Baños del Carmen

18 May
La mejor panorámica de la bahía de Málaga espera por ser rescatada
Es un tema recurrente, pero el nivel de deterioro, suciedad y abandono del entorno nos remite a la confirmación de la desidia generalizada de las administraciones.

Mientras esperamos que Costas, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga pongan el huevo en el añejo balneario de los Baños del Carmen, el tiempo pasa implacable sobre un terreno que más parece un paisaje después de la batalla. Para escribir esto hemos recorrido dicho entorno desde los Astilleros Nereo hasta la propia playa. Una acción inmediata sobre el terreno para adecentarlo es, evidentemente, urgente.
Los propietarios de los dichos astilleros, han declarado que sus instalaciones son un museo, aunque cerrado los domingos. Es cierto que allí se construyen y rehabilitan las jábegas malagueñas, cuya tradición se remonta a la Málaga milenaria. Su conservación se hace necesaria, aunque su ubicación haya que ser replanteada. Sin eso no sería posible enlazar el paseo marítimo de Pedregalejo, invadido por mesas comensales, con el que termina en la entrada del propio balneario.
Cruzando entre la orilla de piedras y la fachada al mar del Nereo, se llega al territorio comanche de los Baños. Un bosque espléndido de eucaliptos te abarca la mirada. Al fondo, pegados a la tapia que marca la calle, una deteriorada techumbre acoge a un grupo de okupas, que refugian allí su existencia. Uno de ellos recoge leña para el fogón solidario. ¿Están en su derecho? Seguramente no, pero en tierra de nadie y con el precio de la vivienda, bien plantados están. Esta masa arbórea, que en el plan de remodelación aparece redimensionada y adornada, se encuentra en franco deterioro. Menos mal que es una especie dura y que este año ha llovido. Merece un mejor cuidado y que sus troncos se aseguren un mejor futuro.

Bordeando el muro colindante con la calle exterior, pequeñas edificaciones de anteriores glorias, se caen a pedazos en ruina evidente. El terreno todo presenta desniveles y suciedad allí por donde pasees la vista. En el extremo más cercano al mar, dos canchas de tenis de vallas oxidadas y suelo irregular, aún prestan servicio a cuatro fanáticos de la raqueta. Hay espacio para montar dos más y otras tantas de baloncesto. El terreno es grande como para albergar un parque infantil, otro para mayores e incluso un pabellón con la historia del balneario, que fue de la burguesía y donde los domingos había verbena y fútbol.

El personal del restaurante, que se tiene en pie porque los vientos lo han respetado, como esperando a que las administraciones, al fin, concluyan en un acuerdo, se afana a esa hora del mediodía de domingo en preparar varias decenas de mesas a la espera de que el sol atraiga a los estómagos. Está rodeado de una pérgola apuntalada, cuyas columnas desgajadas dan fe de otros tiempos de boato. Lo único que se ha conservado intacto de aquel pasado es la espléndida vista hacia la bahía de Málaga, que si hubiera que pagarla subiría el caché del merendero.

Finalmente, está la playa. Minúscula lengua de arena ennegrecida y piedras, sobre cuya orilla rompen tímidas olas de color marrón. Las natas flotantes no conocen de balnearios centenarios. Una veintena de bañistas se tuestan al sol y languidecen, esperando que el proyecto de la remodelación y rehabilitación del entorno de los Baños del Carmen se haga realidad, como un milagro de la misma virgen.

5 respuestas a «Baños del Carmen»

  1. Esa es la historia o lo que viene a ser lo mismo, la descripción de lo que cualquiera que se acerque por el lugar puede ver. Ahora falta que alguien nos cuente la intrahistoria; o lo que es lo mismo, lo que no se ve pero que es causa o razón de lo que se ve. Es decir, quienes y porque motivos se permite que los okupas okupen los Baños a sus anchas, creando, entre otras cosas peligro de incendio y por qué motivos sus alrededores mantienen el estado de deterioro que se describe. Srs. administradores, administren. La pelota está en su tejado
    http://antiokupas.blogspot.com/

  2. Los que viviemos en Pedregalejo y nos hemos pinchado las plantas de los pies corriendo por el Balneario no queremos ninguna intervención. Es nuestro sitio, no el de un hotel, ni de un restaurante, ni de manadas de domingueros que entierran sus sandías en la orilla. Estamos hartos de que desde las poltronas se diga que se debe hacer con un espacio que pertenece a nuestra infancia.

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