Irse al CACrajo

30 Jun

Dicen que el soe de Málaga está despistadillo. Con aquello de no tener claro el horizonte siempre hay gente de fuera y de dentro que suelta la morterá sobre el partido para criticarlo. Ya sea el de la oposición que le conviene que se hable de ello, ya sea el de fuera que quiere estar dentro o simplemente sea el comentario del cuñao de la política que solamente sabe fanfarronear.

 La cuestión es que hoy podemos hablar de una iniciativa salida de sus ubres y que ha conseguido unir a muchos miembros del pleno para llevar a cabo una iniciativa sensata: Cambiar la gestión del CAC.

Llevamos años hablando de la falta de sensibilidad y lo opaco de la gestión de Fernando Francés con el centro público elevado a privado a cambio de tres millones de euros al año.

El tiempo pasa y desde hace mucho, son numerosas las corrientes de opinión local que piden una limpia en el mercado de mayoristas.

Por lo general el pepé es reacio a eliminar este tipo de gestiones. No lo digo a mal. Lo raro sería que un partido de derechas apoyara la gestión pública frente a la privada. Así que, como mandan, defienden con fuerza ese modelo de gestión.

Aún así, los rojos habían propuesto este nuevo sistema que pedía que el CAC, una vez concluido el millonario contrato con Francés, pasara tener una gestión 100% pública de la mano de la Casa Natal –que se va a convertir en el Google de los museos malacitanos- y que el director artístico del mismo fuera escogido mediante un sistema público de promoción y/o elección propio del funcionariado según valía. Vamos, lo normal cuando se habla del dinero de todos.

Pues ayer, qué cosas, los gaviota debían votar que no, los rojos que sí y los mistolobo –así se denominan a los perros de los polígonos industriales sin raza pero con buena pinta- que iban a ir de la mano de su compañero de viaje gubernativo.

Sorpresa de todos cuando el Ciudadano Sichar vota en contra del PP y dice que está de acuerdo con que se acabe la dinastía francesa con dinero público.

Así fue y así salió para adelante esta iniciativa socialista que acaba –por fin- con esa gestión rodeada de elitismo, cuello elevado y despotismo pseudo ilustrado.

El polvorín en torno al concejal díscolo fue importante pero, a decir verdad, no ha sonado tan fuerte dentro como lo ha hecho fuera por parte de los voceros que buscan lío donde no lo hay. Y ante ello lo mejor es la respuesta real, sensata y definitiva del votante: “No me he equivocado. El PSOE tenía pensado otro borrador para la moción, pero en el texto final yo he estado cien por cien de acuerdo, por eso he votado en conciencia”.

Aplausos eternos a la gente así. Ovación cerrada a quien entiende la política más allá de un grupo de barricadas. Y alegría porque la ciudad se desprenda de tan singular personaje. Cassá es un hombre competente. Y lo transmite. Así que no debe haber problema con este asunto. Asunto en el que queda patente y nítido que, a tenor del día a día de Cassá and company, no era sino un voto obediente del compañero de viaje. Pero no todos pueden serlo. Porque hay medidas y decisiones que son más políticas que prácticas y que son claves para transmitir confianza al ciudadano.

Y ésta ha sido una de ellas. Málaga está hecha a la medida de la gestión privada. La tenemos por millares. Y suelen funcionar aunque no sea del gusto de todos. Pero son reales y vivas. Incluso dentro de la cultura y el aparato museístico. Y no tiene por qué ir mal. Pero hay cosas y cosas. Y gente y gente. Solamente hay que dar un vuelta y pensar en perfiles como el de Elías de Mateo que hace de Málaga una ciudad más interesante. O José María Luna que transmite empaque a las instituciones culturales –solamente observando alguno de los libros que edita Casa Natal se da uno cuenta de tan magna labor-. Y después está el perfil opuesto. El de aquellos que van de sobrados por la vida pública aún siendo meros serviles del dinero común aunque sea mediante un negociado privado.

Pero hay que ser más humilde. Que no parezca esto una mafia rara. Qua lo gente no hable por ahí. Que no suenen en los mentideros las hazañas de quien llega como si esto fuera Somalia y él el Rey Juan Carlos. Que no. Que después todo se sabe. Pero hemos tenido suerte y parece que la cosa se encarrila. Lo que más me preocupa es que desde el puesto de los que mandan no lo vean. O no lo quieran ver. O les dé absolutamente igual.

Se entiende la defensa del modelo de gestión pero de ninguna de las maneras el apoyo al actual director. Se hubiera comprendido una respuesta formal del Alcalde hablando de lo innecesario de mantener un perfil de gestor así y hablando de un futuro más interesante con alguno de los interesados en el CAC. Hace poco se rumoreaba con las intenciones de grandes coleccionistas internacionales de primer nivel como es el caso de Roberto Polo –que actualmente expone piezas en ArsMálaga-Palacio Episcopal– y que hubiera sido una llegada magnífica para la ciudad y su cultura. Por ser importante. Por saber de arte. Por tener una gran colección buena. Por rodearse de personas que entienden y por ser serio y formal. Gente así siempre debe tener Málaga a su disposición. Así se hace cultura. De la otra forma se hace corral y mercado libre de transparencias.

Pero gracias a Dios, a la Virgen del Carmen del Perchel, a la de los submarinistas con los mejillones pegados, a Fray Leopoldo de Alpandeire y al Padre Arnáiz, Sichar con un dedito ha librado a Málaga de más situaciones incomodas e innecesarias. De más mensajitos de corre ve y dile. De más cafés desde su atalaya. Y de todo ese universo creado por nuestros gobernantes en torno a un listo.

Esta ciudad no será Londres ni Berlín. Pero tiene más categoría que muchos aún teniendo éstos condecoraciones de la reina esa canosa.

Aquí somos así. Un día te mandan al CAC. Y al siguiente al CACrajo.

Viva Málaga.

 

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