Barrer la casa

26 Ene

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Mientras el PSOE consagra a su candidato a la alcaldía, la casa está sin barrer. Hasta los propios trabajadores de Limasa creen que su imagen es mala

Carlos Pérez Ariza

Los socialistas del Ayuntamiento de Málaga han venido dando trompicones políticos desde que comenzó este período municipal. Ha sido un grupo irregular plagado de deserciones, sin un líder claro, fuerte y visible. Desde otoño del año pasado, el jefe de sus filas parece haber encontrado un tono, un perfil de denuncias que a veces le salen bien, aunque no ha conseguido erosionar del todo a esa dura roca que gobierna en la Casona del Parque.
Ahora, parecen haber encontrado un contendiente dispuesto a jugarse su prestigio académico en las arenas cenagosas de la política local. El que más suena en los corrillos habituales de periodistas es José María Martín Delgado, a quien consagró el propio presidente de la Junta, José Antonio Griñán, que se aventuró a predecir el ‘seguro’ triunfo del PSOE en la capital y aun en Marbella.
Tiene dos problemas. Uno. En el soporífero estío malagueño, sólo quedarán unos irregulares doce meses hasta la cita electoral de mayo de 2011, y este prestigioso precandidato tendrá que hacer una apresurada campaña puerta a puerta por los barrios donde no le conocen ni de oídas, y asaltar Facebook para arañar esos votos cibernéticos cual un Obama local.
Dos. Tiene un perfil muy parecido al actual alcalde. Empezando por la edad, sobre los sesenta, un universitario de alto rango, culto, que sabe de lo que habla, que conoce los asuntos de la ciudad, pero que no exhibe una diferencia apreciable, a no ser los matices ideológicos. Porque aquí de lo que se trata es de la imagen pública, la que puede percibir de primera mano el ciudadano común y corriente, el que vota el domingo que toque. Necesitará algo más que un eslogan para ganar.
Barrer la casa. Pero como las elecciones se inventaron para cambiar a los que gobiernan malamente, es conveniente que se les haga caso a las llamadas de atención, a las tarjetas verdes y rojas que le sacan al actual equipo de gobierno. Por ejemplo, las protestas de vecinos del Centro de la ciudad por los modernísimos contenedores soterrados, que se insiste en colocar en los sitios menos adecuados. Los recipientes que no son renovados en muchos barrios cuando los queman o se deterioran por el uso. Los solares-vertederos.
Algo chirría en Limasa cuando la propia plantilla de sus trabajadores reconoce, en una encuesta interna (usual cada año), que los ciudadanos no están satisfecho con el servicio que presta la empresa a la ciudad. ¿Qué habrá que hacer para que eso mejore? Seguramente no es fácil, con un personal levantisco y amenazante de dejar sin esa indispensable asistencia al menor contratiempo con sus contratos, nada despreciables por cierto. Y no contar con vecinos más consciente de su papel como colaboradores necesarios en la limpieza de su ciudad. Esto sin contar, lo que se puede ver en el cauce de nuestro río urbano cuando las lluvias bajan revueltas. Desde electrodomésticos hasta carritos de la compra. O las aceras, donde hay que caminar saltando, como aquel personaje de Jack Nicholson, para evitar pisar las cacas de los perros, cuyos amos olvidan recoger. Así está Málaga toda.

10 respuestas a «Barrer la casa»

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