perder la jugada, en este caso casi la guerra. Ante un golpe/contragolpe de este calibre –y con la Fuerzas Armadas empoderadas en el chavismo radical– la marcha atrás del régimen parece improbable. La oposición sigue a la defensiva.

Dada la poco o nada relevancia que el régimen ha dado a los mandatos de la OEA en el pasado, no parece haber una razón para que ahora les asuste el cerco que la plantan 20 países del entorno. O tal vez sí, dada la situación más que precaria de aguda alarma humanitaria, que sufren los venezolanos. Lo que le piden al gobierno de Maduro es que convoque a las elecciones que corresponden. La escenificación del asalto a la ley desde los jueces supremos y la inmediata rectificación del Ejecutivo, demuestra quién manda. La jugada puesta en marcha parece un diseño bien calculado. Calificada de golpe judicial y señalada como ilegal por la propia Fiscal General del chavismo, y la marcha atrás del presidente –como si no se hubiera enterado–, al obligar al Tribunal Supremo a restituir el poder a la Asamblea Legislativa, son ingredientes que carecen de improvisación. Poco o nada es casual en política. El resultado tiene la intención de calmar a los demócratas del mundo, probando que allí también hay democracia con los tres poderes en armonía y funcionando independientemente.

La pelota está ahora en el tejado de la Asamblea Legislativa, donde los diputados tienen la potestad de exigir el cambio de ese Tribunal Supremo y de ‘limpiar’ el Poder Electoral, que controla el flujo de los votos, siempre favorable al régimen. Hasta ahora esos legisladores de la oposición no han conseguido torcer el rumbo a la revolución bolivariana. Siempre luchan contra la cortina de humo, que, como esta de la semana pasada, oculta el grave problema del día a día de los venezolanos: conseguir comida, medicamentos o salvar la vida en las calles del crimen. Otra vez, Maduro invita al diálogo, a una mesa donde el régimen chavista no ha cumplido los acuerdos y que está suspendida desde diciembre del pasado año. Otra humareda para ganar tiempo y dejar que el verdadero problema de Venezuela siga pudriendo a esa sociedad, cuya extrema paciencia parece inexplicable.

Con la libertad se está a favor o en contra, no hay medias tintas. Venezuela está pasando por esa grave disyuntiva. Los que están en contra, porque molesta a sus intereses apoyados en la corrupción más galopante de ese país en toda su historia, desde 1959 a la fecha. Necesitan todo el poder, sin cortapisas, ni vocerío en contra desde el Poder Legislativo. Esos, además, tienen los cañones. Los que están a favor, sólo les queda la calle, la protesta, el camino más duro e incierto de esta hora. La salida o el triunfo de quienes somos convencidos demócratas va a costar ‘sangre, sudor y lágrimas’, como sentenció Winston Churchill en su día, cuando defendió a toda costa la libertad de su pueblo. Se podría agregar que la libertad y la democracia no se negocian, se exigen en base a una Constitución, que, promulgada por el chavismo, nunca se ha cumplido sino en pro de las conveniencias del régimen. Ellos son del Poder único, eso de tener tres más la Prensa no les agrada absolutamente nada.

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