La Manca

24 Ago

Decía el chiste gaditano que había una mujer tan fea, tan fea, tan fea que era coja y la llamaban la fea. Imagínate cómo tendría que ser la criatura para que, siendo coja, su apodo fuera el de fea.

Málaga está a medio hacer. Siempre hay algo inacabado ya sea por desidia o porque simplemente se ha dejado derribar para después volver a construir.

Los intereses espurios de muchos promotores hacen que la ciudad, según la calle, sea una mezcla de Cuba, Dubrovnik y Etiopía. ¿Perchel? Piqueta. ¿Trinidad? Piqueta y desidia. ¿El centro? Decorado de turistas echando la porquería a la calle de atrás.

Así, nuestra ciudad se ha convertido desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico en un pequeño camelo únicamente impulsado por los privados interesados en convertir edificios en panales de abejas con chanclas para ganar dinero.

El malagueño medio, acostumbrado a este tipo de panoramas, ha sabido esquivar en todo momento cualquier tipo de concienciación y ha preferido girar la vista hacia la pandereta, el Cartojal y el aplauso al político local como si hablara con una eminencia. Todo se reduce a cenizas ideológicas y de ellas únicamente salen palabras cómodas para satisfacer al cerebro bobo.

Dejar a la chusma de media Europa campar a sus anchas por el casco histórico de nuestra ciudad no es cuestión de venta impune de nuestro patrimonio por un puñado de dólares sino que somos una ciudad cosmopolita y abierta al mar.

Consentir que se derriben barrios históricos no es cuestión de pasividad súbdita sino que somos una ciudad contemporánea, moderna y vanguardista. Y así sucede con todo por aquí. Incluida nuestra Catedral.

La de Málaga es un templo curioso pues tiene, como algunas otras, diferentes retales de historia en su propio esqueleto. Con dos pasos que das, atraviesas un siglo de historia entre una piedra y otra. Su construcción estaba tan viva como el propio devenir de Málaga y su Iglesia y así se ve reflejado en ella misma.

De todos es conocida su paradójico impase eterno en el que aún se mantiene con una torre menos. Y de ahí, como siempre, su simpático apodo: La manquita.

Es propio de nuestro carácter sureño lo de buscar el toque simpático a las adversidades. Y me parece genial. Es bueno y sano poder encontrar el toque alegre hasta en las cosas más difíciles de la vida. Y de ahí salió el apodo al primer templo de Málaga y su estado inacabado.

Resulta que con el paso del tiempo el asunto ha quedado como algo simpático y que, en algunos casos y alimentado por el desconocimiento más absoluto, se ha llegado a convertir en un elemento que se lleva a gala de cara a la gente de fuera. Se vende que tener la Catedral sin acabar es algo bueno, simpático y diferenciador.

¿Seguro que lo es? En primer lugar huelga decir que la Catedral de Málaga está sin acabar más allá de ponerle una torre con un reloj. Hay más. Mucho más. El templo tiene carencias constructivas que están planeadas sobre el papel pero jamás ejecutadas.

A ese hecho hay que sumarle los problemas varios que acarrea la Catedral por el hecho no de no estar rematada: desprendimientos, humedades y así un largo etcétera.

Es por tanto necesario hacer constar a la gran masa que tenemos una gran Catedral pero que le falta mucho para estar terminada.

Habrá quien piense que las cosas mejor dejarlas así. Pero resulta extraño pensar que, algo que uno quiere, desee que se quede a medio hacer. No me imagino una vivienda sin techo. No entendería un cuadro pintado a la mitad con medio lienzo en blanco. Dudo mucho que encuentre sentido a encargar a un arquitecto un proyecto pero que solamente se ejecute una parte y el resto se quede con los pilares al aire.

Y es tal la lógica que son muchos los ejemplos para observar cómo los edificios vivos deben ser acabados teniendo un gran ejemplo en la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona que sigue su construcción lenta pero segura.

No podemos tratar a la Catedral de Málaga como una ruina histórica que no se puede tocar. No es el teatro romano ni el Castillo de Gibralfaro –ambos por cierto prácticamente hechos desde cero gracias al trabajo de Juan Temboury-. No ha pasado el tiempo suficiente para tratar al primer templo como una reliquia. Y más cuando se trata de un edificio con vida y uso más allá del turístico.

Y es que, que seamos capaces de tratar con cariño un desliz histórico, no quiere decir en ningún caso que seamos capaces de admirar como positivo algo que no lo es. Tenemos una Catedral sin terminar. Le faltan cosas. Y hay que terminarlas. Y si hace gracia el apodo siempre se puede hacer el ejercicio de trasladarlo a algo que realmente te importe. ¿Lo quieres sin acabar? Pues eso.

Que la risa siempre es buena. Que la gracia y su uso para hacernos diferentes está muy bien pero hasta cierto punto. Que tener una Catedral sin acabar no puede ser motivo de orgullo. Sí puede serlo el haber sido capaces de camuflarlo como algo menos malo y con cariño. Pero el movimiento se demuestra andando. Y el amor hacia tu ciudad también. Y es por eso que hay que trabajar para que se cree un proyecto sólido que tenga como objetivo culminar nuestra Catedral.

No es justo entrar a valorar los aspectos económicos y laborales positivos que supondría dicha obra porque suelen usarse para engañar al personal con cualquier cosa. Pero es cierto que sería algo más que positivo para todos.

La memoria acaba cuando morimos. Y para las generaciones futuras siempre habrá recuerdos impresos de cómo era nuestra Catedral hasta que se acabó de una vez por todas. Y los guías del templo ampliarán su contenido didáctico. Y añadirán un punto más. Y dirán: ¿Ven esta marca? Aquí comenzó el proyecto de finalización de la Catedral.

Ya está bien de acolchar todos los problemas de Málaga para sacarles la media sonrisa. Que no parezca que aquí a la gente le da igual todo. Y no debe ser así. La verdad por delante. Y si hay que querer a Málaga como es pues se la quiere y respeta. Pero si es posible se ayuda a mejorarla. Porque su mejora será la de todos. Y la Catedral necesita que se termine y proteja.

La queremos siendo manca. Pero mejor con una prótesis que mejore su calidad de vida y su dignidad monumental.

La manquita es cosa del pasado.

Viva Málaga.

4 respuestas a «La Manca»

  1. Me parece genial el proyecto de acabar -de una vea- con los problemas de la Catedral, pero -y siempre lo hay- ¿Cómo se pueden destinar 11 millones de euros (según la estimación del obispado) a “completar” la Basílica de la Encarnación habiendo en Málaga, y a pesar del turismo “de sandalias con calcetines blancos” y/o mochileros, tantas necesidades desde el punto de vista social? ¿Se han acabado ya las colas en los comedores sociales? ¿Ha dicho por fin Cáritas que ya no hay nadie a quien le puedan cortar la luz y el agua? ¿Se han acabado por fin los desahucios? Si son el obispado y los -pocos- creyentes con “posibles” quienes van a acometer la tarea de dejar la Catedral adecentada y completa, santo y bueno; si el gasto va a recaer sobre los “paganos” no me parece tan buena idea… Artículo 16.3 de la Constitución.

  2. No !! señor no me parece normal!! Que el obispo se preocupe más de la catedral que de sus pobres cristianos que pasan hambre y no tienen un techo fijo en donde poder dormir ,solo quieren 💰 ,si la catedral tiene goteras como se está diciendo,pues que la arregle el ayuntamiento,que es su deber ,la catedral es nuestra de todos los malagueños y no del obispo, quién? se cree que es? Y qué es su casa? para hacer obras a su antojo?,no señor es nuestra historia y va a seguir así por muchos siglos más!! espero!!! que tod@s!los malagueños luchemos por Ella 💪 porque Unidos somos más fuertes.

  3. No se puede hacer los arreglos para evitar goteras y desprendimientos sin hacer la Torre que le falta???? Así seguirá siendo nuestra manquita pero sin riesgos y el dinero que se ahorre para otros menesteres más prioritarios!!!!!!!

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