La Patrona lejana

9 Sep

Ayer celebramos la festividad de la Virgen de la Victoria. La patrona de Málaga. Una imagen maravillosa desde el punto de vista artístico, devocional y cultural. Es historia de nuestra ciudad. Es el icono primero. A partir de la Victoria, el resto.

Y ahora, además, con unas fechas importantes pues se celebran el 150 aniversario del patronazgo de la Virgen con la ciudad de Málaga así como los 75 años desde que fue coronada canónicamente.

Todo muy bien. Todo estupendo. Pero la realidad es que la Virgen de la Victoria es una imagen lejana. No existe una cercanía con el pueblo. No hay una relación fluida.

Cualquier persona que lea lo de relación fluida entre seres humanos y una imagen de madera puede pensar que he tornado a loco pero no. Es algo real y tangible.

La de la Victoria es una Hermandad que, a efectos prácticos, se gestiona de manera bastante similar a la del resto de Cofradías y hermandades de Pasión y Gloria de las que radican en nuestra ciudad.

Esa Hermandad es la responsable de todo aquello que se realice en torno a la Patrona de la ciudad. Una imagen con el compromiso perenne de sus devotos y que cuenta con la facilidad de tener, sin mover un dedo, a un nutrido grupo de fieles a su alrededor en todo lo que se haga por el mero hecho de ser Patrona y una imagen fantástica.

Lo que significa y supone para la ciudad le confieren un plus con el que pocas imágenes cuentan en Andalucía. Esto se traduce en infinidad de gestos de los malagueños hacia la Victoria: las clásicas ofrendas florales en su basílica, las visitas protocolarias, los actos en feria por la romería con el abanderado de la ciudad –digno de revisión o eliminación por su sin sentido-, así como el apoyo municipal en su procesión anual.

Pero más allá de eso –que ya de por sí tiene mimbres para estar una hora analizando lo que se hace y cómo se hace-, resulta indispensable poner sobre la mesa lo poco y mal que se hace en torno a la que, se supone, es primer icono devocional de esta ciudad.

La Patrona de Málaga no se merece vivir a años luz del resto de devociones locales en cuanto a cuidados de estilo, cultos y cercanía con sus devotos. Hay que regenerar de manera urgente todo en torno a nuestra Patrona. Hay que plantearse seriamente que los tiempos de Pepe Atencia ya pasaron y que a día de hoy las cosas en Málaga han mejorado en cuanto a calidades y cualidades.

La Virgen de la Victoria no tiene un besamanos. La Virgen de la Victoria no se acerca a su pueblo y tampoco permite que se le acerquen. Se llegó a escuchar la propuesta de un besacinta. Sí. Atar unas cintas a la talla y darle el besito a la cinta de la mercería. La Virgen de la Victoria debe recibir regalos y donaciones como cualquier otra devoción popular pero ¿Es necesario que una gran taberna sea la que pague la restauración de su dosel de cultos? ¿Tan mal está la cosa como para que la patrona de la ciudad precise de esa ayuda para algo tan básico como eso?

¿Pero por qué no la bajan al suelo para que la gente se le acerque? ¿Es de cristal? ¿Se vaya a romper? ¿O es por no meterse en berenjenales con lo bien que está ahí arriba y lo tranquilo que se quedan sus responsables? Pues no lo sé. Pero sí que veo cómo, conforme pasa el tiempo, la gente sigue haciendo colas al sol y espera para poder ver a Medinaceli, a la Macarena, la Virgen de los Reyes o la Esperanza. Cómo las hermandades se vuelcan y trabajan para que las personas puedan admirar, sentir y disfrutar de las imágenes –que no son suyas por cierto- para que la cosa fluya y funcione.

Pero aquí no está pasando. Y si algo se mantiene es por el nombre, por lo que significa o por el grado extremo de sensibilidad de aquellos que saben valorar una imagen magna como la de la Victoria. Pero el resto se irá perdiendo. Poco a poco será una olvidada más. Y no será su culpa. Sino de aquellos que por razones desconocidas hacen que cada vez esté más lejana. Que cada vez el camarín suba en metros. Y sea inalcanzable disfrutar de su imagen.

Por favor. Un llamamiento a aquellos que gestionan la Hermandad de la Victoria: hagan algo. Bajen a la Virgen al suelo. A los pies de los que la veneran. Y que la besen y reverencien. Que haya cercanía. Que sea querida y el amor sea correspondido. Que no es un cuadro ni una obra de arte –que también-, que es la Patrona de Málaga. Y Málaga es, aunque no parezca que lo sepan, algo más que una lona en la Catedral, tres mujeres mal vestidas de flamenca cuando no pega, las ofrendas manidas de los mises de las peñas y los bailes patéticos en la romería inventada de la feria.

Recuperen las improntas de antaño aunque sea por su efeméride. Que la gente conozca y reconozca la importancia de una Virgen adorada por tantos malagueños. Que se haga gala de su esplendoroso ajuar. Que se vista. Que la arreglen. Que veamos lo que fue durante una época.

Es una pena que para muchos la Victoria sea simplemente un barrio, o una cerveza murciana o una hermandad a la que pedir enseres prestados. Pero poco más. Solamente hay que ver la bajada hacia la Catedral y cuánta gente la acompaña. Muy pocas. ¿ Y eso de quién es el culpa? ¿Del devoto pasota o de la Hermandad que pretende conseguir el éxito anual sin mover un dedo? ¿Es normal una procesión de vuelta, por su calle, triunfal, con toda la Victoria con coches aparcados? ¿Esa es la Patrona? ¿Eso mueve?

Que la Virgen está muy lejos teniéndola tan cerca y es del todo injusto que se conformen con que siga viviendo de las rentas.

Un respeto hacia ella. Que es la Victoria de todos y la vigía de esta ciudad.

Viva Málaga.

Una respuesta a «La Patrona lejana»

  1. Exquisitez en tus palabras que lo dicen todo en unos renglones tan bien dichos a unos hechos que son obvios de la era que vivimos en la hermandad. Gracias Gonzalo, lo has clavao.

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