Crisis va

13 Abr
Unos se ríen y otros la sufren
La crisis tiene consecuencias extrañas. Producimos menos basura, pero los jueces han aumentado su trabajo. Si tiembla en Granada se siente en Málaga

Mientras el Plan General de Ordenación Urbana se eterniza y la ciudad espera a la sombra de la crisis, los malagueños gastan menos y, por consiguiente, echan menos basura a los contenedores. Limasa se relaja. Por el contrario, los jueces claman al cielo, que es la Junta, porque no pueden más, sobresaturados con tanto desahucio, despidos improcedentes y casos cotidianos que la crisis potencia. Cuando no hay dinero suficiente, las cosas se complican.
Por otra parte, las redes sociales, mayormente juveniles, se potencian y le dan la espalda a tanto pesimismo, convocando a macrobotellones disipadores de malos pensamientos o no. En el universo guay el combustible que alimenta es unas copas entre coleguitas al aire libre del campus universitario. Una zona libre de la molesta ley que prohíbe beber en la calle. Ayer, lunes, aún se afanaban las laboriosas señoras de la limpieza en recoger los restos del naufragio etílico en el aparcamiento de Periodismo.
No parece incidir, menos mal, tan agresivamente en el territorio turístico si leemos la numerología estadística de la Semana Santa malagueña. Hoteles llenos, restaurantes a rebosar, calles pletóricas de público embelesado y días de sol y noches tibias. Un marciano desprevenido, al ver tanta alegría callejera, no entendería la palabra crisis.
Sin embargo, existe. Tal como lo prueban los datos de la basura y de los tribunales locales. Y otros al uso. Probablemente, la ralentización del plan de rehabilitación del Centro, despojado del dinero necesario. El incremento de construcción de VPO, siempre escasas. La sustitución de la energía común, por la solar en la medida que posibilite un ahorro sustancial. La optimización de los recursos para que la ciudad presente una cara más limpia. El balance, cuando los presupuestos han sido comprimidos al máximo, no da positivo. Nunca es posible, pues las obras pensadas cuestan dinero. Y ese efectivo no proviene únicamente en las arcas municipales.
Es cierto que los hitos fundamentales de la ciudad no se han detenido. Este mes habrá Festival de cine; la Semana Santa ha sido, según los especialistas, una de las más brillantes de la década. La Feria de agosto seguirá concertando la alegría del sol y habrá cabalgata de Reyes y Carnaval, como solemos gustar. Tampoco somos griegos todavía.
Una de las áreas más sensibles en estos tiempos es la que tiene que ver con los llamados asuntos sociales. Aunque se le haya dotado de mayor presupuesto, los llantos no cesan a las puertas de los albergues. Faltan guarderías, una escuela infantil municipal, viviendas tuteladas para mayores, más atención a los inmigrantes. Toda ayuda es poca para esas capas de la sociedad más necesitadas, y mucho más ahora. La solución pasa por el poderoso caballero don Dinero.
Seguimos siendo una ciudad pobre en espacios verdes. En Arraijanal hay una posibilidad, enquistada por la eterna discusión de los demandantes, que tanto se parece ya al pliego de los hermanos Marx. El bulevar sobre las vías del tren, también podrá tener árboles y sombra. Gobernar con los presupuestos al completo y con superávit es fácil. Lo complicado es navegar con marejada fuerte y viento en contra. Pero no hay tempestad eterna.

4 respuestas a «Crisis va»

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