Turbia es la noche

7 Mar
Susana Díaz defiende al PSOE del futuro

 

Mientras el mapa partidista apenas se mueve. Los antiespañoles, vascos o catalanes, siguen plantados en el odio. Y ‘cadáveres políticos’ que resucitan

Dicen los estudiosos de la historia de los movimientos políticos que no se deben dejar heridos en la cuneta. Al adversario hay que rematarlo, porque se corre el riesgo de que tome un segundo aliento y arremeta con mayor fuerza e implacablemente sobre los que le dieron por acabado. Parece ser el caso de Pedro Sánchez, que no estaba muerto políticamente, solo andaba de paseo cogiendo un segundo respiro. Tiene al PSOE en quiebra técnica. No está dividido formalmente, pero la fractura es de cuidado. Los partidos se dividen cuando los bloques se decantan por concepciones ideológicas divergentes, aunque en este caso ambos bandos sigan situados en la progresía. Es el caso actual del socialismo histórico español. Los que añoran la hoz y el martillo y la Internacional puño en alto, los que olvidan que aquellos símbolos se ocultaron para poder gobernar a un país en transición. Y los que ven claro que para volver a administrar, desde un progresismo posibilista, hay que volver a recordar que se convirtieron y quieren seguir siendo socialdemócratas.

Inspirados por ese concepto que desde la socialdemocracia se podía también conquistar el cielo de los Estados del bienestar y que cambiarían a la vieja Europa para siempre, gobernaron a España casi 16 años seguidos. Después les adelantó por la derecha, José María Aznar. La democracia tiene esas cosas, comienza a madurar y vuelven los conservadores, los reformistas a los que les da urticaria tanto rojo reconvertido. Después vino José Luis Rodríguez Zapatero, ZP a secas. Un socialista que imprimió una velocidad vertiginosa hacia la revolución perdida para abrirle las puertas. A partir de ahí, crisis financiera instalada en el ADN español, cambió el mapa político. Y por aquí andamos. Con un socialismo a la deriva. Y eso es malo para España.

La principal valedora de la tesis socialdemócrata, que les comprobó el triunfo en las urnas, es Susana Díaz. Sevillana de Triana, joven, que le ha salido la muela del juicio aprendiendo cómo funciona el aparato del partido en Andalucía. Con la mayor militancia activa de toda España, Susana se debate entre presentarse a dirigir a su partido o esperar con paciencia, virtud que caracteriza a todo político profesional, su mejor momento. Su escenario es difícil se mire desde donde sea.

Escenario uno. Decidir presentarse a disputar la secretaría general del PSOE a Pedro Sánchez y Patxi López con el riesgo de perder. Eso sería fatal para su futuro al frente de los socialistas andaluces. No hay que olvidar que ambos saben la fuerza de la sevillana. Ya han asomado la posibilidad de aliarse contra ella. Lo ha dicho un vasco, Edón Elorza, quien aflora ese estandarte en un evidente globo sonda a ver cómo reacciona el personal. Pero, al mismo tiempo, podría pensarse que es la única forma de ganarle a la presidenta andaluza. Si Susana no asoma su intención de pelear por esa secretaría, ya la tendría perdida. La decisión está siendo más que medida y meditada, dicen por Sevilla. Por eso la demora, que no es indecisión sino medir el tiempo político; en esta ocasión los contrincantes internos se le han adelantado. Ya se sabe: candidata, estrategia y programa. La candidata está, la estrategia ya se ve y el programa ya lo viene anunciando. “La gente quiere que el PSOE vuelva, pero no que vuelva el pasado”, ha dicho este fin de semana. Eso es una declaración de su posición ideológica. Socialismo sí, pero con la posibilidad real de poder gobernar a España. Cree Susana que los españoles en una buena proporción (aunque no es lo que dicen los sondeos recientes), quieren que vuelvan a gobernar los socialistas. El camino hacia poder realizar ese deseo es hacerse con el control de todo el partido. No lo tiene fácil, sino muy difícil.

Escenario dos. No presentarse. Sería la estrategia de esperar a ver pasar por su puerta el cadáver político de Sánchez, esta vez realmente. ¿Cómo sucedería tal aserto? Ganaría Pedro Sánchez y, seguramente, cambiaría la estrategia de apoyo al gobierno de Mariano Rajoy, con lo cual éste se vería obligado a convocar elecciones anticipadas. En ese nuevo escenario electoral, todos los sondeos indican que ganaría el PP, pero tal vez podría no gobernar, si el PSOE de Sánchez obtiene suficientes diputados como para pactar con la izquierda y los nuevos cachorros de la derecha light de los Ciudadanos, y hacerse con un mandato en coalición a tres o más bandas. Todo por el poder.

Escenario tres. Susana Díaz se presenta y gana. Poco probable, pero en política hay que considerar todas las posibilidades. ¿Cómo compatibilizar la secretaría general de un partido nacional y la presidencia de la Junta de Andalucía? El riesgo es mantener las dos carreras sin poner en peligro la gobernabilidad de la región. Perderla, tras casi cuarenta años en el mando andaluz, sería nota para la historia. Hay voces internas que miran a la sevillana como fuerte en su patio, pero extraña para casi la totalidad del territorio nacional. Ya fueron presidente y vicepresidente de España dos sevillanos. Y pusieron de moda a Sevilla de la Expo y el AVE. Esta vez Susana, que también es sevillana, joven y es mujer. Todo puede ocurrir. Como se mire, el PSOE está viviendo la crisis interna más aguda de toda su historia, y llevan un siglo en la palestra.

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